"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
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Doppelganger
Dos horas después del encuentro con Eleanor, estaba parado en el mismo maldito lugar, sintiendo cómo la desesperación me consumía. No sabía cómo desahogar mis sentimientos; todo parecía un caos. De repente, escuché a Terry suspirar desde el sofá.
—Escuché todo—, dijo sin pena alguna, su voz monótona y desapegada.
Lo miré, sorprendido, pero no hice gran cosa. Simplemente lo observé, esperando a ver qué más tenía que decir.
—¿Qué piensas hacer al respecto?— preguntó Terry, sin mostrar el más mínimo interés real.
—No lo sé—, respondí, sintiendo un nudo en la garganta. —No sé qué hacer.—
Terry abrió los ojos y se levantó lentamente del sofá, como si el peso del mundo no significara nada para él. Su falta de emoción era inquietante, casi inhumana.
—¿Cómo llegaste a este punto?— preguntó, su tono carente de cualquier tipo de empatía.
Me quedé en silencio por un momento, intentando ordenar mis pensamientos. —Supongo que fue una serie de malas decisiones. Una tras otra. Eleanor y yo... tuvimos nuestros problemas, pero nunca pensé que llegaría a esto.—
—¿Por qué te importa tanto?— preguntó Terry, su mirada fija en la mía, como si intentara descifrarme.
—Es mi hija—, respondí, la frustración evidente en mi voz. —No puedo simplemente dejar que se la lleven. No puedo perderla.—
Terry asintió lentamente, como si estuviera procesando la información de una manera mecánica. —La familia... es un concepto interesante. Pero no parece que te haya traído más que problemas.—
—¿Y qué sabes tú sobre la familia?— pregunté, un poco más agresivo de lo que pretendía.
Terry me miró con esos ojos vacíos, negros y sin alma. —Nada. Solo observaciones.—
Suspiré, sintiendo el peso de todo sobre mis hombros. —No sé qué hacer. No sé cómo luchar contra esto.—
—Tal vez no deberías luchar—, dijo Terry, su voz baja y desapegada. —Tal vez solo deberías... dejarlo ir.—
—No puedo—, respondí con firmeza. —No puedo simplemente rendirme.—
Terry se encogió de hombros. —Entonces sigue luchando. Pero no esperes que el resultado sea diferente. La gente no cambia, y las situaciones no siempre mejoran.—
—¿Por qué te importa?— pregunté, mirándolo fijamente.
—No me importa—, respondió Terry con una franqueza brutal. —Solo es interesante observar. Ver cómo te consumes en tu propia desesperación.—
Me quedé en silencio, sin saber qué más decir. Terry tenía una manera de hacer que todo pareciera insignificante, de hacerme sentir como si mis luchas no importaran en absoluto.
Finalmente, me moví y caminé hacia la ventana, mirando la ciudad que se extendía más allá de mi apartamento. —No sé qué va a pasar. Pero no voy a rendirme.—
Terry se quedó en silencio, observándome. —Haz lo que creas necesario. Pero recuerda, la vida es una serie de decisiones, algunas correctas, otras no tanto. Solo tú puedes decidir cuál es cuál.—
Asentí lentamente, sin apartar la vista de la ciudad. —Lo sé. Y haré lo que tenga que hacer.—
Terry no dijo nada más, simplemente volvió a su posición en el sofá, como si nada hubiera pasado. Pero sus palabras resonaron en mi mente mientras intentaba encontrar alguna manera de seguir adelante, de luchar por lo que era importante para mí, sin importar lo que costara.
Tomé las llaves de la mesa y me giré hacia la puerta, pero me di cuenta de que Terry seguía ahí, sentado en el sofá. Era temprano por la mañana, y me sorprendió que no hubiera salido como de costumbre.
Resistí la tentación de presionarlo más; sabía que no obtendría una respuesta satisfactoria. Suspiré y me giré hacia la puerta. —Voy a salir. Si vas a quedarte aquí, al menos no hagas nada estúpido.—
Terry se levantó de repente. —Voy contigo—, dijo, sin emoción alguna en su voz.
Lo miré, desconcertado. —¿Por qué querrías venir conmigo?—
—Curiosidad—, respondió de manera casi automática.
No tenía tiempo ni energía para discutir. —Está bien, haz lo que quieras.—
Terry se levantó del sofá sin decir una palabra, siguiéndome hacia la puerta. Había algo en su presencia que, aunque inquietante, se estaba volviendo extrañamente familiar.
—Voy a visitar a mi hija—, le informé, aunque no estaba seguro de por qué le daba explicaciones.
