Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 9
La semana había pasado rápido y como el duque lo había prometido el mismo se encargaba personalmente del entrenamiento de las jovencitas. Obviamente, por órdenes de la duquesa esto se mantenía en completo secreto, puesto que no quería que su hija fuera la comidilla de la sociedad.
Hoy no era la excepción, ambas jóvenes se encontraban practicando algunos ejercicios cuando de pronto vieron llegar al joven duque, junto con los hermanos Ferreira. Víctor al ver como su padre les enseñaba a ambas sobre resistencia se acercó a ellos y mirando desde una distancia considerable, dijo.
— Veo que la señorita Dayana es buena compañía para mi hermana.
Cristian al escuchar esto, miro en dirección de ambas y dijo.
— No sabía que la princesa se estaba instruyendo en el arte de la defensa...
— Bueno por lo que tengo entendido la señorita Lauren fue quien le pidió a su padre esto. Ella quiere ser soldado.
Cristian— ¿soldado?
Víctor — Sí, mi padre es quien las está entrenando.
Stefan al oír esto solo miró con dirección al campo donde ambas estaban practicando y al ver como ambas jóvenes luchaban con espadas de madera dijo.
— Parece que ambas tienen potencial.
— Verdad que si, le dije a mi padre lo mismo cuando las vi por primera vez.
El duque al ver que su hijo estaba allí le hizo señas para qué se acercará junto con los hermanos Ferreira y estar todos reunidos dijo.
— Hola muchachos... ¿Qué los trae por aquí a estas horas?
Víctor — Vinimos a buscar algunas cosas para nuestro viaje padre. — Víctor al igual que los hermanos Ferreira, por órdenes del emperador, tenían que partir esa misma tarde hacia las fronteras con Arista el imperio vecino y con quien tenían algunas disputas por las rutas de comercio. Sin detallar mucho su presencia allí dijo — Veo que ambas están aprendiendo bastante rápido.
— Sí eso parece, ambas son muy competitivas, es por eso que no me está costando mucho trabajo. Aunque a la señorita Dayana es mucho más feroz a la hora de combatir, es muy descuidada con sus puntos débiles. Pareciera no temer a ser lastimada...
Mientras el duque hablaba, tanto Sarah como Dayana luchaban entre ellas y al ver que tenían público Dayana saludo con su mano olvidando por completo la batalla. Sarah por su parte aprovecho ese descuido para golpearla con su espada en el brazo y con una sonrisa dijo.
— Moriste...
Dayana sonrió al igual que ella y dijo.
— Ya me canse de ganarte, no quiero que desistas y me dejes entrenando sola, fue por eso que te deje ganar.
Al oír esto Sarah dejó de sonreír y al mirar ambas al duque este las miraba con cara seria. Ambas se habían tomado el entrenamiento muy enserió, pero de un momento a otro olvidaban la seriedad y se ponían a jugar como niñas.
Cristian al ver como ambas jugaban miró al duque y dijo.
— Yo no recuerdo que fuera tan blando con nosotros cuando usted nos enseñaba a luchar.
Stefan — Ni yo.
Víctor – Con esa actitud harán que las maten.
El duque al oír esto, miro a las chicas y dijo.
– Lo que ellas aprendieron en una semana a ustedes les costó meses. — Al ver como los tres lo miraron mal, sonrió y dijo.– Pero tienen razón, creo que necesitan una lección. Conde Cristian... hijo, tomen una espada y demuéstrenles que esto no es un juego.
Ambos sonrieron maliciosos y tomando una espada de madera cada uno caminaron hasta el campo donde las chicas se encontraban y víctor fue el primero en hablar.
— Hermana... ahora pelearás conmigo. Quiero ver que tanto has aprendido.
Cristian sonriendo de la misma manera, se detuvo frente a Dayana y dijo.
— Señorita Lauren, ¿aceptaría una lucha de práctica?
Ambas miraron en dirección al duque y al ver que este solo las miraba expectantes, Dayana miró a Sarah y dijo.
— ¿Qué dice princesa, les mostramos lo que hemos aprendido?
Sarah Asintió ante las palabras de Dayana y agregó.
— Solo no sean tan rudos, recuerden que aún estamos iniciando.
Sin más los cuatro se colocaron en posición de combate y en cuanto la batalla comenzó, obviamente los chicos llevaban la ventaja, ellos llevaban utilizando toda su vida una espada y aunque ambas en estos días se habían acostumbrado al peso de la espada, el ver la destreza que ambos tenían, hizo que ambas pusieran toda su concentración en ellos.
Lucia/Dayana al ser en su vida pasada una asesina de la mafia, muchas veces le había tocado pelear con hombres mucho más fuertes que ella y es ahí donde su intelecto muchas veces comenzaba a trabajar. Al reconocer que el conde tenía un patrón de ataque, empezó a buscar un hueco en su defensa para poder atacarlo. Claramente, esto se le estaba complicando un poco, puesto que el joven conde parecía estar dispuesto a derrotarla. Sin que este se diera cuenta de su estrategia, bloqueo cada uno de sus ataques y en cuanto vio que estaba por atacarla nuevamente lo esquivó y aprovechando su estocada y el acercamiento golpeó la boca de su estómago dejándolo por un instante sin aire. El conde enojado por esto retomo la postura y volviendo a atacar, Dayana volvió a hacer el mismo truco, pero esta vez con su puño cerrado golpeó su cara, al sentir el golpe el conde si se quejó y agregó.
— Señorita Lauren juegue limpio... no me obligue a dejar de ser un caballero.
