Una Noche Entre Tus Brazos

Pov Ivanov.

Me encuentro en las bodegas del sur, revisando los próximos vehículos que deberán ser exportados rumbo a los Ángeles, cuando recibo una llamada.

— ¿Qué quieres? — Pregunto de mala gana, no me gusta ser interrumpido mientras trabajo.

— Jajajaja que humor hermanito, pensé que la mujer de Nicolás te levantaría el ánimo, pero por lo que escucho no lo logro.

— No pude hacer nada, Thompson se presentó y se la llevó. — Suspiro lleno de rabia.

— ¿Crees que pueda estar sospechando algo?

— No, pero me advirtió que me quiere lejos de ella, el maldito Imbécil cree poder controlar todo.

— ¿Piensas alejarte?

— No me conoces, esa mujer me gusta, además me sirve para fastidiar la vida de Thompson, es un buen paquete ¿no crees?

— Que suerte la tuya, toparte justamente con la mujer de Nicolás, y que ella sólita venga a ti, ¿En serio piensas seguir con esto?

— No pienso desaprovechar la oportunidad de hacerle pagar una a una las que me debe, la vida me está dando la revancha y la voy a aprovechar.

— ¿Necesitas que continúe haciéndole seguimiento o prefieres que dejemos las cosas así por un tiempo?

— Viaja a los Ángeles y vuélvete su sombra, quiero saber cada paso que dé. Ella va a ser mía. Ili moya familiya perestanet byt' Ivanov (O mi apellido deja de ser Ivanov)

— Está bien, te mantendré al tanto, pero no estoy de acuerdo.

Cuelgo la llamada y veo la foto de Alessia.

La hora se acerca, nunca olvidaré lo que nos hizo. — Le digo mientras acarició su imagen.

...***...

Pov Nicolás.

Al salir del baño, veo a Anna, guardando lo poco que tiene fuera de la maleta, vestida y con un maquillaje ligero, está tan concentrada en lo que hace que no se percata de mi presencia, la veo gesticular mucho con su rostro, frunce el ceño, luego hace un emoji con su boca corriéndola hacia un lado para terminar sonriendo y negando con la cabeza. Veo todos sus gestos y no puedo evitar sonreír.

— Con la boca cerrada ves igual. — Es muy astuta.

— ¿Usando mis palabras en mi contra? Aprendes rápido. — Inclina su cabeza de lado y finge una sonrisa angelical.

— ¿A dónde vas? — Pregunto cambiando de tema.

— Mi vuelo está a punto de despegar, ya te lo había dicho.

— Llama o entra a la página web de la aerolínea y cancela.

— Eso me sonó a orden, ¿o es solo una impresión? Porque de ser así, déjame decirte...

— No es una orden, pero prefiero que viajes mañana conmigo, tengo algo que resolver el día de hoy, y nos iremos mañana a primera hora en mi avión, estarás más cómoda.

— No lo sé, debo ponerme al día con las clases.

— Un día más no hará mucha diferencia ¿Qué dices?

— De acuerdo.

— ¿Ya pediste algo para desayunar?

— No, pensé en hacerlo en el aeropuerto.

— Son las diez de la mañana — frunzo el ceño — Ya deberías haber desayunado y a esta hora tomar una merienda. Llama y pide algo, más tarde saldremos a almorzar.

— De acuerdo.

— ¿Te sientes bien? — Le pregunto al tiempo que me acerco para tocar su frente.

— Sí, ¿Por qué? — Pregunta extrañada.

— has dicho de acuerdo dos veces el día de hoy — Rueda los ojos, pero para mi sorpresa no se aleja de mí, solo posa su mirada sobre mis ojos, empiezo a sentir calor a pesar de estar solo con una toalla. Mi mirada viaja a sus labios, ella pasa su lengua sobre ellos humedeciéndolos. En un impulso me acerco y junto nuestros labios, no la beso, pero si acarició sus labios con los míos, en la habitación todo es silencio, nuestras respiraciones se mezclan, tanto que parecen una sola, colocó mi mano en su cintura, para acercarla a mí, deseo besarle, pero al sentir mi mano se da la vuelta y se aleja como si mi cuerpo quemara, es algo realmente frustrante. Hace de cuenta que nada pasó y continúa hablando.

— ¿Quieres algo en particular para desayunar? — Dice y camina hacia el teléfono, pero aunque ella quiera omitir lo que pasó, la tensión se siente en el aire. Suspiro y le respondo.

— Lo que quieras, pide para ambos. — Así lo hace y luego corta la llamada.

Cuando traen el desayuno, nos sentamos juntos en la mesa, Desayunamos en silencio. Al terminar le hablo antes de que se levante de la silla.

— Anna, ¿Te gusto? — Ella abre abruptamente los ojos sorprendida, es evidente que no esperaba mi pregunta.

— ¿De qué hablas? No entiendo tu pregunta. — Se sonroja y baja la cabeza, logrando una sonrisa en mí.

— Seré más claro, ¿Te gusto como hombre? — Maldición, recapacito en lo que digo y me maldigo a mi mismo, jamás le había preguntado esto a una mujer, yo simplemente tomo a la que quiero, porque todas quieren conmigo, pero ya lo hecho, hecho está.

— Bueno, no sé qué quieres escuchar. — Se nota algo nerviosa, yo también lo estoy, no sé por qué carajos, pero me siento como un puto crío con las hormonas alborotadas. — Pues, estás bien. — Dice rápidamente y se encoge de hombros.

— ¿Bien? ¿Solo bien? ¿Tú consideras que, yo estoy bien? Mírame niña, soy uno de los hombres más codiciados en la sociedad...

— Sí, señor adonis, "bien" ¿Por qué? ¿Debí alagarlo para subir un piso más a su rascacielos de ego? Jamás conocí a alguien más egocéntrico.

— Eres una mujer imposible.

—Imposible no, sincera. — ¿Qué mierda, tiene esta cría que me saca de mis casillas? Opto por levantarme, darle la espalda y buscar mi ropa, voy al baño y me cambio rápidamente, saco mi perfume para usarlo.

Pov Anna.

No entiendo a este hombre, que quiere ¿Qué me vuelva presidente de su club de fans? ¿Qué le diga lo bueno que está?, o ¿Qué me lance como una desquiciada a sus brazos y le permita devorar mi cuerpo como si no hubiera un mañana? Cachetada mental, Anna, no pienses en eso ¿Pero como no pensarlo? Creí que ya no utilizaría ropa por el día de hoy.

— Voy a salir, como te comente, tengo un pendiente que resolver, más tarde volveré y saldremos a almorzar. — Dice y se va.