Briza necesita un nuevo empleo con urgencia. Daniel necesita una secretaria que además de hacer su trabajo prepare un buen café.
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capitulo 12
La semana pasa tan rápido que ni me di cuenta. En estos días os la pasamos juntos casi todo el tiempo. Por las noches viene a mi apartamento o vamos al suyo. Hablamos de todo un poco, desde las cosas que nos gustan hasta de cuando éramos niños, regalos de navidades y las cosas que recibíamos en los cumpleaños.
—Una navidad mi mama me regalo una musculosa fucsia horrible, pero no tuve corazón para cambiarla —le cuento abrazada a su pecho luego de una ronda de intensos movimientos pelvaticos—. Todavía la conservo, debe estar en algún rincón de mi armario.
—Mi madre cada navidad me regalaba alguna cosa referida a la festividad y claro me obligaba a usarlo —dice y me muestra una foto donde lleva una remera con una impresión de un santa que dice “Santas mamadas”
—Por dios, dime que entendía el significado de esa frase —digo riéndome a carcajadas.
—Si, por eso lo hacía a propósito —dice y me muestra otra y es tan bochornosa que no puedo describirla, solo diré que santa luce un trasero muy redondito.
—Me encantaría conocer a tu madre, debe ser muy divertida —digo pasando mis dedos por su pecho, levanto la mirada para ver su reacción.
—Luego de la convención podríamos ir a visitarla —dice y sonrío, dejo un beso en su pecho— Ahora hermosa mía, debemos apurarnos que nos espera un viaje.
Nos levantamos y vamos a la ducha, su departamento es más cómodo que el mío y la ducha es... muy placentera.
Terminamos de asearnos, nos vestimos con ropa cómoda y salimos en uno de sus coches para el aeropuerto.
Llegamos cerca del mediodía a la capital y vamos directamente al hotel donde estaremos hospedados. Al llegar anuncio nuestro arribo y me dan las llaves. Mi jefe está ocupado con una llamada telefónica mientras yo vuelvo a su lado mostrando las llaves de la habitación.
Entramos al ascensor y mientras el habla por teléfono, me acerca a él y besa levemente mis labios.
Llegamos al piso donde registramos nuestra suite y al abrir la puerta me quedo impactada por lo hermosa que se ve la habitación. Es más grande que mi apartamento y hay una cama King que ya muero por probar. Sigo recorriendo esta habitación de ensueño y me quedo chorreando al ver el baño y el yacusi que hay y me estoy imaginando a mi querido jefe haciendo estragos en mi cuerpo en ese lugar relajante.
—La habitación es hermosa —digo reuniéndome con él en la sala que cuenta la habitación, el me asiente y sigue hablando por teléfono.
Decido ir de nuevo al dormitorio y acomodar la ropa que traje para estos días. La convención dura cinco días y estaremos acá por una semana. Mis amigos del juego asistirán y como cada año quedamos en encontrarnos. Ellos todavía no saben quién es mi jefe. Creo que cuando lo sepan querrán matarme. Sobre todo, porque siempre que estoy en línea y él está conmigo aprovecha y les pregunta cosas de juego, que le gusta y que cambiarían y hasta explora el lado de los veneficios que podrían llegar a tener los jugadores.
Según él es como un estudio de mercado y luego de esas charlas apuntamos todo, estamos armando una presentación para la junta directiva. Allí anunciaremos las ideas tomadas de dichas conversaciones. Lo que más le gusto a Daniel fue el sistema de Loguin que propusimos.
Termino de acomodar mi ropa y vuelvo a la sala, mi jefe sigue al teléfono. Odio esa parte del día en la que el solo habla y habla. ¿Se le secara la boca, acaso? Miro a mi alrededor y en una barra que hay veo una pequeña heladera que contiene de todo. Saco una botella de agua y sirvo en una copa y se la acerco a mi jefe para que refresque esas cuerdas vocales que deben estar al rojo vivo.
La toma y me sonríe. Le hago una seña de que saldré a recorrer el hotel y el asiente. Por hoy no tenemos mucho que hacer, solo por la tarde tenemos que ir donde se dará la convención para supervisar como marta la preparación, será mañana al medio día el comienzo de dicha festividad.
Bajo y mientras busco mi lista de reproducción en Spotify me coloco los auriculares y salgo al jardín del hotel, es hermoso. Cuanta con un parque de diferentes rosales que están todos en plena floración. Parece un vivero. Camino mientras escucho música, llego al área de la piscina y ya hay gente disfrutando de las espectaculares comodidades que ofrece el hotel.
Me siento en una de las tumbonas y sierro mis ojos para escuchar mi querido Ed. Sheeran, How worlod you feel. La melodía es tan relajante que me quedo dormida.
DANIEL:
Llegamos al hotel y ya desde antes de partir para este lugar mi teléfono no ha dejado de sonar. Cada vez que termino una conversación no tarda en entrar otra llamada. Creo que terminare estrellando el aparato para poder disfrutar un momento con mi secretaria que dicho sea de paso no sé dónde se encuentra.
Antes de que mi celular comience a sonar de nuevo lo apago. Salgo de la habitación y pregunto en recepción si la han visto y me indican en el área de las piscinas. Me dirijo hasta el lugar y recorro el lugar, pero no la veo hasta que mi mirada recae en la figura de una persona a lo lejos y a medido que me acerco me percato que mi secretaria está profundamente dormida y en una posición media rara. Aun así, se ve bellísima. Me acomodo en la tumbona que está al lado de la que se encuentra ella y miro hacia la piscina, está lleno de gente. El calor está apretando a esta hora y me gustaría darme un chapuzón.
