Luisa escapó de un matrimonio arreglado, pero su prometido la encontró, la llevó de regreso a Grecia y la obligó a contraer matrimonio, sobre todo, a darle un hijo, porque de lo contrario, la herencia familiar pasaría a manos de fundaciones, y Francesco Nikolauo, no estaba dispuesto a perderla.
En un país que ya no siente suyo, encerrada en las cuatros paredes de una mansión, mientras su abuela está en el calabozo, Luisa le súplica a su cruel esposo, la dejé en libertad, pero él, firme en su posición le propone.
"Libertad a cambio de que seas mía, y me des un hijo".
NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 12
Cuando finalmente llegó el amanecer, Francesco y Alessandro habían jugado varias partidas, riendo y pasando un buen rato juntos. Francesco observaba a su amigo con esperanza, deseando que algo de la partida pudiera desencadenar un recuerdo.
Aunque Alessandro aún no recordaba a Francesco, el cálido vínculo entre ellos parecía estar comenzando a restablecerse. Francesco se prometió a sí mismo que haría todo lo posible por ayudar a su amigo a recuperar la memoria, y que estaría a su lado cada paso del camino.
Eliane salió del hospital, una sonrisa radiante iluminando su rostro. Después de la tensa conversación con Alessandro, sentía una sensación de optimismo que no había experimentado en mucho tiempo.
Al llegar a casa y subir a la habitación de Luisa, dijo riendo:
—¡Lo logré! Alessandro está dispuesto a que lo ayude a recuperar sus recuerdos. Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para ayudarlo.
—Eso es bueno, ya ves que todo se debía a su tiempo —Luisa suspiró emocionada.
—Sí. Solo tengo que darle tiempo —sonrió con un brillo en los ojos. Miró a Luisa y pensó en lo que tuvo que hacer para obtener esa herencia—. Ahora dime, ¿qué tal te ha tratado ese hombre?
Luisa bajó la mirada y Eliane intuyó que algo andaba mal.
—Luisa, ¿qué pasa? —Luisa suspiró, se quedó un momento en silencio mientras pensaba qué decirle a Eliane.
—No solo tenía que casarme con Francesco Nikolauo, debía darle un heredero.
—¿Qué? Pero ¿qué absurdo? ¿Y supongo que te negaste? —Luisa negó—. No me digas que...
—Estoy embarazada —Eliane se quedó en trance, no podía creerlo, no podía articular palabras ante esa gran verdad.
—¿Ese hombre te obligó? —Luisa quería decir que sí, que encerró a su abuela en otro lugar haciéndole creer que estaba en un calabozo para que ella aceptara estar con él, sin embargo, no dijo nada de eso—. ¿Abusó de ti? —negó de inmediato.
—No, no hizo eso. Lo hicimos por inseminación.
—Pero, Luisa, ¿por qué hiciste eso si a ti no te interesaba el dinero? —Luisa recordó la estupidez que le llevó a aceptar. Aunque si recordaba bien, ese era su destino, porque Francesco Nikolauo no la dejaría escapar.
—¿Recuerdas el día en que desaparecí? —Eliane asintió—. Song me secuestró —Eliane iba a replicar, pero Luisa habló más rápido—. Francesco Nikolauo le había pedido que me llevara a su casa y, Song me llevó a una cabaña para abusar de mí.
—¡¿Qué?! ¿Pero por qué no me lo dijiste? ¿Cómo es que ese infeliz se atrevió a abusar de ti?
—No lo hizo, solo lo intentó.
—Igual, deberíamos arrancarles las bolas —Luisa sonrió, pero luego se puso seria porque lo sucedido fue muy doloroso para ella. A pesar de que no ocurrió, ya había quedado esa sensación y esas imágenes de ese hombre en su mente.
—No sé por qué no lo hizo, pero el caso es que, cuando desperté, Francesco estaba frente a mí.
—¿Y cómo sabes que no lo hicieron? ¿Pudieron hacerlo los dos?
—No había indicio de violación. Mi ropa estaba intacta, mi cuerpo igual. La cuestión es que ese día tenía tantas ganas de vengarme de Song, que acepté la propuesta de Francesco, casarme con él para recibir la herencia de nuestro abuelo.
—Eso se escucha asqueroso.
—Lo sé. Pero no tenía de otra. Si bien era cierto que contigo no me faltaba nada material, había algo que sí hacía falta y era el poder que conlleva un apellido. El mío no era nadie, y el suyo sí, pero no lo llevaba yo. No era lo mismo ser la amiga, la asistente o la mano derecha de Eliane Petrucci a ser la esposa de Francesco Nikolauo. Casándome con él tendría poder, y podría ser respetada en cualquier parte. Así, ningún otro Song se atrevería a tocarme.
—Entiendo, comprendo que los apellidos influyen, pero ¿era necesario casarte? De todos modos, eras la nieta real, todo debía ser para ti. ¿Por qué casarse?
—Era lo que ese hombre quería, solo así Francesco podría recibir su herencia. Podía negarme cuantas veces quisiera, pero Francesco Nikolauo no iba a quedarse de brazos cruzados, él no iba a perder su herencia, sí o sí debía cobrarla. Por eso me mintió, me ocultó lo del bebé y, cuando pregunté sobre el dinero, que cuándo haría uso de él, me dijo que debía traer un heredero. En ese momento quise escapar, quise abandonar ese país, pero él no me dejó, nos mantuvo prisioneras.
—¿En serio hizo eso ese infeliz? —Luisa asintió. No iba a ocultarle nada a Eliane—. Y así dices que no te obligó a hacerlo.
—No me obligó, yo quise. Quise hacerlo porque también quiero ese dinero, lo necesito para ayudarte a levantar la empresa.
—Ah, no. Eso sí que no, no voy a dejar que te sacrifiques por mí. Ya no necesito ayuda, ya solucioné el problema.
—Ya es tarde, Eli —una vida venía en camino. Su hijo ya se estaba fecundando, aunque aún no se tenía el mes, pero el doctor le había dicho que la bolsa ya estaba armándose, lo que significaba que ya estaba embarazada.
—No vas a regresar a Grecia, no permitiré que sigas con ese desgraciado. Qué importa si no cobra su fortuna, no importa nada, Luisa, lo que importa es que seas feliz.
La empleada ingresó y tocó la puerta—. Señora, disculpe que les interrumpa, pero el señor Francesco está ahí abajo.
Eliane se levantó para ir a enfrentar a Francesco por todo lo que le había hecho a Luisa. Bajó las gradas muy indignadas, dispuesta a decirle sus cuantas verdades, pero Luisa fue detrás de ella para impedir que esa fiera golpeara a ese hombre.
—¿Tú que quieres? —dijo Eliane al pararse frente a él.
Francesco miró a Luisa, sabiendo que esta había contado todo a su amiga, pero eso a él no le importaba, total, era verdad que la mantuvo cautiva, pero Eliane no era nadie para meterse—. Mírame a mí —le dijo esta— ¿Crees que mi amiga está sola? ¿Qué puedes venir y hacer con ella lo que se te antoje? Déjame decirte que no, que Luisa me tiene a mí, tiene a la abuela Alondra, y juntas las tres, somos invencibles.
gran historia .muchas felicidades escritora