Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Amor...
La cargó para recostarla con delicadeza en la cama, colocándose sobre ella, sellando sus labios con un beso tierno y duradero.
—«¿No se supone que es un experto, por qué siento que juega conmigo?»— pensamientos que claramente no le agradaron mucho a Donatello.
Johana creció una parte de su vida, escuchando como un hombre podía llegar a ser muy apasionado a la hora de intimar, desafortunadamente para ella, solo eran ideas de lo que escuchó de la boca de otras personas, nunca había experimentado algo parecido a lo que decían, resultando ser que se estaba decepcionando de como estaba sucediendo en su primera vez, había algo que no despertaba al cien por cien, su interés, aunque sus sentimientos no estaban en duda, creyó que la química entre cuerpo a cuerpo, podía ser diferente, mucho mejor.
—¿Crees qué estoy siendo muy malo en esto?— necesitaba escuchar la respuesta.
—Es solo…— entrecerró los ojos y volteó hacia un lado. —En mi primer noche aquí, usted se escuchaba mucho más feliz y proactivo— creyó que necesitaba decirlo para saber la razón.
Donatello se detuvo por un momento, intentando explicar con las palabras correctas, lo que Johana quería saber. —A ti te quiero, no es solo deseo, por eso trato de cuidarte como lo mereces. Aunque se que mi pasado me perseguirá, no me gustaría que recuerdes algo como lo que pasó anteriormente— se cubrió parte del rostro, con la mano derecha, se sentía avergonzado y estúpido por lo que antes hizo.
—Lo siento, por echar a perder el momento— se disculpó, sentándose sobre la cama y alcanzando el cuello del duque para abrazarlo.
—Yo también te quiero— le habló al oído, iniciando nuevamente un camino de besos, ahora en el cuello del hombre, por lo aprendido creía saber que hacer.
Mordía de vez en cuando por donde pasaba su boca, recorriendo el cuello del hombre, llegando a su mandíbula y subiendo a sus labios, comenzando nuevamente con un beso, aunque esta vez más fogoso y lleno de deseo.
—Hagámoslo— jadeo al hablar, —estoy deseosa de ser tuya— continuó.
Donatello no necesitaba más, estaba más que excitado por las acciones de la jovencita, era algo que le costaba creer tomando en cuenta que ella nunca había estado con alguien de esa manera.
—Espero que aguantes— le susurró.
Terminó por deshacerse de su propia ropa y bajó hasta la altura de los pechos de la joven, comenzando a amasar uno y devorando cuan hambriento, el otro, jugaba con su lengua y hacia movimientos que claramente, Johana disfrutaba muchísimo.
Hizo lo mismo con ambos senos y bajó un poco más, dejando un camino de besos por el cuerpo de la castaña, hasta que llegó a aquel lugar donde sabía que la joven podría tener muchísima más satisfacción, con sus dientes comenzó a quitar la ropa interior de la mujer, que aún continuaba con ella, observando que ya estaba más que húmeda, al dejarla a un lado, cuidadosamente hizo que abriera un poco las piernas, para darle espacio suficiente para lo que tenía pensado hacer. Introdujo su cabeza en ese lugar, comenzando a deleitarse con esos pliegues tiernos y suaves, incluso la castaña arqueaba la espalda por lo que estaba sintiendo. Era indescriptible, las sensaciones en sus cuerpos.
Los jadeos se hicieron escuchar, no podía permitirse mantenerse callada. De vez en cuando se mordía los labios y miraba a dónde se encontraba el duque, llevando a cabo la tarea.
Cuando Donatello notó que Johana ya estaba más que lista, se separó de aquella zona y la miró fijamente a los ojos…
—Sabes delicioso— le habló.
La acercó un poco más a él y se acomodó entre las piernas de Johana, haciendo que la chica por primera vez se sorprendiera, pues dejaba a la vista su muy notable dureza, algo que ella deleitó con los ojos y sus gestos decían cuan feliz estaba por lo que veía.
—Si duele y quieres que me detenga, dímelo— advirtió antes de comenzar.
La castaña solo asintió y enseguida comenzó a sentir como aquella dureza se abría paso por su cálido interior, el duque lo hizo lento y besando los labios de la joven para que el placer tuviera más lugar que el dolor sentido por ser la primera vez.
Cuando sintió que Johana se había adaptado a su miembro, comenzó un vaivén lento, subiendo la intensidad mientras pasaban los segundos. Lograba sentir como era recibido tan cálidamente en aquel interior, ambos gozaban del proceso que llevaba hacer el amor por primera vez. La actividad continuó por un tiempo, hasta que ambos alcanzaron el clímax.
Donatello llevó en brazos a su amada al baño, pues quería lavar su cuerpo, como disculpa si es que llegó a ser rudo en el acto.
Aunque con vergüenza, Johana tuvo que aceptar que al otro día alguien viera la sábanas en el suelo, ya que al ser la primera vez había quedado con manchas de líquido rojo.
—Tranquila, nadie puede meterse contigo— habló el duque.
—No le temo a eso, es que sé lo que pensaran de mí— se acurrucó en el pecho de Donatello.
Sabía cómo era la servidumbre, lo había vívido en su antigua casa, ella escuchaba las burlas y el rechazo hacia ella y hacia cualquiera que estuviera en la boca de alguien.
—Podré soportarlo.— Aseguró.
Después del baño muy merecido, ambos salieron y tal vez querían continuar, pero para ser la primera vez estaba bien con una vez. Por supuesto lo harían más seguido y poco a poco se irían acostumbrando.
gracias por escribir