Ming ha amado a Valentina Jones, su mejor amiga, toda la vida, pero nunca se ha atrevido a decirle lo que siente. Cuando su madre, que está muriendo por un cáncer, le pide como último deseo que despose a Valentina, Ming pierde la cabeza. Esa locura temporal lo arroja a los brazos de Valentina, pero el miedo a decirle la verdad arruina todo.
Ahora su mejor amiga cree que la está usando y se niega a escuchar la verdad.
¿Podrá el destino unirlos o las dudas terminarán separándolos aún más?
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Cordura
Ming
–¿Y? –pregunta mi mamá en cuanto me ve entrar a su habitación.
–¿Y qué?
Pone los ojos en blanco. –Está embarazada, ¿verdad? –pregunta sorprendiéndome.
–¿Lo sabías?
–Bastaba con verla.
–Lo está –digo desanimado mientras me siento a su lado.
Mamá toma mi mano y me mira con pesar. –¿Es de su novio?
–¡Claro que no! –respondo con vehemencia–. Ese bebé es mío.
–Oh, mis pequeños –solloza mientras se sienta para abrazarme–. Me siento tan feliz por ustedes. –Se aleja y mira para todos lados–. ¿Dónde está Val?
–No lo sé –respondo mientras vuelvo a sentir la misma frustración que sentí hace un rato cuando discutimos–. Creo que en su departamento, no lo sé.
Mamá acaricia mi rostro. –Habla con tu mamá.
–La cagué con Val, mamá. Tan mal –admito–. Le dije que…–callo avergonzado–. No cree que la amo.
–Claro que lo cree.
–No lo hace –insisto–, y es mi culpa. No fui sincero, no le dije que la amaba cuando necesitaba escucharlo y ahora es muy tarde.
Mamá ríe. –Ay, mi amor, nunca es tarde. Tú y Val estarán bien, confía en mí.
–No quiere casarse conmigo.
–Oh, lo hará. De eso me encargo yo, no te preocupes.
La miro, confundido. –¿Qué quieres decir con eso?
Besa mi mejilla y niega con su cabeza. –Tú déjaselo a tu mamá –responde antes de incorporarse.
Tomo sus hombros y la obligo a acostarse, pero golpea mis manos.
–¡Mamá, tienes que estar en cama!
–Tengo muchas cosas que hacer –dice levantándose con una energía renovada–. No puedo irme de este mundo sin dejarle la vida resuelta a ti y a mi nieto. –Sonríe antes de caminar a su vestidor–. Deja todo en mis manos, cariño.
Quiero discutir, pero mi teléfono, vibrando en el bolsillo de mi jeans, me distrae.
Respondo rápidamente pensando que se trata de Val.
–Hola –saluda Renji y mi entusiasmo se desinfla.
–Eres tú –susurro desanimado.
Renji ríe. –Qué suerte la mía –bromea–. Tengo al mejor amigo de todo el puto mundo.
–Pensé que eras Val.
–Sin progreso, ¿eh?
Suspiro. –Realmente no sé cómo responder eso.
–Mierda. Así de mal, ¿no?
–Podría decirse que sí –confieso.
Las cosas con Val van de mal en peor.
–Lo siento, hermano. Ten paciencia, las cosas tienen que mejorar.
Vuelvo a suspirar, cansado de tener que esperar. –Lo intentaré.
–Te llamo para pedirte que seas mi padrino en la boda –declara y yo sonrío. Al fin una buena noticia–. También les pediré a Alek, a Conor y a Mauro, pero primero quería pedírtelo a ti.
–Sería un honor. ¿Cuándo es la boda?
–La próxima semana –dice y ríe.
Vuelvo a sonreír. Antes Renji nunca sonreía y mucho menos reía, pero ahora, con su mujer y su hijo, lo hace a menudo, y es un gusto poder contemplar tanta felicidad en su mirada.
–Es pronto.
