Shopia estudiante de enfermería es engañada por su gran amor, sin querer conoce a un familiar de su ex, con quien conocerá la otra cara del amor.
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Hiriente
La luna y el sol hacían parte del hermoso día, el viento agitaba las hojas amarillentas de los árboles, nada podía arruinar el hermoso día, le pedí a Selin que me deje en el hospital, estaba tan emocionada que quería compartir mi felicidad con el padre de mi hijo.
Zaíra escuchó el sonido de la puerta cuando la abría, se atrevió a besar a Derek en mi vista, ella vestía un vestido azul, unos zapatos de tacones altos y tenía una colonia de jazmines. No era una mujer perfecta, pero hermosa a los ojos de Derek. En ese instante mi felicidad desapareció, observe como los dos se disfrutaban uno del otro.
—¡Lamento interrumpir su momento!..., pero en este lugar no hay espacios para las amantes, puedes tomar tus cosas y salir por la misma puerta por la que entre Zaíra. Si no quieres que te haga un tremendo lío— me dirigí hacia ella algo molesta.
— ¡No te irás!— dijo Derek tomando de su mano y dirigiendo su mirada hacia mí.
—A ella también le endulzaste el oído, ¿qué pretendes Derek, tenerme a mi de esposa y a ella de tu amante?, no es justo para las dos, esta mañana abrí mis sentimientos hacia ti, me costaba aceptar que me había enamorado desde el instante que te conocí, te abrí mi corazón, te dije en todas las formas que te amaba y me dijiste que te sentías de la misma forma, ¿dónde quedo todo ese amor que dijiste sentir por mi?— Salió de mi boca con pequeñas lágrimas en mis ojos.
Zaíra miró a Derek confundida, no sabía exactamente que pintaba en todo este rollo.
—No le hagas caso, todo es una mentira— le dijo Derek a Zaíra.
— ¿Ahora lo niegas?, eso es lo que siempre hacen los hombres, su egoísmo es más grande que su amor, ¿te hace feliz estar frente a dos mujeres que sufren por tu amor y que te aman incondicionalmente?, solo quieres alimentar tu ego varonil, sin importarte nuestros sentimientos. Si no fuera por mi hijo, jamás me hubiese casado con un hombre tan egoísta como vos—dije lamentándome.
Zaíra, se sentía incómoda con cada palabra que decía, no aguantaba escuchar más, tomó sus cosas y se fue algo dolida.
Derek frunció su mirada, estaba molesto por el show que había armado, estaba contenta cuando vi que Zaíra se iba.
—¿Qué fue todo eso?— me preguntó algo molesto.
Sequé mis lágrimas fingidas, saqué de mi bolso la ecografía de mi hijo y se lo puse en sus manos.
— Si esto no significa nada para ti, mañana mismo te firmo el divorcio— le dije y salí de ese ambiente que me sofocaba el aire.
Derek al ver la primera foto de su hijo sintió una lluvia de emociones, en sus manos estaba decidir si quería ser parte de esta realidad. De pronto escuchó un doloroso grito que provenía desde lo más profundo de su corazón. No sabía que hacer para disculparse conmigo, así que lloró solo en su soledad. A veces uno puede ser tan hiriente con los demás.
La culpa no agobiaba a la madre de Ezequiel después de su mala conducta humana, las sesiones de quimioterapia alteraban sus cambios de humor, en momentos era una mujer dulce y comprensiva, pero al rato se convertía el alguien fría y calculadora. Ezequiel se hacía un poco de tiempo en el trabajo y acostumbraba a acompañarla a sus sesiones. Vio a su madre sentada en el sofá, a lejos se notaba que la señora llevaba algo en el rostro, y era enfadó. Al ver que su hijo se asomaba hacia ella, sin antes saludarlo empezó con sus ataques.
—¡Escuche decir que fuiste a ver a Derek!, te prohíbo que lo hagas—hablo la mujer fríamente a Ezequiel.
— Ya soy algo grandecito para decidir que tengo y que no hacer mamá— comentó algo irritado por la situación.
Para la señora esa contestación perturbó sus pensamientos y no tuvo control de sí, le dio una cachetada a su hijo con toda su furia desencadenada.
Ezequiel miró fijamente los ojos de su madre, su corazón se aceleró, con solo recordar lo que su madre había hecho, sintió lástima por ella, el odio que sentía por su hermano la estaba convirtiendo en alguien vil y áspera.
—¡Te desconozco mamá!, pero si realmente no quieres terminar sola, te aconsejo que ablandes ese corazón que aún lucha por latir. Hoy después de mucho tiempo no voy a acompañarte a tus sesiones, porque la decepción es más grande que tu enfermedad.
Ezequiel tiró la puerta de su casa antes de salir, sabía que en cualquier momento su madre tendría una recaída y podía perderla, por eso siempre intentaba darle más felicidad que decepciones, para no agitar su vida, se dejó chantajear por Diana, y eso causo que nuestro amor quede en la nada, sentía que su sacrifico había sido en vano, porque su madre era algo egoísta con parte de su pasado.
Sin rumbo vagaba por las calles en su auto, hasta que me vio cruzar por la avenida Heras, detuvo el volante y corrió para alcanzarme.
—¡Hola Shopia!— toco mi hombro para que notara su presencia, porque apareció tras de mí.
—¡Ezequiel!... ¿Qué haces aquí?— me sorprendió su presencia.
—Daba una vuelta y te vi cruzar la avenida, tienes los ojos hinchados, ¿estuviste llorando?
—¡No!, solo que no dormí bien.
—¿Estás segura?, ¿tienes problemas con mi tío?
—El abrigo de tu tío esa noche marcó nuestras vidas Ezequiel, todo podía haber sido distinto, pero de nada me arrepiento ahora.
Él me miró algo extraño hasta que nos sentamos en una pequeña plaza para conversar un poco. Tome la pequeña foto de mi hijo y se la mostré. En su mirada había felicidad, el entendía a la perfección como me sentía, me miró y me regalo una de sus sonrisas hermosas que siempre me enamoraba.
—Llevas una hermosa vida dentro de útero Shopia, ¡felicidades! — dijo y a continuación me dio un cálido abrazo.
Hice un viaje al pasado, recordé los momentos que solíamos tener, mi corazón aún sentía muchas cosas por él, pero ya nada importaba, el pasado tenía que quedar atrás, aunque tenía deseos de besarlo, el pequeño corazón que latía dentro de mí, me lo impedía.