EL SISTEMA QUIERE QUE YO AYUDE AL VILLANO

Con sus piel doliendole a más no poder, llorando mientras recordaba las palabras del profesor Solomon, Valeria continuó caminando por aquella oscura escuela, intentando alejarse lo más que pudiera de aquellos rugidos.

Sostenía su pecho con fuerza, mientras usaba su otra mano para apoyarse en las paredes que aún estaban solidas. Intentaba, hasta donde el miedo se lo permitía, analizar la situación.

Si tan solo hubiera sabido la verdadera identidad de Serah, cómo prometida del profesor Solomon, hubiera negado la petición que le había hecho Rebeca.

No, tal vez incluso no hubiera creído en aquello en un primer momento, incluso si la propia Rebeca, hermana mayor de Serah, se lo hubiera confirmado.

Le costaba creer que una basura cómo ella, a la cual todos en la escuela acosaban, fuera en realidad la prometida del antiguo profesor de Biología, recientemente escogido director y mayor que ella por casi 20 años.

—¡Esto es un sueño!—dijo recostandose contra una pared—¡Tiene que serlo!

Comenzó a mmordercon tanta fuerza su dedo anular, que terminó por sacarse un poco de sangre, sumando así al dolor de la cortada en su brazo.

Tal vez, si ella se acostaba a dormir, de la misma manera como ella se había despertado en ese lugar, pudiera volver a su hogar, bajo la protección de sus padres.

Sin embargo, justo cuando iba a entrar a la que creía era la enfermería y poder dormir en una de las camillas, el sonido de unos pasos la hicieron sobresaltarse.

Tragando en seco, sintiendo como su garganta le dolía aún más, volteó su rostro, solo para sentir cómo su corazón latía más rápido.

A lo lejos, en medio de la oscuridad del pasillo, podía ver un extraña figura oscura que se acercaba con lentitud hacia ella, su miedo era tal que no podía moverse aunque no pudo evitar casi orinarse encima, de no ser porque la luz de la luna le ayudó un poco a reconocer quién se estaba acercando.

Al ver a los lejos a su novio, con el cual no había vuelto a hablar desde que había huido de la escuela, se emocionó tanto que corrió hasta este sin percatarse de lo que tenía por delante.

—¡Mierda!—gritó con dolor.

Estaba tan enceguecida de la alegría que tenía, que no había visto un ladrillo enfrente de ella. Así que, al pisar en falso, fue inevitable el haberse tropezado con este objeto.

Cayendo con brusquedad sobre sus rodillas, estaba intentando colocarse en pie, derramando varias lágrimas, mientras Anthony se acercaba como alma en pena, hasta donde había caído su novia.

—¡Anthony! ¡Ayúdame!—exclamó con bastante dolor.

Logrando sostenerse de los brazos de este, una vez él se acercó lo suficiente, logró ponerse de pie y abrazarlo con fuerza, producto del miedo que tenía.

—¡Gracias a Dios te he encontrado!—dijo Valeria—¡Lamento mucho haberte dejado abandonado en la escuela! ¡Tenía tanto miedo de que me descubrieran!

Recordando las palabras del director, la chica abrió con terror sus ojos, notando el olor fuerte a sangre y la quietud casi mortal, de la que el cuerpo de su novio se desprendía.

—An... Anthony?—preguntó con la voz entrecortada.

Oyendo el mismo gruñido gutural y monstruoso que le había aterrado minutos antes, dejó de abrazar a su pareja, para así poco a poco comenzar a retroceder.

Gracias a ese movimiento, puedo observar mejor a Anthony, bajo la luz de la luna en aquel oscuro lugar. Su novio, y cuál tenía la cabeza gacha, tenía aún el uniforme escolar puesto y este se encontraba rasguñado, así como lleno de sangre.

Así mismo, estaba manchado con un extraño líquido negro y viscoso, puya textura y color le recordaba bastante al petróleo.

—¿Amor?—preguntó con las piernas temblorosas.

Volviendo a a pensar una vez más en las palabras de Solomon, siguió retrocediendo y sin darse cuenta, sintió un vacío sepulcral y comenzó a caer por las escaleras.

—¡Maldición!—expresó asustada, golpeándose con fuerza su cabeza.

Sosteniendo débilmente su cintura, pensando por un breve segundo como Serah se había caído, levantó la mirada solo para ver los ojos del demonio en el rostro de Anthony.

—No...—susurró aterrorizada.

Con paso lento, pero seguro hacia ella, Anthony descendió por las escaleras y con su cuerpo retorcido y su boca llena de sangre abierta a todo dar, saltó hacia donde había caído.

—¡Ahhh!—gritó todo lo que pudo Valeria.

Sin embargo, nadie iría su rescate. Sus gritos y su agonía eran silenciados dentro de las paredes de esa deteriorada y terrorífica copia del edificio de su escuela.

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Serah, con un pequeño moretón en su frente, debido a la caída que había sufrido en el baño, había estado de mal humor toda la mañana. Tanto, que su cabeza seguía doliendo pese a las horas que habían pasado.

Frustrada por no tener ningún avance en el sistema, suspirando resognada a no poder hacer más nada, hasta que comenzara el segundo capítulo.

Por consiguiente, mientras esperaba a que el mesero trajera la comida a la habitación, buscó entre sus cosas, guardadas aun en su mochila, algo con lo que poder tener más información.

Aliviada porque en su mochila escolar tenía una tableta y un celular, se dispuso a cargar el segundo, mientras ojeaba un poco el primero, en lo que se terminaba de descargar.

Agradecida porque el WiFi en el hospital era libre para los pacientes, comenzó s navegar por el buscador, hasta encontrar una página web, la cual ofrecía datos concernientes a la familia Valentine.

—Veamos a ver...—susurró dando clic—¡ja! ¿De verdad estoy en esta página?

Si bien el sitio era una parodia cuyo nombre le recordaba a un wiki de dudosa bibliografía en la vida real, era el primer acercamiento que tenía con respecto a la información que había olvidado y ella misma había escrito.

Por lo que decidió darle una oportunidad, aunque tomaría los datos con pinza, valía la pena cómo un primer vistazo de lo que estaba buscando con ansías.

"LA FAMILIA VALENTINE

UNA HISTORIA DE NOBLES CAÍDOS

La familia o el clan Valentine, originaría de London, fue una antigua cuna noble de hace más de mil años. Reconocida por haber sido fiel a varios de los reyes y ancestros del rey actual, eran apreciados y muy respetados. Sin embargo, cuando la revolución civil estalló en 1810, se descubrió que el entonces patriarca, movido por la ambición, traicionó a la corona por más poder y riqueza.