Arderá Mi Alma

Arderá Mi Alma

El trágico don (Contenido sensible)

En la antigüedad, se hablaba que el hombre vivía en las cavernas, desnudos y con tan solo un arma precaria podían defenderse de las grandes bestias que más de una vez los devoraban. Era un ciclo sin parar aquel tipo de vida. Los más débiles eran los encargados de cuidar de los pocos heridos que sobrevivían, o de preparar la comida. Las mujeres eran solamente para procrear más vida para agrandar su comunidad y sobrevivir en grupos. Poco a poco, aquellos seres lograron avanzar a tal punto de crear armas, tecnologías, medicinas he incluso llegar a la luna. Pero todo esto solo se recuerda de los libros que los más viejos lograron leer a escondidas en la guerra que comenzaba a desatarse en esta era.

En algún punto, la naturaleza hizo un cambio abismal en las personas. Se creía que quienes tenían aquello que llamaban la plaga, debían ser asesinados, aislados de los no infectados. Hasta incluso muchos de aquellos primeros infectados fueron torturados en nombre de la ciencia.

Muchos se opusieron a estos tipos de técnicas de estudios y los consideraron traidores de la humanidad. Por lo que los aislaban o los encarcelaban con los que eran considerados peligrosos. Muchos llegaban a enloquecer debido al asedio o aislamiento y acababan con su vida. Otros al poco tiempo de estar con los infectados terminaban siendo su alimento. Y un muy pequeño porcentaje, los más fuertes, terminaban infectados con los mismos síntomas o hasta incluso combinaban aquel tipo de enfermedad y terminaban siendo los más amenazantes.

Este movimiento perduró por años. Guerra, sangre, abusos y torturas desencadenó en la fuga de la mayoría de los presos y se convirtió en una lucha de poderes entre los infectados y los normales. Gracias a esto, movimientos de pacifistas organizaron reuniones con científicos, médicos y representantes políticos para detener las matanzas. Logrando así un acuerdo entre partes. Se logró cederle a los infectados grandes espacios de tierra a cambio de colaboración en sus estudios científicos. Ya sin torturas ni aislamiento. Solo voluntarios y con grandes recompensas.

Tantos años de dolor llevaron a la verdad. Una verdad que muchos no querían oír. Aquellos infectados no eran más ni menos que personas dotadas con una habilidad fuera de lo natural. Los primeros comenzaron con superfuerza, otros con superinteligencia. Telequinesis, volar, dominación de elementos como agua, tierra, fuego y aire, otros cambiaban de forma, y así innumerables habilidades que estaban fuera del conocimiento del humano normal. No se explicaban como era posible que una persona normal adquiera dicha habilidad y otras no. Muchos querían ser como ellos. Pero otros los seguían viendo como una amenaza por ser superiores.

Ya los estudios no buscaban el origen, sino que los clasificaban y estudiaban sus límites. De ser infectados pasaron a ser dotados y envidiados por muchos. Los altos rangos comenzaron a contratarlos como guardias, otros los utilizaron para apostar, otros para robar. Pero también para proteger al humano no dotado. Así fue como surgieron las Organizaciones de Protección Civil. Capacitados y seleccionados para ello, poco a poco se fue conformando este equipo. Un grupo de ataque y otro de defensa acorde a la clasificación de cada uno. Dividido en niveles de dotes, los más simples tomaban tareas acordes a su don, mientras que los más fuertes se encargaban de luchar contra los dotados rebeldes.

Se crearon escuelas y centros para niños dotados que eran abandonados por su condición. Y allí eran entrenados y capacitados para el bien. La iglesia intentó intervenir, pero debido a sus creencias y abusos se la hizo a un lado.

Actualmente, se podría decir que, llegado a un punto intermedio, la sociedad los ha aceptado y pueden convivir en paz. Pero muy pronto grupos de dotados rebeldes se opusieron a esto. No podían aceptar que personas como ellos se encarguen de proteger a los humanos inferiores. Mismos que antiguamente los torturaba y veían como amenaza. Por lo que uno de los superdotados, logrando escaparse de uno de los centros de máxima seguridad, temido por ser uno de los mayores asesinos vistos hasta hoy, juro acabar con todo aquel que se opusiera a él. Aquel centro del que se escapó quedó en ruinas. Pocos fueron los que sobrevivieron a aquella masacre. Pero nunca se supo que sucedió allí. Los que vivieron habían perdido la cabeza, lo que se sabe es gracias a los investigadores de Defensa Civil. Los restos que habían quedado esparcidos por las paredes eran cuerpos. La carne desgarrada y tendida por doquier. Huesos triturados y vísceras por el suelo. Las paredes burdamente habían sido pintadas por el autor del hecho. El mensaje era claro _ Los mataré a todos.

Las autoridades dieron aviso del peligroso prófugo, poniéndose en alerta máxima a toda la ciudad. Los grupos rebeldes sorpresivamente habían desaparecido. Nadie entendía nada lo que sucedía. Pero se temía lo peor. El don de aquel prófugo era la destrucción, pero se suponía que poseía más de una habilidad, entre ellas el dominio de masas.

