Rubí huye a Nápoles buscando escapar de Diego Salvatore, un pasado que la asfixia con su enfermiza obsesión. En Italia, creyendo encontrar un respiro, se topa con Donato Valletti, un capo mafioso cuyo poder y magnetismo la atrapan en una red de intrigas y deseos prohibidos.
Donato, acostumbrado a controlar cada aspecto de su mundo, se obsesiona con Rubí, una flor exótica en su jardín de sombras. La seduce con promesas de protección y una vida de lujos, pero la encierra en una jaula dorada donde su voluntad se desvanece.
Diego, consumido por la culpa y la rabia, cruza el Atlántico dispuesto a reclamar lo que cree que le pertenece. Pero Nápoles es territorio Valletti, y para rescatar a Rubí deberá jugar con las reglas de la mafia, traicionando sus propios principios para enfrentarse con el mismísimo diablo.
En un laberinto de lealtades rotas y venganzas sangrientas, Rubí se convierte en el centro de una guerra despiadada entre dos hombres consumidos por la obsesión.
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Capítulo 6
POV DIEGO
Estaba en la sala privada, rodeado de un ambiente cargado de tensión y poder. Cuando entraron las tres chicas, supe que algo había cambiado. Una de ellas, en particular, captó mi atención. Era diferente, con una energía que no podía ignorar.
La vi bailar y, aunque el ritmo era sensual, había una chispa en su movimiento que me intrigaba. No era solo su belleza; era la forma en que se movía con confianza, como si el mundo a su alrededor no importara. Esa actitud me hizo sentir una mezcla de admiración y deseo.
Sin embargo, mi amigo Marcos me había dejado claro que solo querían bailar. Me gustaba esa chica, pero no era el tipo de hombre que forzaría a alguien a hacer algo que no quería.
Respetar sus límites era fundamental para mí, aunque eso no hiciera más fácil el impulso que sentía por acercarme.
Mientras la observaba, noté cómo su sonrisa iluminaba la sala. Había algo en su mirada que me decía que había más detrás de esa fachada despreocupada. Quería conocerla, pero no iba a cruzar la línea. No en un lugar como este, donde el respeto y la lealtad eran todo.
La música golpeaba con fuerza, y podía sentir la tensión en el aire. Sabía que podía tener lo que quisiera, pero a veces, la mejor conquista era la que se hacía con paciencia. Así que decidí quedarme un poco más atrás, observando, disfrutando del momento y esperando la oportunidad adecuada para acercarme.
Ella estaba en su propio mundo, y yo no quería interrumpirlo. Pero, en el fondo, sabía que este no sería el último baile. La noche aún era joven, y había algo en ella que me decía que valía la pena esperar.
POV RUBY
La música aún retumbaba en mis oídos mientras salía de la pista de baile de la sala. Había sido una noche increíble, llena de risas y energía, pero también un poco agotadora. Cuando vi a Marcos acercarse a nuestras cosas, no esperaba lo que pasaría después.
—Señoritas, ha sido un placer conocerlas. Si están cansadas y desean irse, permítanme ofrecerles un auto para llevarlas a casa sanas y salvas— dijo el con su actitud amable
Las chicas se miraron entre sí y asintieron, lo que me dio un pequeño alivio. Era una buena señal.
Tomamos nuestras cosas y salimos de la habitación, le di una última mirada al hombre quién aún sostenía su mirada en mí.
Había algo en la forma en que me miraba que me hizo sentir un escalofrío. No era solo atracción; era como si hubiera una conexión más profunda, aunque solo nos hubiéramos visto en la pista de baile.
Salimos en compañía de Marcos, en la entrada ya nos esperaba un auto lujoso. Él nos abrió la puerta y entramos, el auto rugió y el vehículo arrancó, llevándonos lejos de ese club, y aunque el ambiente era de celebración, sabía que la noche no pudo haber terminado mejor.
Al sacar el dinero de mi bolsa, me quedé boquiabierta. ¿Todo esto por bailar? Era una locura. Camila gritó de emoción y, por un momento, el cansancio se esfumó. La idea de que podríamos vivir varios meses sin preocuparnos por nada era casi demasiado buena para ser verdad.
—Esto es realmente grandioso— dije, sintiendo una sonrisa enorme dibujarse en mi rostro. La adrenalina seguía fluyendo, y la emoción del momento me envolvía.
—¿Creen que volveremos a verlos?— pregunté, con un toque de curiosidad en la voz.
—Seguro que sí— respondió Sofía, mientras se acomodaba en el asiento. —Con toda esa energía que les dimos, no creo que se olviden de nosotras—
La idea de que esta experiencia podría cambiar nuestras vidas, aunque fuera un poco, me llenaba de esperanza. ¿Quién diría que una salida a bailar podría llevarnos a algo así?
Mientras miraba por la ventana, vi las luces de la ciudad pasar rápidamente. Pensé en lo que nos esperaba, en las posibilidades y en las aventuras que aún estaban por venir. Quería disfrutar de cada momento, y tal vez, solo tal vez, encontrar la forma de volver a cruzar caminos con el.
Era una noche mágica, y sentía que era solo el comienzo de algo especial.
Al llegar a casa, la emoción seguía burbujeando en el aire. Entre risas y comentarios sobre la noche, cada una de nosotras se despidió en la entrada y se dirigió a su habitación. El cansancio comenzaba a hacerse sentir, pero la adrenalina aún corría por mis venas.
Cuando cerré la puerta de mi habitación, dejé caer mi bolso en la cama y me senté un momento a procesar todo lo que había pasado.
La música, el baile, el dinero… y la mirada de ese hombre. Era como si cada detalle se repitiera en mi mente, y no podía evitar sonreír.
Mañana sería un día grandioso, lo sabía. Nos esperaba un nuevo amanecer lleno de posibilidades. Quizás podríamos planear algo divertido con el dinero que habíamos ganado. Tal vez una escapada a la playa o un día de compras.
Las opciones eran infinitas.
Me cambié y me preparé para dormir, sintiendo que esta noche había sido un cambio en nuestra rutina. Había algo en el aire que sugería que las cosas estaban por cambiar para nosotras. A medida que me acomodaba en la cama, no podía dejar de pensar en él. La forma en que me miraba, esa conexión fugaz pero intensa… definitivamente quería volver a verlo.
Cerré los ojos, dejando que los sueños y las posibilidades me llevaran lejos. Con una sonrisa en el rostro, me dejé llevar por el sueño, emocionada por lo que vendría.
POV DIEGO
Llegué a casa, con el pulso aún acelerado por la emoción de la noche. La mujer que había estado a mi lado durante toda la noche me seguía, su mirada estaba llena de complicidad. La tomé del cabello suavemente y la besé con intensidad.
Mientras nuestros labios se encontraban, no podía evitar pensar en la chica que había dejado en el club. Su sonrisa, su forma de moverse… todo en ella me había atrapado. Pero ahora, en este momento, desearía con todas mis fuerzas que ella estuviera aquí.
Los reflejos de la luz se posaban sobre la piel de la mujer, creando un aura ardiente a nuestro alrededor. No podía recordar la última vez que había sentido tantas ganas de conectar con alguien como en ella. Era como si la noche hubiera despertado en mí una sed que necesitaba saciar.
y al no tenerla no tenía de otra que sacarlas con otra.
Me perdí en el momento, olvidando el mundo exterior. Cada gesto que le hacía era una mezcla de posesión y excitación.
De alguna manera u otra tenía que deshacerme de estas ganas, pero me quedaba la satisfacción de que esa mujer hermosa, tarde o temprano sería mía, no descansaré hasta tenerla...