Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capítulo 16
Capítulo 16: El Secuestro
Al despertar, Lucía sintió una inquietud en su interior, como si alguien estuviera acechándola. Decidió hablar con el Capitán Roderick sobre sus presentimientos.
—Capitán, siento que alguien viene por mí —dijo Lucía, preocupada.
El capitán la tranquilizó con una sonrisa y una mano en su hombro.
—No te preocupes, Lucía. Aquí estamos todos tus amigos y compañeros. No dejaré que nada te suceda. Relájate.
Lucía, un poco más tranquila, decidió pasear por el campamento para despejar su mente. Mientras caminaba, observó a sus amigos entrenando y preparando el campamento para la noche. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho.
De repente, un hombre apareció de entre los árboles. Era Darius, el cazador enviado por la reina. Lucía gritó pidiendo ayuda, despertando a todos en el campamento.
—¡Ayuda! —gritó Lucía.
Darius, al ver que la situación se complicaba, noqueó a Lucía con un golpe rápido. Ella se desmayó y cayó al suelo. El Capitán Roderick, al escuchar el grito, corrió hacia ella.
—¡Suelta a la chica! —gritó el capitán.
Darius levantó a Lucía y la subió a un caballo, atándola firmemente. El capitán, desesperado, ordenó a los arqueros que dispararan.
—¡Disparen, arqueros!
Una de las flechas perforó el hombro de Darius, pero él, a pesar del dolor, siguió escapando en el caballo. Cabalgó hasta llegar a una cabaña en las afueras del bosque, donde se ocultó brevemente para tratar su herida. Amarró a Lucía a una silla y comenzó a tratar su herida.
Lucía despertó lentamente, sintiendo el dolor en su cabeza y la incomodidad de las cuerdas que la ataban. Miró a Darius con disgusto.
—¿Qué piensas hacerme, rufián? —preguntó Lucía, tratando de mantener la calma.
Darius, ocupado tratando su herida, respondió con frialdad.
—Cállate, chiquilla. No tengo tiempo para perder contigo.
Le puso un trapo en la boca para silenciarla y continuó tratando su herida. Se quitó la flecha del hombro y apretó una banda alrededor de la herida para detener la sangre. Lucía, impotente, observó cómo su captor se curaba a sí mismo.
Sabiendo que no podía quedarse mucho tiempo en la cabaña, Darius decidió marcharse rápidamente. Subió a Lucía nuevamente al caballo y continuó su huida hacia un lugar más seguro.
Mientras tanto, en el campamento, el Capitán Roderick organizaba un grupo de búsqueda para rescatar a Lucía. Sabía que cada minuto contaba y que debían actuar rápidamente.
—No podemos dejar que se la lleve —dijo el capitán, decidido—. Vamos a encontrarla y traerla de vuelta.
Hugo, Mateo y los demás amigos de Lucía se unieron al grupo de búsqueda, armados y listos para enfrentar cualquier peligro. Sabían que Darius era un cazador hábil y que no sería fácil rescatar a Lucía.
El grupo de búsqueda avanzaba rápidamente por el bosque, siguiendo las huellas del caballo de Darius. El Capitán Roderick lideraba el grupo, su mente enfocada en rescatar a Lucía.
—No estamos lejos —dijo Hugo, observando las huellas—. Debemos apresurarnos.
Finalmente, llegaron a la cabaña donde Darius se había ocultado brevemente, pero encontraron el lugar vacío. El capitán frunció el ceño, sabiendo que Darius había continuado su huida.
—No puede estar muy lejos —dijo el capitán—. Sigamos buscando.
Darius, herido pero determinado, continuaba su escape con Lucía. Sabía que debía encontrar un lugar seguro donde pudiera esconderse y planear su siguiente movimiento. Mientras cabalgaba, pensaba en su misión y en las palabras de su hermana Yasuba.
—No fallaré —se dijo a sí mismo—. Lucía será capturada y llevada ante la reina.
La batalla por el destino del reino estaba lejos de terminar, y Lucía, con su nueva sabiduría, se preparaba para lo que vendría. Sabía que con el apoyo de sus amigos y la guía del Árbol Madre, podría enfrentar cualquier desafío.