En las calles, las grandes filas de valientes humanos se ofrecían para obtener un don y ayudar a las organizaciones. Pero muy pocos eran los seleccionados. El porcentaje era prácticamente uno de cada mil voluntarios, y quien quedaba obtenía un don simple. No serviría de nada en aquella guerra.

Los científicos desesperados comenzaron a recurrir de los centros de rehabilitación para convocar nuevos postulantes. Sería arriesgada, ya que quienes provenían de allí eran los desquiciados, anormales y herejes. Aunque la necesidad los obligó a acceder a sus peticiones. Todo tendría una solución si ambas partes cooperaban. Así fue como comenzó la historia de Lilit.

.........

De pequeña, mi cuidadora me leía historias de seres con superpoderes que protegían a la humanidad de malvados villanos. Todo aquello me resultaba muy aburrido y banal. ¿Cómo alguien con esa habilidad daría su vida por alguien tan común? Me parecía una idea loca. Me interesaba más las historias de los villanos. ¿ Qué fue lo que los llevó a convertirse en eso? ¿Porqué buscaban luchar contra alguien más poderoso que ellos? Su motivación me resultaba maravillosa. Pero claro... no podía decir lo que pensaba o me castigarían. Si... soy una cobarde... Mis ideas las escondia en lo profundo de mi mente para que piensen que sigo siendo esa dulce niña que muchos deseaban adoptar.

Muchas casas recorrí, al igual que mi conocimiento de la mentalidad de un adulto promedio. No variaban en nada. Siempre eran lo mismo. Alabando a los dotados, sus héroes, que arriesgaban todo por nosotros. Quienes me llamaban la atención por no agradecer o saludar a uno de ellos en la calle. Esto era uno de los tantos motivos que hacían mi regreso al internado. Por lo visto, tener una opinión diferente de ellos los ofendía mucho.

Poco a poco mi paciencia y mis ganas de ocultar mi verdadera personalidad iban acabandose como mi estadía en aquellas casas. Alejarme de aquellos adultos me relajaba muchísimo. Solo quería estar en soledad, sin que nadie me diga como pensar ni como comportarme. Mi cuidadora ya no estaba más a mi cargo. La habían cambiado de internado. Mi nuevo cuidador no era más y nada menos que un idiota pervertido que buscaba a todas horas meterme mano cuando nos encontrábamos solos. Por supuesto que no se lo permiti. Pero el resto de las niñas no corrieron con la misma suerte. Ellas habían caído en la maldita crianza de la niña educada y bondadosa. Todas las noches veía como ese imbecil se metía en la cama de muchas de mis compañeras lastimandolas y tapando sus bocas para que no sean oídas por los demás.

Trate de ignorar aquellas situaciones, pero mi estómago repulsivo me alteraba cada vez que ese hombre aparecía. Hasta que en la hora de baño ocurrió.

No teníamos demasiado tiempo para ducharnos. Era invierno y las calderas no calentaban lo suficiente el agua. Mi cuerpo tiritaba debajo de aquella fría lluvia. Todo por ingresar por último. Cuatro éramos allí luchando por quedar medianamente limpias hasta que apareció. Nuevamente mirando nuestros cuerpos desnudos, a su merced y deseo. Crei que recurriria a las mismas chicas de siempre, pero no fue así. Me quedé sola allí indefensa y sin testigos. En su mano mecía un baston con el que golpeaba y ahorcaba al resto que se resistía a él. Trate de esquivarlo pero me alcanzó con una estocada en el estómago. Mi pecho se retorcía por respirar. La puerta de salida parecía tan lejana y el piso helado me quemaba la piel.

Luche con todas mis fuerzas por safar de su agarre pero se subió sobre mi y abrió mis piernas. Ya no tenía la mísma fuerza que antes. No iba a demostrar debilidad ante él llorando. Yo no soy así. Sabía que si lo hacía se excitaria aún más. Era un maldito sádico. Sabía que había caído en mi trampa de niña débil y temerosa. Cuando menos lo creyó posible, y antes de estar dentro mío, me acerque a su cuello y mordí fuertemente. Sus gritos de dolor y ahogo era la señal perfecta de que había tenido éxito.

El sabor a hierro en mi boca, aquella textura tierna y repugnante entre mis dientes me habían empujado a seguir con ello. Esquivando huesos, me hundí en su sangre y continúe desmembrandolo hasta ver su vista apagada. Mi estómago hacia cosquillas, era gracioso para mí ver a ese idiota en aquel estado. Pensé, bien, ahora creerán que soy como uno de esos héroes que tanto aman. Pero no fue así. Me había convertido en una villana. Una maldita y asquerosa villana.

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Comments

Kotaro Kotaro

Kotaro Kotaro

me gusta que te explica desde el principio

2024-03-14

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