—Briza.... —acaricio su mejilla para que despierte.
—¿He? —se mueve tan rápido que su mano choca con mi cara y no precisamente de manera tierna, casi me saca un ojo.
—¡Diablos!... —murmuro apretando los dientes mientras mi mano va directo a la zona afectada.
—Dan! Lo siento... fue si querer —se incorpora y toma mi rostro para ver mejor mi ojo— Hay que bruta ¿Cómo voy a reaccionar así? Perdón fue sin querer —dice mientras llena mi cara de besos, sonrió como estúpido.
—También me golpéate acá —señalo mi frente, ella sigue besando donde le indico—. También aquí —señalo mi cuello —Y por acá, casi me partes el labio —digo y ahora ella me mira.
—¿En serio? —pregunta todavía con mi cara entre sus manos.
—Casi, pero tus besos me encantan —digo y ahora yo la lleno de besos.
—¡Eres un tramposo! —dice riendo.
—Y tu mi incentivo para el pecado —suelto su rostro—. ¿Qué te parece si nos damos un baño en la piscina?
—Tengo que ponerme mi traje de baño —dice mirando hacia la gran masa de agua cálida.
—Subamos, yo también debo colocarme mi bañador.
—Bien —si incorpora y juntos volvemos al interior del hotel— ¿A qué hora debemos ir a supervisar los preparativos del evento?
—Al atardecer, ahora quiero disfrutar de mi novia, dejemos al jefe y su secretaria que descansen —le cedo el paso y juntos entramos al interior del ascensor.
Ya con nuestros trajes de baño puestos, volvemos a la piscina y pasamos unas horas nadando, refrescándonos.
—Voy a tomar un poco de sol, el día esta divino ¿Me acompañas? —pregunta saliendo del agua.
—En un momento te acompaño, necesito dominar cierta parte de mi cuerpo que últimamente tiene vida propia —murmuro mirando a mis lados tratando de que no se note como me pone mi secretaria que ríe a cuesta mía—. No te rías que es muy doloroso además de penoso —me acerco al borde de la piscina y apoyo los brazos fuera del agua para estar más cerca de ella.
—Luego me encargo de ese asuntito —dice mientras la veo como coloca protector solar en sus piernas.
—Mierda, creo que me quedare a vivir aquí dentro —me sumerjo para no seguir viendo la tentación.
No me reconozco, últimamente parezco un adolescente que recién descubre el sexo. No puedo pasar media hora sin tenerla en mi mente y menos aún pasar medio día sin querer dejarme llevar por el deseo que despierta ella en mí.
Doy unas cuantas braceadas a lo largo de la pileta y llevo mi mente hacia un lugar más tranquilo que no me recuerde las curvas de mi secretaria. Difícil, muy difícil de lograr más cuando sé que su presencia me persigue.
Ya cansado de estar en el agua y con un asunto sin resolver, miro hacia los lados percatándome de que nadie me ve y tomando impulso salgo del agua en frente de mi secretaria. Chorreando agua por todo mi cuerpo me siento a su lado, ella corre sus lentes y me mira.
—¿Dominaste tu cuerpo? —interroga mirándome con sus esmeraldas a través del marco de sus lentes para el sol.
—No... —increpo esquivando su tentadora mirada.
—Pero ya debemos volver a la habitación, se acerca el horario para ir a supervisar todo y además estoy sintiendo un hambre atroz.
—Ok —miro a mi alrededor y por suerte en unas mesitas que hay junto a las tumbonas hay batas blancas, tomo una y me la pongo—. Creo que esto ayuda.
—Te ves sexy —dice incorporándose, se voltea para tomar sus cosas y siento como la excitación me eleva las pulsaciones. En cualquier momento reventare como un globo, como la bomba de Hiroshima, como un volcán en erupción, como una caja de jugo de un pisotón. Siento que en cualquier momento mi cuerpo entrara en combustión de lo caliente que me siento ¿Pareceré carbón?
Camino rápido e incómodo hacia la habitación tratando de llegar pronto y descargar toda la adrenalina que recorre mi cuerpo antes de que se vuelva un incendio forestal, tal vez.
Atravieso las puertas y ni bien mi secretaria lo hace voy a por ella, pero me frena de lleno con su mano en mi pecho.
—Necesito comer algo, ahora —miro hacia la barra y corro para tomar todo lo que hay en la heladera, desde fruta, yogurt, lo que sea.
Con todo en mano volteo para dejarlo sobre la barra, ella me mira con los ojos amplios por la sorpresa.
—Ven, aquí tenemos de todo —digo mostrando los alimentos.
—Pero yo quiero algo más suculento —interpone cruzando sus brazos, sus senos se alzan y mi entrepierna reacción.
—Yo te voy a dar algo suculento —paso de la barra y mientras me saco la bata ella dirige sus verdes a mi bañador que no disimula como me encuentro.
—Dios, cremita voy a necesitar.... —susurra con la voz más ronca, sonrió.
La tomo por la cintura, la acerco a mi cuerpo y devoro su boca.
y mis respetos para ti, por poder expresar e hilar bien las ideas de lo que quieres pasmar. felicidades y continúa así y sobretodo con miras hacia adelante.