Akira un día despertó en el cuerpo de Mei, una princesa ignorada por su esposo el segundo príncipe, ahora Mei dejará de lado a ese esposo suyo y buscará liberarse de ese matrimonio y unirse al ejército de su padre.
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capítulo 11- déjeme ir majestad
Ya que el príncipe se había ido, se regreso a la habitación para cambiarse, necesita una ropa más cómoda pues sintió ganas de entrenar un poco, debe ganar más fuerza. También pidió libros de la historia, para aprender un poco más de ese mundo en el que está, así pasaba sus días, entrenando y después salía con Sumi a beber el té o dar paseos por la ciudad, cosa que al príncipe seguía sin gustarle, pronto, llegó un llamada del emperador, que deseaba verlo, pero no solo a él, también quería ver a Mei, ya que siendo hija del gran general, debía saber como va su matrimonio.
Jiro no esta muy feliz por ello, sobre todo porque Mei ahora ya no es para nada la dama refinada que un día fue; muy a su pesar, envió al sirviente para avisarle, Mei quería negarse, pero su sirvienta Yama, fue quien le dijo, que no debe desobedecer una orden del emperador o podría causar que fuese castigada o incluso podría ser ejecutada. Mei pide que la preparen y ya en la entrada, ambos suben al carruaje, pero Mei solo luce malhumorada.
- que horrible tener que ver tu cara todo el camino.
El príncipe se enoja al escuchar sus palabras.
- tú no eres para nada linda.
- ¿estás ciego? Yo soy la mujer más hermosa del mundo, el día que me pierdas, lloraras por mi, todos los días.
- por el contrario, ya deseo el día en el que no te vea nunca más. Solo por tu padre, es que el emperador no me concede el divorcio.
- cobarde, por algo el emperador nunca te considera.
Eso si que le hace enojar mucho a Jiro, pero no puede castigarla. Paso un largo rato en silencio hasta llegar al palacio, vaya que era enorme y digno de un emperador, todo con un diseño como los que había visto en libros, con grandes estatuas de oro, todo custodiado por guardias, ambos fueron llevados hasta el salón del trono, un lugar con una puerta doble de la madera más fina y su camino es guiado por una enorme alfombra roja, hasta llegar al pie del trono, ahí el emperador, los espera en ese trono, adornado de oro, ambos se inclinan ante él, era un hombre ya mayor, de una mirada imponente.
- princesa Mei, tanto tiempo sin verla.
- ha pasado mucho majestad, es un honor para mi estar en su presencia.
- que modesta. Tu padre ha hecho grandes logros, últimamente esta defendiendo la frontera y te aseguro que esta a salvo.
- muchas gracias majestad, me alegra saber que mi padre esta bien y protegiendo este país.
- bueno, les llame aquí porque, quiero que el tercer príncipe considere sobre dirigir al tercer escuadrón.
- m-majestad, usted sabe sobre mi estado de salud, el médico mismo se lo confirmo.
El emperador golpea el brazo del trono ante la negativa del príncipe, sin duda un completo cobarde. Mei le mira y muestra una leve sonrisa ladina.
- majestad, pido permiso para hablar.
Mei dio un paso hacía adelante, manteniendo la cabeza abajo.
- habla, niña.
- si el tercer príncipe no puede dirigir el tercer escuadrón, entonces déjeme hacerlo a mi.
El salón se lleno de silencio, incluso los guardias y sirvientes que ahí estaban, se quedaron en silencio. El príncipe avergonzado por eso, se acercó a Mei y le jala del brazo.
- perdone por esta grosería de mi esposa majestad, yo la disciplinare.
El emperador mira seriamente a Jiro y este suelta a Mei.
- vaya vergüenza de hijo que tengo, incluso su esposa se ofrece a ir a la guerra por él.
- majestad, la princesa ha estado mal, sufrió una fiebre muy alta.
- majestad, le pido no tome a broma mi petición, hablo muy enserió, como hija del gran general, he entrenado y tengo ese orgullo de querer proteger a mi país y al emperador.
El emperador sonríe ante las palabras de la chica, la recuerda muy tímida, pero hoy, esta hablando sin ninguna pizca de timidez. Sin duda, si ella fuese hombre, el general tendría un digno heredero.
- no puedo dejar que una jovencita vaya a un lugar peligroso, el gran general nunca me lo perdonaría.
- alteza ¿que puedo hacer para que considere mi petición?
- basta! Majestad, me la llevaré enseguida.
- ¿por qué? ¿Te humilla que ella sea más valiente que tú? Que vergüenza.
- por supuesto que no majestad, pero pido perdón por no haberla disciplinado como se debe.
- princesa, admiro su valor, pero me niego a enviarla a un lugar peligroso y el ejército no es para una mujer.
- pero majestad...voy a demostrar que si puedo.
Mei le hace una reverencia nuevamente y ya el emperador les ordena retirarse ya que el tercer príncipe no quiere hacerse cargo del tercer escuadrón.