Lucia sonrió con burla y contestó.
— En ningún momento pedí que lo fuera, joven conde.
Cristian miró ofendido a Dayana y atacando nuevamente a la chica logró hacer que retrocediera, puesto que golpeaba su espada con una fuerza brutal, algo que a Dayana le costó mucho soportar y dejando cae su espada dijo.
— Me rindo... estoy agotada...
Cristian se detuvo y volteando a ver al duque, lo miro como preguntando que hacía y sin esperarlo pronto sintió como la espada de Dayana se posaba nuevamente en su cuello. La chica al ver como había logrado confundir a su enemigo, rápidamente se agachó y tomando su espada a punto en su yugular.
— Pero...
— Esta muerto joven Ferreira.
— Eso es trampa, te habías rendido.
– Creí que era una batalla, el enemigo jamás se rinde, por más inofensivo que se vea, no se tiene por qué confiar.
— No, tú me engañaste. Yo no perdí...
— Lo que usted diga, si eso lo deja dormir en la noche, muy bien, caí ante el mejor.
La clara burla de Dayana, hacía que Cristian enfureciera mucho más. Pero al ver como tanto su hermano como víctor se reían de él, dejó ese asunto para después y caminado hasta donde estaba el duque dijo.
— Esto no fue una derrota.
— Sí lo fue, fuiste engañado por una niña.
Stefan— Creí que la lección que te acaba de dar la señorita Lauren ya la tenías aprendida...
Cristian — Hermano solo fue una práctica, no quise ser duro con ella.– Al ver que víctor también reía de él dijo.— Y tú de que te ríes... vi por momentos que tu hermana te estaba dando una paliza.
El joven duque dejó de reír y contestó.
— Es buena, no quería matar su confianza tan pronto y es por eso que le di ventaja...
Stefan — Tú hermana te estaba dando una paliza solo que en cuanto escucho a Dayana rendirse se distrajo y tú la atacaste.
Víctor — Eso no es verdad.
El duque miró serio a su hijo y al conde y dijo.
— Cuando vuelvan de las fronteras tendremos que volver a entrenar juntos, hoy me demostraron ambos que aún no están listos. Las chicas casi barren en campo de batalla con ustedes.
Tanto Dayana como Sarah quisieron reír, pero al ver la cara del duque guardaron sus burlas. Luego llegó el turno de ambas y dijo.
— En cuanto a ustedes dos. Hija tienes que concentrarte más en ti, en una pelea real van a haber muchas distracciones, concéntrate en un problema a la vez.
Sarah — Sí padre, lo tendré en cuenta.— Dijo bajando su mirada, pero luego escucho.
– Estoy muy orgulloso de tu progreso. — Sarah sonrió y luego vio como su padre dirigía su mirada hacia Dayana — Señorita Lauren, esta vez ganó porque su oponente fue ingenuo, pero en un combate real jamás debería dejar caer su espada.
Dayana— Lo sé, es solo que es muy pesada... y sí probamos con otro tipo de armas, qué tal una katana, ¿No hay de esas aquí?
El duque la miro extrañada y preguntó.
— ¿Katana?
— Si es una espada también pero mucho más ligera. Es la que usan los Samurái y...– Dayana se encontraba explicando todo sin mirar al duque a la cara, pero en cuanto levantó su vista y entendió de lo que estaba hablando, guardo silencio y el duque volvió a preguntar.
— ¿Qué es un Samurái? No entiendo de qué habla señorita.
Dayana se reprochaba internamiento por ser bocona, pero de pronto dijo.
— ¿No han oído hablar de ellos?– Todos miraron a la joven expectante a su explicación y esta agregó— Son soldados de élite, ellos están altamente entrenados para proteger a sus monarcas. Como su trabajo consiste en defender a sus reyes o emperadores desde las sombras, sus trajes y espadas son sumamente ligeros, son entrenados por los mejores guerreros y son supersilenciosos...
Cristian al oír lo que la joven decía, sonrió y dijo.
— Estás inventando eso, quien podría ser así de silencio...
— Tal vez, o tal vez no...
— ¿Alguna vez viste uno?
– No, pero ese es el punto, no pueden ser vistos por nadie, son los mejores asesinos que puede tener un monarca.
El Duque al saber de qué clase de hombres ella hablaba dijo.
— Yo puedo decir que si son muy reales, los he visto en el palacio algunas veces, pero solo los ves si ellos así lo quieren. ¿Pero como es que usted sabe de ellos señorita Lauren?
Dayana otra vez guardó silencio y luego de un momento dijo.
— Por que mi abuelo me contó de ellos.
El duque no investigo más, por que sabía que él antiguo barón había sido un general de alto rango en la guardia del emperador, y tal vez por eso el podía saber sobre ese tema. Pronto los demás al ver que el duque creyó en su palabra, todos intentaron saber más, pero por miedo a meter más la pata nuevamente, Dayana solo dijo que solo eso sabia y que el punto de esa conversación era conseguir una espada tan liviana como una pluma, pero muy fuerte como para poder soportar los golpes de las espadas de hierro. El duque entendió su pedido y quedó en conseguir para ambas jóvenes una espada Samurái. Si eso era lo que las chicas necesitaba para ser las mejores espadachín del imperio, eso buscaría. Luego de estar por un momento más entrenando todos juntos, las chicas terminaron sus clases de ese día y los demás jóvenes decidieron que ya era momento de marchar, tenían que ir y volver en dos días, puesto que ese fin de semana se celebraría el cumpleaños del príncipe heredero y nadie podía faltar...