–Lo sé, pero no quiero esperar un día más. Quiero que Emma sea mi esposa ya. Si pudiera hacerlo esta noche sería el hombre más feliz de este mundo, pero mi chica se merece una boda por todo lo alto.
–Claro que sí, hermano. Emma se lo merece.
–Me gustaría que Mei pudiera viajar.
Miro a mi mamá y niego con mi cabeza. –No creo que mi mamá esté en condiciones de viajar.
–¿Viajar a dónde? –pregunta mamá curiosa.
–Renji se casa la próxima semana.
–¡Claro que estaré ahí! –grita entusiasmada.
–Mamá –advierto.
Golpea mi brazo. –No seas aguafiestas, hijo. Uno de mis pequeños se casa, por supuesto que estaré ahí.
Miro el techo de la habitación, frustrado.
Estas mujeres me volverán loco.
–¿Escuchaste?
–Lo hice –responde contento–. Es el próximo sábado, pero si pueden llegar el jueves sería ideal.
–Ahí estaremos –declaro sabiendo que no hay fuerza en la tierra que le impida a mi mamá subirse a un avión para ver a Renji casarse.
Escucho que Dylan llama a su papá y mi corazón es apretado en mi pecho. Pronto yo tendré a un pequeño que me llame así.
–Tengo que irme. Dylan quiere que lo ayude con algo –dice antes de colgar.
Mierda, ya quiero tener que colgarles a mis amigos por mi hijo.
Mi pequeño.
Tomo la foto del bolsillo de mi jeans y miro esa pequeña lucecita, que me inflama el corazón y me da la energía que necesito en este momento.
Por ti, hijo, conquistaré a tu madre. Ya lo verás.
Mamá me quita la foto y mi corazón vuelve a ser apretado en mi pecho cuando pequeñas lágrimas caen en espiral por sus mejillas hasta su barbilla.
–Me siento tan feliz por ti, cielo –dice antes de abrazarme con fuerza–. Serás el mejor papá de este mundo, no tengo duda de ello.
Sujeto su rostro entre mis manos y beso su frente. –Tuve el mejor ejemplo –digo con una sonrisa–. Quiero ser tan buen padre como tú lo has sido conmigo, mamá.
Mamá solloza antes de volver a abrazarme. –Y lo serás, cielo. –Se aleja y golpea mi mejilla con cariño–. Ve.
–¿Ah?
–Ve –insiste–. Ve a hablar con Val. Tiene que ir con nosotros a la boda.
–Mamá, no creo que quiera ir.
Niega con su cabeza. –Dile que yo me sentiré más tranquila si ella nos acompaña.
–Mamá, no creo que sea una buena idea –digo reticente.
No quiero otra discusión con Val. Eso no puede ser bueno para nuestro hijo.
–Ve –ordena tozudamente y sé que lo mejor es obedecer.
Solo espero que, si el bebé que estamos esperando es una niña, no sea tan tozuda como mamá y Val lo son.
Eso acabaría con mi cordura.
*****
Golpeo la puerta y espero pacientemente. Cuando pasan unos segundos y no pasa nada, insisto.
Mierda, quizá Val no ha vuelto a su departamento.
Me castigo mentalmente. Tendré que organizar a varios guardias para que la sigan de ahora en adelante. Val tiene a mi hijo en sus entrañas y tengo que protegerlo desde ya.
La necesito a salvo.
Tomo mi celular y le escribo a mi mano derecha para que se encargue de la seguridad de Val.
–¿Ming?
Me giro al escuchar la voz asustada de Val.
Enfurezco cuando la veo al lado del idiota de su ex, quien me mira con displicencia. Tiene a mi chica agarrada por la cintura, como si le perteneciera.
–¡Saca tus putas manos de la cintura de mi mujer! –ordeno mientras me acerco a él.
Hoy por fin lo mataré.
Espero que esto no cambie nada los resultados🥺😬