Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 10: Cúpula y pretendientes.
Kallias se encontraba nuevamente fuera de las instalaciones del hospital central de la manada, la gente iba y venía ignorando el horrible olor a antibióticos, enfermedad y muerte. Le revolvió el estómago. Él miró a ambos lados, ese día decidió ir solo, no quería a su familia envuelta en ese lío de enfermedades y hospitales. Simplemente, no los quería allí en ese feo ambiente.
Él ingresó, el guardia le sonrió, ya conociendo la cara del Omega, llevaba un año acudiendo todos los días, según tenía entendido, a visitar a su Alfa en coma. Le dio tristeza el pensar en un dulce Omega sin su Alfa, pero al ver la mirada de fastidio y escuchar el tono indulgente con el que le hablaba al médico, se le quitó, a este tipo de personas no les gustaba la lástima de los demás, él lo aprendió a las malas y no volvería a cometer el mismo error dos veces.
Kallias pasó por su lado sin prestarle atención, estaba suficientemente ocupado con intentar controlarse y no darse la vuelta he irse a su casa.
Jodido Alfa de mierda, ¿Por qué no despiertas ya?
De verdad estaba fastidiado, y la mirada de reproche del doctor en él no ayudaba, lo que el estúpido ese quería era verlo abrazando a su Alfa en un mar de lágrimas. Como si eso fuera a pasar. Tal vez antes si lo hubiera hecho, pero ya no, a media que el amor bajaba, el odio crecía, estaba empezando a odiar a su esposo y si no se despertaba rápido estaba seguro de que podía cometer una locura. Principalmente, porque controlar los efectos de un lazo roto por su cuenta no le ayudaba en nada.
Él suspiró y tomó asiento, dispuesto a esperar lo que quedaba del día, hasta la noche, para estar atento a notificaciones del estado de su esposo. Cómo todos los días.
…
Lucia, en la habitación 49 C, del hospital central de la manada luna roja, miró a través de la ventana, afuera se encontraba un lindo Omega, si sus cálculos no le eran fallidos, llevaba un año visitando el hospital todos los días, ya se había acostumbrado a su presencia y como el primer día no podía dejar de mirar lo hermoso que era, tenía todo lo que a ella le gustaba. Especialmente porque le recordaba a cierto alfa de ojos verdes como el omega.
Ella terminó de arreglar la cabecera de la cama de su paciente, le dio unas pastillas y salió de la habitación.
Se paró frente al lindo Omega, dispuesto a saludarle.
— Hola lindo — le dijo, sonriéndole con coquetería.
Kallias la miró sin intereses desde su silla, dos asientos alejados de las demás personas, primero, porque nadie quería acercarse al omega con humor agrio, y segundo, porque Kallias no quería que se le acercaran.
— ¿Sí? — Él preguntó, intentando sonar lo más educado posible, no quería hablarle feo a la Alfa frente suyo, podría estar muy fastidiado, pero ante todo era un caballero.
Ella sonrió, ya sabiendo el humor que se cargaba el lindo Omega, amargo, justo como a ella le gustaba. Se relamió los labios.
— Quiero salir contigo — Le dijo, su sonrisa fluyendo con naturalidad.
Kallias arqueó una de sus finas cejas.
— ¿Salir a dónde? — Él miró a la Alfa sin comprender a lo que se refería.
Ella sonrió encantada por la inocencia del lindo Omega, sacó una libreta de su bolsillo, un bolígrafo de su saco e hizo unas anotaciones.
— Nos vemos — Y se fue por dónde había llegado, tomando una curva antes de entrar en la habitación de otro de sus pacientes.
Kallias la vio irse, desdobló el papel, e hizo un esfuerzo por leer la confusa letra cursiva.
… Nos vemos esta noche lindo, restaurante, Comme c'est délicieux por la 38, a las 9 PM
PD: No llegues tarde…
Él miró en la dirección en la que se había ido la Alfa, sin comprender, luego abrió sus ojos en sorpresa y soltó una carcajada al comprender lo que sucedía. Lo acababan de invitar a una cita. Le estuvieron coqueteando y él no se había dado cuenta.
— Oh — Y se levantó, dispuesto a tirar el papel a la basura. Pero luego decidió no hacerlo, por alguna razón, pensaba que esa cita se tenía que llevar a cabo.
Tomó asiento nuevamente, alejado de sus compañeros visitantes, se quitó un mechón de pelo de la cara con una mano y levantó el mentón con superioridad cuando pasó el doctor que atendía a su esposo.
— Buenos días — Le dijo el doctor.
Kallias arqueó una ceja y se le quedó viendo por un largo rato, poniendo incómodo al doctor. Luego sonrió
— Serían buenos si no estuviera metido aquí — Levantó sus manos y miro sus uñas por un momento — Pero buenos días de igual manera —
Sebastiano gruñó desde su lugar. Agarró el cabello de la Omega y la jaló hacia arriba, con la otra mano sosteniendo su cintura.
— Eres una perra — Y embistió más duro, Sintiéndose incómodo con los gritos de placer que su amante le daba.
Alzó su mano y tapó su boca, luego la agarró por las piernas y la alzó en el aire, hasta caminar y empotrarla sin cuidado contra la pared. Siguió dando embestidas duras y erráticas, escuchando el ruido ahogado de los gemidos de la Omega en su mano.
Cuando sintió que el orgasmo se aproximaba, salió de ella, la soltó y no le importó cuando su cuerpo cayó en el suelo. Se agachó, la agarró del cabello y puso su cara frente a su enorme nabo. Sonrió con suficiencia en cuanto vio como la mujer abría su boca instintivamente.
— ¿Quieres a mi amiguito en tu boca cachorra? — Y gruñó en respuesta cuando recibió una respuesta afirmativa. Penetró profundo en su garganta, gustándole los sonidos de las náuseas y las arcadas, él empezó un duro vaivén. No le importó ver el hilo de sangre saliendo de la comisura de sus labios. Él sabía que a ella le gustaba lo duro. Gruñó y soltó un grito de frustración cuando se corrió y el placer no llegó tan completo como lo quería. Salió de su boca y vio como la chica tosía y escupía semen y baba frescos. Ella se arrastró por el suelo, hasta quedar frente al cuerpo del Alfa quien la veía desde arriba, sabiendo lo que quería.
— ¿Me quieres lamber el culo? — Ella quería y él lo confirmó cuando la vio asentir — ¿Pero no te lo has ganado o sí? — Preguntó arqueando una ceja.
— Sí, señor — Ella respondió, estando muy segura de que se lo había ganado.
Sebastiano sabía que era verdad, por lo que se puso de espaldas, viendo las acciones de la Omega por el reflejo de los ventanales de su vivienda.
Ella se arrastró más cerca, primero lambiendo y chupando una mejilla, luego con sus dos manos maltratadas por las ataduras, abrió las dos nalgas, viendo ese agujero que a ella tanto le gustaba lamer.
Sebastiano gruñó en placer al sentir una cálida lengua en su ojete. Muy en el fondo lo disfrutaba, pero eso nunca lo diría. Durante los siguientes 3 minutos le permitió a su amante chuparle a gusto, luego se dio la vuelta y la agarró firmemente, dándole la vuelta y empotrándola contra los ventanales. Sonrío con burla cuando vio a un Omega viéndolos, desde el otro edificio de enfrente, él usó una mano y agarró su miembro, alineándolo en una entrada de la Omega.
— Ahora partiré tu dona — Y entró de una estocada, disfrutando del grito de dolor y placer que recibió a cambio.
Aunque sentía que algo le faltaba, no podía seguir lamentándose por eso.
Él sonrió burlón cuando vio como el Omega sacaba su miembro, obviamente excitado por el espectáculo porno en vivo que estaba presenciando. Mordió no muy suavemente el lóbulo de la oreja de la Omega y empezó a penetrar, entrando y saliendo duramente. Sin importarle el que se sintiera extraño.
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del papel también está en tu imaginación para poder entender también