—Entiendo—, respondió Terry sin inflexión alguna en su voz.
Salimos del apartamento y comenzamos a caminar. La mañana era fría y oscura, Terry caminaba a mi lado, en silencio.
—¿Qué haces normalmente cuando sales?— pregunté, intentando romper el hielo.
—Cosas—, respondió Terry, su respuesta tan vaga como siempre.
—¿Cosas?— repetí, sin poder evitar sentirme frustrado.
—Sí—, dijo, y volvió a quedarse en silencio.
Nos dirigimos hacia el apartamento de Eleanor y Mark. Caminamos en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. La frialdad de Terry y su desapego total hacia el mundo a su alrededor me hacían sentir menos incómodo de lo que esperaba. De alguna manera, su falta de emoción era un reflejo de mi propia necesidad de mantenerme fuerte.
Llegamos a la puerta y toqué el timbre. Eleanor abrió y me miró con sorpresa, aunque rápidamente su expresión cambió a una mezcla de incomodidad y desdén al ver a Terry a mi lado.
—¿Qué quieres, tan temprano?— preguntó Eleanor, sin ocultar su molestia.
—Necesitamos hablar—, dije con frialdad. —Sobre Summer y sobre este maldito plan de mudarse al extranjero.—
Eleanor nos dejó pasar, su mirada recorriendo su casa antes de posarse en Terry. —Pasa, pero hazlo rápido.—
Mark apareció en la sala, su rostro tenso al vernos. —¿Qué es esto? ¿Por qué él está aquí?— señaló a Terry con desconfianza.
—No tiene importancia—, respondí con dureza.
Nos sentamos, y la tensión en la sala era palpable. Eleanor fue la primera en hablar, cruzando los brazos sobre su pecho. —No sé qué más decirte. Nos vamos porque es lo mejor para nuestra familia. Summer tendrá una vida mejor.—
—¿Una vida mejor lejos de su verdadero padre?— repliqué, mi voz cargada de frustración. —Nunca te molestaste en explicarle quién soy. Ella me llama por mi nombre, mientras que a él lo llama papá. ¿Qué clase de mierda es esa?—
Eleanor me miró con furia. —¡No puedes culparme por eso! ¡No estuviste aquí para ella! ¡Estabas en coma, joder! ¿Qué esperabas que hiciera?—
—Esperaba que tuvieras la decencia de prepararla para cuando volviera—, respondí, mi tono cada vez más imponente. —No soy un extraño, Eleanor. Soy su padre. Merece saberlo.—
Mark intentó intervenir. —Mira, estamos haciendo lo mejor que podemos. Summer está feliz, y no queremos perturbar su vida más de lo necesario.—
—¿Perturbar su vida? ¿Te escuchas a ti mismo?— dije, levantándome del sofá. —La estás alejando de su familia, de su verdadero padre, y lo llamas ‘perturbar su vida’.—
—Voy a luchar por ella—, decreté con firmeza. —No voy a dejar que se la lleven.—
Eleanor se puso de pie, su rostro rojo de ira. —No tienes idea de lo que es mejor para ella. Estás cegado por tu propio egoísmo.—
—¿Egoísmo?— me reí sin humor. —Egoísmo es pretender que puedes reemplazarme. No tienes ningún derecho a decidir lo que es mejor para Summer sin siquiera incluirme en la conversación.—
Mark se adelantó, intentando calmar la situación. —Necesitamos resolver esto de manera civilizada. No sirve de nada discutir así.—
—No estoy aquí para discutir—, dije, mi voz baja y amenazante. —Estoy aquí para asegurarme de que entiendan que no me voy a rendir. Si es necesario, llevaré esto a los tribunales. Summer merece conocer a su verdadero padre y tenerlo en su vida.—
Eleanor me miró con odio. —Haz lo que quieras. Pero no pienses que vas a intimidarnos.—
—Esto no es una cuestión de intimidación, Eleanor. Es una cuestión de justicia—, respondí, dándole la espalda. —Vámonos.—
Salimos de la casa, dejando tras nosotros una atmósfera cargada de resentimiento. Mientras caminábamos de regreso, Terry me observó con esa mirada fría y calculadora.
—¿Crees que tendrás éxito?— preguntó.
—No lo sé—, respondí honestamente. —Pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Haré lo que tenga que hacer.—
Terry asintió, su expresión tan inescrutable como siempre. —Bien.—
Y con esas palabras, sentí una determinación renovada. La lucha por mi hija estaba lejos de terminar, y haría todo lo posible para asegurarme de que supiera quién era su verdadero padre.
