Una Esposa Para El Príncipe Maldito

el Palacio Real de Deira resplandecía aquella tarde. los pasillos estaban cubiertos de flores blancas, los músicos ensayaban sin descanso y los nobles llegaban desde todos los rincones del reino. todos querían presenciar el compromiso del príncipe Jahir Hassan, el hombre más temido de Deira, con la enigmática duquesa Nora Aldridge, famosa por su belleza y por ser usuaria de magia..

cuando el carruaje con el sello del ducado entró en los jardines reales, un murmullo recorrió a los presentes. Nora descendió con una elegancia impecable.. su vestido color marfil resaltaba el brillo oscuro de su cabello y sus ojos serenos. saludó con una sonrisa tan dulce que hasta los soldados que la temían se sintieron desarmados.

el rey Jafar, sentado en su trono dorado, la recibió con los brazos abiertos.

Rey: ah, la futura princesa de Deira.. hermosa como siempre..

ella hizo una reverencia perfecta.

Nora: es un honor, su majestad. espero que esta celebración sea digna de su alegría.

pero cuando levantó la vista, sus ojos se cruzaron con los del príncipe Jahir.

él vestía un traje negro con bordes plateados, elegante, imponente… y con una sonrisa contenida que parecía decir veamos cuánto dura tu calma.

ella se acercó con paso tranquilo.

Nora: su alteza.. pensé que prefería las celebraciones pequeñas.

Principe: y yo pensé.. que prefería usted guardar silencio, como escribió en su última carta.

ella sonrió sin perder la compostura.

Nora: lo intentaré, aunque ya sabe… no soy buena obedeciendo.

el rey Jafar, sin notar el veneno entre líneas, aplaudió satisfecho.

Rey: ¡qué pareja tan vivaz! todos hablan de ustedes con admiración. dicen que la unión entre sus magias traerá prosperidad al reino.

Nora sonrió cortésmente, mientras por dentro pensaba..

[si no lo mato primero.]

la música comenzó y la pareja fue conducida al centro del salón.

todos observaban cómo el príncipe le ofrecía su mano a Nora para el primer baile. ella aceptó, aunque la presión de sus dedos fue tan firme como una amenaza silenciosa.

Principe (susurro): ¿sabe? esperaba verla temblar.

Nora: me temo que lo decepcioné.. soy bastante difícil de intimidar.

Principe: entonces tendré que intentarlo más fuerte.

Nora: hágalo, alteza. solo recuerde que no soy de las que se quedan calladas.

la orquesta subió el tono y el público los aplaudía sin imaginar que ese baile era en realidad un duelo disfrazado de romance.

mientras giraban bajo los candelabros dorados, ambos se miraban con fuego en los ojos, fingiendo ternura ante los nobles, pero pensando exactamente lo mismo:

esta guerra apenas comienza..

el murmullo del salón se apagó cuando el mago del palacio, un anciano de túnica azul profundo, se acercó con un cojín de terciopelo rojo. sobre él descansaban dos anillos dorados que brillaban con una luz encantada.

—por orden de su majestad el rey Jafar —anunció solemnemente—, estos anillos serán bendecidos con el sello de unidad del reino de Deira. que la magia que los una fortalezca su vínculo y su destino.

Nora observó al mago con calma, aunque podía sentir la energía antigua envolviendo las joyas. algo en su interior le decía que esa bendición no era solo simbólica. el príncipe tomó su anillo y, sin apartar la mirada de ella, deslizó el aro en su dedo.

Nora: felicidades, su alteza..

él se inclinó un poco, acercándose a su oído.

Principe: no me felicite todavía, mi querida prometida.. desde este momento… está condenada.

Nora mantuvo su sonrisa como si no hubiera escuchado nada, pero el brillo desafiante en sus ojos bastó para que Jahir supiera que lo había entendido.

el mago terminó la ceremonia y el salón estalló en aplausos. el rey Jafar se puso de pie, sosteniendo una copa de cristal. su voz, aunque algo cansada, resonó con emoción.

Rey: pueblo de Deira.. hoy mi corazón se llena de alegría. no solo porque mi hijo, el príncipe Jahir, ha encontrado a una mujer digna de su espíritu… sino porque he visto cómo ha cambiado desde que la conoció..

los invitados guardaron silencio, atentos. el rey miró a su hijo con ternura.

Rey: vi su rostro iluminarse con cada carta que llegaba del ducado Aldridge.. lo vi leerlas una y otra vez… incluso cuando fingía indiferencia..

un murmullo divertido recorrió el salón, y Nora apenas pudo ocultar una sonrisa triunfante. el príncipe, en cambio, apretó la mandíbula, forzando una sonrisa rígida mientras los nobles reían suavemente..

Rey: y eso.. me demuestra que el amor puede nacer incluso entre el fuego y el hielo. brindemos por ellos, por esta unión que traerá esperanza a Deira.

todos alzaron sus copas, vitoreando..

Jahir inclinó apenas la cabeza, murmurando..

Principe (susurro): fuego y hielo, ¿eh? veremos quién se derrite primero.

Nora (susurro): oh, no se preocupe.. yo nunca me derrito, alteza.

el sonido de las copas chocando se mezcló con el eco de los aplausos, pero en los ojos de ambos brillaba una promesa silenciosa..

el juego todavía no termina.