Después de una tarde de amor pasión Hannah desaparece de la vida de Sebastián, dejándolo sumido en la más cruel desesperación. Pero él no escatimará en gastos, ni en esfuerzos para traerla de regreso a su vida. ¿La traerá para amarla o para hacerle pagar todo su dolor?
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CAPÍTULO 11
Al día siguiente, una mujer muy hermosa, vestida como una reina, entró al edificio de la fundación Fénix.
Ella caminó a paso seguro hasta el ascensor. Ahí marcó el botón del último piso y mordió su labio inferior. Mientras observaba el avance de los números en el tablero.
Ella no podía negar que estaba llena de curiosidad y enigma, acerca de las intenciones de este hombre hacia ella.
Pero también estaba llena de rencor hacia él.
Victoria escuchó el tono del ascensor, indicando que había llegado a su destino.
Al salir del ascensor, se encontró con una mujer muy sexy y coqueta, que estaba sentada en una silla frente a un escritorio.
La mujer al verla borró la sonrisa de su rostro y rodó los ojos.
Victoria no evitó sonreír y se acercó a ella, sacó su teléfono y fijó su mirada en el dispositivo. Después miró rápidamente hacia ella y una sonrisa perversa se dibujó en su rostro.
—Buenos días, vengo a hablar con tu jefe —le dijo Victoria a la mujer, sin ni siquiera mirarla.
La mujer bufó y observó a Victoria desde los pies a la cabeza de manera despectiva.
Victoria sonrió y decidió dejar salir un poco de su veneno.
—Si quieres después, te regalo un autógrafo y una foto. Pero ahora, anúnciame con tu jefe.
La mujer abrió la boca por la sorpresa, pero retuvo un poco de aire en sus pulmones y le sonrió hipócritamente.
—Nuestro jefe, está reunido. Toma asiento y espera.
—Ja, ja, ja ¿Qué me siente a esperar? Ja, ja, ja. No chiquita. Tenerme aquí es un honor para tu jefe. Él debe agradecer, que esta Diosa del Olimpo quiera hablar con él. Así que ve y anúnciame. —le dijo Victoria, levantando una ceja y mostrándole su sonrisa perfecta y fijando nuevamente su vista en su celular.
La mujer se puso furiosa ante sus palabras. Pero Victoria Santibáñez era una niña caprichosa y malcriada. Pero también tenía un aura arrogante e imponente que hacía temblar a cualquiera que estuviese un nivel más abajo en su círculo social.
La mujer la odió profundamente en ese momento, pero no quería tener problemas con su jefe.
Entonces, levantó el teléfono y la anunció.
☎️—Señor, la señorita Victoria está aquí.
☎️—Dígale que, en este momento, no puedo atenderla y que regrese a las once.
Una expresión de burla se dibujó en la chica y le sonrió a Victoria.
☎️—Cómo usted, ordene señor —le respondió la secretaria a su jefe, abre la mirada curiosa de Victoria.
Nuestra hermosa, modelo, ya estaba maquinando su respuesta a tal desplante. Porque ella había escuchado perfectamente, la respuesta del idiota doctor.
Victoria corrigió su postura y entrecerró los ojos, esperando que la idiota esta repitiera las órdenes del imbécil. Entonces, la mujer colgó la llamada y con cara de satisfacción comenzó a decir cada palabra en un tono muy sarcástico, al que Victoria respondió con una sonora carcajada, antes de caminar hacia la puerta de la oficina del Doctor.
La secretaria intentó detenerla, pero Victoria caminó fuerte y segura sin detenerse.
Ella abrió la puerta y observó la figura de un hombre sentado de espaldas hacia ella.
La secretaria venía tratando de persuadirla, pero Victoria estaba tan indignada que ignoró todos los llamados de la mujer.
—¿Eso es estar ocupado? —le preguntó Victoria al hombre, que aun después de su entrada permanecía inmóvil.
Hans sonrió antes de darle la cara a la caprichosa niña. Él giró su silla lentamente y se levantó al mismo tiempo.
—Vaya, qué sorpresa. No tenía idea de que mi prometida, fuese tan impulsiva.
Victoria sintió su cuerpo desvanecerse. No era posible que Hans Fisher fuese a querer vengarse de ella, por la broma de hace días. Pero ella era una diva y no se doblegará ante él.
—¿Tu prometida? Ja, ja, ja. Definitivamente, cariño caminas dormido y sueñas con imposibles.
—¿Sueño con imposibles? ¿Se te olvida que fuiste tú, quien me propuso matrimonio y pediste mi mano delante de todos?
—Ja, ja, ja ¿Te acuerdas de eso? Pues, no te ilusiones, solo fue una apuesta que hice con mis hermanas. Jamás me enredaría con un mujeriego, don Juan y traidor como tú. Idiota.
Hans frunció el ceño, ante las ofensas de la niña caprichosa que estaba frente a él. Entonces soltó una sonrisa perversa y se fijó en su secretaria.
—Puedes retirarte. Al parecer mi prometida y yo tenemos mucho de que hablar.
Victoria se negó a quedarse sola con él e intento seguir a la mujer. Pero cuando iba a llegar a la puerta, unos brazos fuertes la abrazaron.
—No, no, no, señorita. Yo soy su prometido y merezco su respeto.
Victoria trató de escaparse de los brazos de su captor. Pero Hans metió su cara en la nuca de ella e inhaló su aroma. Esta simple acción hizo a Victoria estremecerse.
Hans la sintió temblar entre sus brazos y se aferró a ella con más fuerza. Pero ahora, apartó su cabello y besó su cuello. Él mordisqueó un poco y después la acarició con su lengua húmeda, hasta que terminó en una ligera succión.
Victoria dejó escapar un pequeño gemido y Hans intensificó el beso, después la giró y la puso frente a él.
Hans, sin perder tiempo, atacó sus labios y comenzó a devorarlos poco a poco. Victoria no puso resistencia, ella comenzó a besarlo y a enredar sus manos en el cabello de Hans. Literalmente ellos se estaban devorando.
Hans la levantó para ponerla a su altura y Victoria enredó sus piernas en la cintura de él.
Ellos continuaron besándose y Hans sin perder tiempo, la llevó hasta su habitación de descanso. Victoria estaba decidida a seguir adelante. Ella no quería detenerse.
Porque, aunque no lo quisiera asumir, este bombón le encantó desde la primera vez que lo vio.
Ninguna palabra se escuchó, solo gemidos y jadeos invadieron esa habitación. Victoria soltó uno a uno los botones de la camisa de Hans, mientras lo miraba fijamente a los ojos. Hans también comenzó a desnudarla y en pocos segundos los dos estaban totalmente desnudos.
—¿Estás segura? —le preguntó Han al posicionarse en el medio de sus piernas y Victoria solo lo besó en respuesta y Hans comenzó a hundirse poco a poco en ella.