Caminamos en silencio durante unos minutos, el eco de la discusión aún resonando en mi mente. Sentía la furia y la desesperación mezclándose, creando una tormenta dentro de mí. Terry, a mi lado, mantenía su usual expresión impasible.
Finalmente, él rompió el silencio. —Hay una manera de resolver esto de forma rápida y definitiva—, dijo, su tono tan casual que casi no lo capté al principio.
Lo miré, intrigado y desconfiado. —¿A qué te refieres?—
Terry detuvo su paso, girándose para mirarme directamente. —Si quieres asegurarte de que no se lleven a tu hija, hay métodos... más efectivos que los tribunales. Métodos que ellos no verían venir.—
Me quedé mirándolo, tratando de entender la insinuación. —¿Qué estás sugiriendo?—
—Puedes hacer que desaparezcan—, dijo con una frialdad que me heló la sangre. —Sin ruido, sin sospechas. Solo... desaparecen.—
Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral. —¿Estás loco? ¿Estás hablando de matarlos?— pregunté, mi voz cargada de incredulidad y repulsión.
Terry no parpadeó. —Lo que sea necesario para mantener lo que es tuyo. No puedes dejar que te pisoteen. Si ellos te quitan algo importante, tú se los devuelves mil veces peor.—
La brutalidad y la falta de emoción en sus palabras me dejaron sin aliento. —No digas tonterías, Terry. Eso es... eso es enfermizo.—
—No estoy bromeando—, replicó con la misma calma inhumana. —El mundo no tiene reglas justas. Si juegas con la moral y la justicia, siempre serás el perdedor. Ellos ya te están quitando algo vital. ¿Por qué deberías comportarte como un tonto emocional?—
—Porque no soy un maldito asesino—, respondí, intentando mantener la compostura. —No voy a resolver esto con violencia. Eso solo empeoraría las cosas.—
—Esa es tu debilidad—, dijo Terry, casi con desprecio. —Te importa demasiado. Te importa lo que piensan, te importa lo que sienten. Es patético. Si quieres ganar, debes ser frío, calculador. Como ellos.—
—No voy a caer tan bajo—, dije, aunque una parte de mí no podía evitar considerar la frialdad con la que Terry hablaba. —Voy a luchar por Summer, pero no a ese precio. No me convertiré en lo que odio.—
Terry se encogió de hombros, su expresión indiferente. —Tu decisión. Pero recuerda
que mientras tú juegas según las reglas, ellos están un paso adelante, dispuestos a hacer lo que sea para mantener su ventaja. No te sorprendas si terminas perdiéndolo todo.—
Lo miré, tratando de encontrar alguna chispa de humanidad en sus ojos oscuros y vacíos, pero no había nada. Terry era un enigma, un vacío andante que imitaba ser humano sin realmente serlo.
Suspiré, tratando de calmarme. —Vamos, Terry. Necesito pensar, y tu presencia no ayuda en este momento.—
Caminamos de regreso a mi apartamento en silencio. Mis pensamientos giraban en torno a lo que Terry había dicho. ¿Realmente pensaba que la única solución era recurrir a la violencia? La mera idea me repugnaba, pero también me hizo cuestionar hasta dónde estaba dispuesto a llegar por mi hija.
Llegamos a casa, y Terry se acomodó en el sofá como si no hubiera pasado nada. Me dejé caer en una silla, la cabeza entre las manos. Necesitaba una solución, y rápido.
Terry se quedó un momento mirándome, como si evaluara mi determinación. Cuando salimos del apartamento, él habló de nuevo.
—Tuve una idea de cómo podrías lograr lo que quieres sin recurrir a lo que sugerí antes.—
—¿Qué tienes en mente?— pregunté, interesado a pesar de mí mismo.
—Hablaré con alguien que conozco. Alguien que pueda ayudarte a ganar el caso de custodia con medios más... legales, pero igualmente efectivos.—
—¿Por qué harías eso?— pregunté, desconfiado.
—Porque quiero ver si puedes ganar sin perderte a ti mismo—, respondió, su tono tan frío como siempre. —Y porque tengo curiosidad sobre cómo funcionará tu manera.—
Mientras caminábamos de regreso a casa, una extraña alianza comenzaba a formarse. Tal vez Terry no tenía emociones, pero parecía que estaba dispuesto a ayudarme a su manera. Y en este momento, cualquier ayuda era bienvenida.
La lucha por mi hija estaba lejos de terminar, pero al menos ahora no estaba solo en ella.
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...Terry en este capítulo es como:...
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético