Luca y Dimitri han estado colaborando durante años, formando un lazo inquebrantable entre las dos mafias. Pero cuando una nueva amenaza surge de una facción rival que podría destruirlos a ambos, se ven obligados a tomar medidas extremas para fortalecer su alianza: un matrimonio entre Luca y Anya. Luca no está interesado en casarse con la "niña malcriada" que siempre le ha causado molestias, pero Dimitri insiste en que es la única manera de unir las familias y evitar el desastre.
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Capítulo 20 : Bajo la Mirada del Enemigo
El día había avanzado, pero la tensión en la mansión seguía siendo palpable. Desde la muerte de Dimitri, cada movimiento de los Ivanov y Rossi estaba bajo el escrutinio de enemigos y aliados por igual. Anya lo sabía. Luca también. Era cuestión de tiempo antes de que alguien intentara aprovecharse del vacío de poder que Dimitri había dejado, y ambos estaban demasiado conscientes de ello.
Anya caminaba por los largos pasillos de la mansión con pasos decididos, aunque en su interior una tormenta de emociones amenazaba con estallar. Mientras avanzaba, su mente regresaba una y otra vez a los recuerdos de su infancia, de las enseñanzas de su hermano. Dimitri siempre la había protegido, incluso cuando ella intentaba demostrarle que podía cuidarse sola.
Ahora él ya no estaba.
"Ты бы гордился мной, брат" ("Estarías orgulloso de mí, hermano"), pensó mientras su mirada se oscurecía con una mezcla de tristeza y furia. Pero había algo más que la inquietaba. Luca. Siempre Luca. Lo que había comenzado como una molestia, una relación forzada por la mafia, ahora se había convertido en algo mucho más profundo, mucho más peligroso. Luca no era solo su esposo de nombre; cada interacción entre ellos la hacía sentirse más vulnerable, pero también más fuerte de lo que nunca había imaginado.
No podía permitirse esas distracciones. Ahora tenía una misión: consolidar su control sobre la mafia rusa, y Luca… Luca tendría que esperar. Pero, ¿hasta cuándo podría resistirse?
Al llegar a su despacho, Anya se sentó detrás del escritorio que solía pertenecer a Dimitri. Los papeles frente a ella detallaban las operaciones, las rutas de contrabando, las finanzas… Todo un imperio que ahora estaba en sus manos. No puedo fallar, pensó con determinación. No lo haré.
La puerta del despacho se abrió de golpe, sacándola de sus pensamientos. Luca entró sin decir palabra, su expresión era una mezcla de preocupación y furia contenida. Había algo en su mirada que hizo que el corazón de Anya se acelerara, pero ella no lo dejó ver.
—Tenemos un problema —dijo Luca sin rodeos, cruzando el umbral de la puerta con pasos firmes. Anya lo miró fijamente, tratando de leer más allá de sus palabras, pero él continuó—: Los hombres de los Petrov han estado moviéndose en nuestra dirección. Están buscando debilidades, y sospecho que saben que tú ahora lideras la mafia rusa.
Anya frunció el ceño, su mente procesando rápidamente la información. Los Petrov siempre habían sido una espina en el costado de los Ivanov, pero con la muerte de Dimitri, ahora veían una oportunidad.
—¿Qué sugieres? —preguntó Anya con voz firme, sin dejar que la inquietud que sentía se reflejara en su tono.
Luca la observó por un momento antes de hablar. Había algo en sus ojos, una mezcla de admiración y resistencia. Era como si estuviera luchando contra sus propios instintos.
—Debemos enfrentarlos directamente, demostrarles que no hay vacíos en tu liderazgo. Pero... también creo que deberíamos considerar una alianza con ellos —dijo finalmente, aunque Anya pudo ver el disgusto en su rostro al proponerlo.
Anya se levantó, caminando hacia la ventana con los brazos cruzados. El sol se estaba poniendo, bañando la ciudad en tonos dorados y rojos. Una alianza con los Petrov, pensó, sintiendo cómo la idea la disgustaba tanto como a Luca. Pero sabía que Luca tenía razón. La fuerza no siempre estaba en la confrontación directa; a veces, el poder radicaba en la negociación. Sin embargo, sabía que negociar con los Petrov no sería fácil, ni seguro.
—Si vamos a negociar —comenzó Anya—, debemos hacerlo desde una posición de fuerza. No podemos permitir que ellos vean ninguna duda o debilidad en nosotros.
Luca asintió, acercándose más a ella. Estaba tan cerca que Anya podía sentir el calor de su cuerpo. La tensión entre ellos seguía presente, latente bajo la superficie, pero ambos sabían que ahora no era el momento para lidiar con esos sentimientos.
—Sé lo que estás pensando —murmuró Luca, su voz baja pero firme—. Pero debes entender algo, Anya. Los Petrov no son como nosotros. No respetan las reglas. Si ven una oportunidad de traicionarnos, lo harán sin dudar.
—Lo sé —respondió Anya, dándose la vuelta para enfrentarlo—. Pero eso no significa que no debamos intentar. No estamos en una posición para luchar en todos los frentes. Si hay una posibilidad de evitar una guerra, debemos considerarla.
Luca la miró fijamente por un momento, y Anya sintió una corriente de emociones pasar entre ambos. En ese instante, ella entendió algo: Luca no solo estaba preocupado por la mafia o el poder. Estaba preocupado por ella. Y eso la confundía aún más.
—Entonces lo haremos a mi manera —dijo finalmente Luca, con una leve sonrisa que no alcanzaba a suavizar la seriedad de su expresión—. Pero mantendré a los hombres cerca. Si algo sale mal, nos retiramos.
Anya asintió. Sabía que no había otra opción. Los Petrov eran una amenaza que no podían ignorar, pero tampoco podían subestimarla. La única forma de sobrevivir era enfrentarlos con la misma astucia y ferocidad que los Ivanov habían usado durante generaciones.
Horas más tarde, mientras Anya se preparaba para la reunión con los Petrov, sus pensamientos volvieron a su hermano. Dimitri siempre había sido el estratega, el hombre que controlaba todo desde las sombras. Ahora, ella debía asumir ese rol. Pero sabía que no estaba sola. Luca, aunque a veces distante, estaba allí, y por más que ambos lucharan contra lo que sentían, su apoyo le daba una seguridad que no había esperado.
—Я не проиграю, брат ("No perderé, hermano"), murmuró para sí misma antes de salir del despacho, lista para enfrentar lo que viniera.
Luca la estaba esperando en la entrada de la mansión, sus ojos oscuros fijos en ella. No dijo nada, pero cuando Anya se acercó, él asintió, como si estuvieran sincronizados en una batalla silenciosa.
—Listo para esto? —preguntó Anya con una leve sonrisa, tratando de romper la tensión.
—Siempre —respondió Luca, con una chispa de desafío en sus ojos—. Y tú, Anya, ¿estás lista para jugar con fuego?
Anya lo miró por un momento, su corazón latiendo más rápido de lo que quería admitir.
—Siempre lo he estado —respondió con confianza, antes de girarse y caminar hacia el coche que los llevaría al encuentro con los Petrov.
La batalla por el control estaba a punto de comenzar, y ambos sabían que, aunque estaban juntos en esto, cada uno llevaba sus propios demonios internos a la guerra.
Amor de Madre y fiereza de una Reina. Es una barbaridad./Rose//Rose//Rose/
Guauuuu. Palabras llenas de amor y una pasión a punto de estallar.