No Todo Es Injusto

Todas sus pesadillas en un par de segundos se habían vuelto realidad, el guarda espalda de Diego le mostraba cómo su hermano Yasper descendía de un avión en la ciudad, después de haber sido encontrado por uno de sus hombres, tras el golpe que había sufrido.

—No estamos seguros de que Yasper sea quien se llevó a Maciel— dice Martin, el secretario de confianza de Diego.

—Su viaje no fue para visitarme, sino para cobrarme algunas cuentas, estoy muy seguro de eso. Y empezó por llevarse a Maciel.

—¿Qué quiere que hagamos señor?

—Encuentra su ubicación, rastrea todas las cámaras de la ciudad, y si es posible, revuelve todo el país, pero hay que encontrarla.

—No sé preocupé señor, la encontraremos.

Ezequiel no tenía ninguna idea de lo que había pasado con su madre hasta que recibió una llamada de un número desconocido.

—Hola— contestó el joven.

—Hola mi amor. ¿Cómo estás?

—Hola mamá— contestó el joven al reconocer la voz de su madre.

—Ezequiel, no tengo mucho tiempo. Por un tiempo voy a estar lejos de casa, no quiero que te preocupes. Busca a Diego y dile que perdí al bebé y que no quiero saber nada de él. Si necesitas algo, busca a Diego; él sabrá como ayudarte como padre.

—¡Que locura estas diciendo mamá!

—Siempre pensé que tendría una vejez tranquila, pero la vida aún no es considerada conmigo y me esta poniendo más pruebas de lo que pensaba. Necesito saber que es lo que nos repara el futuro, y para ello debo averiguar cuáles son los planes de nuestros enemigos, Ezequiel.

— ¡Mamá, me estás asustando!

—Ezequiel, estaré bien. Solo no te preocupes. En cuanto pueda, te volveré a llamar. Cuídate si mi amor.

Maciel colgó el teléfono y cayó sobre el fango de su tristeza. Echo un vistazo a su alrededor; una mujer abría la puerta y traía una bandeja de comida. Su primer impulso era pedirle ayuda, pero sabía que se acorralarían aún más.

Quizás solo la vida quería enseñarle que la oscuridad y la maldad realmente existían. Agradeció a la mujer por traerle la bandeja antes de que se fuera.

Diego estaba fatigado, tenía los ojos cansados por el desvelo y la angustia. Pasó varias noches sin saber nada de Maciel y su hijo. Su mal humor hacía que el volante del auto girara de un lado a otro rápidamente para avanzar a toda velocidad en el auto. Cuando llegó a su destino golpeó la puerta de la casa de Maciel. Ezequiel después de unos segundos abrió la puerta.

—¿Sabes algo de tu mamá, Ezequiel? — pregunta Diego con los ojos llorosos —La angustia me esta matando.

—¿Cuándo fue la última vez que la viste?

—Hace una semana, ella salía del hospital. Hablamos nos segundos y luego unos hombres se la llevaron. Perdón, no pude hacer nada.

—¿Sabes quienes son?

—Tengo un sospechoso.

—¿Quién es?

—Mi hermano.

—¿Es peligroso?

—Sí.

—Mi madre, me llamó. Dijo que no la busques, también me dijo que perdió al bebé.

Diego sintió romperse en mil pedazos; golpeó su mano con mucha fuerza en la pared, rompiéndose los nudillos.—Eso no puede ser posible. Yo sentí al bebé en su vientre— dice lamentándose.

—Entiendo cómo te sientes, pero lo mejor será que te vayas olvidando de ella. Los últimos meses fueron muy duros, cuando vuelva; volverá diferente.

—No puedo renunciar a ella, ni a vos.

—Ella ya tomó su decisión, fue muy clara.

—Ayúdame a encontrarla.

—Mi madre es una mujer muy inteligente; no tienes que buscarla, ella vendrá a nosotros. Y si está con tu hermano, que es un hombre peligroso, debemos tomar la calma para que no la lastime.

—Tienes razón. Yasper quiere verme sufrir; en cualquier momento seguro se pondrá en contacto. Perdón, pero no te pregunté: ¿Cómo estás vos?

—También con las emociones al borde, intentando ver la realidad.

—Ezequiel; no sé si es tarde o estoy a tiempo, pero me gustaría ser parte de tu vida.

—También quiero lo mismo.

Diego abrazó a su hijo y sintió que fallo como padre; porque se perdió su niñez y su adolescencia, pero ahora que lo tenía enfrente no se permitiría perder más tiempo.

Ezequiel se sintió acogido; tenía muchas emociones reprimidas. El padre que lo crío había arruinado su vida, pero otro hombre había aparecido para enseñarle nuevos caminos.

Henry estaba cosechando lo que había sembrado años atrás. Se sintió abandonado; el hombre con golpes en el cuerpo, observaba como había provocado su propio castigo. Con mucha naturalidad, sufría en silencio, ahogando sus lágrimas en llanto, viendo como su único hijo abrazaba a su padre verdadero. Estaba a punto de darse la vuelta para volver a su casa, pero Ezequiel le gritó:—¡Papá!...

Sintió un alivio Henry. Pensó que nunca más volvería a ser llamado así. Ezequiel se aproximó.

—¿Qué haces aquí?— le preguntó con seriedad.

—Ezequiel, necesito ver a tu madre. Ayúdame con eso.

—¿Para qué la quieres ver?

— Para pedirle que me ayude. Tu abuela me va a matar y estoy asustado.

—Mi madre no podrá salvarte esta vez, porque esta intentando salvarse ella misma de un hombre peligroso. ¿Y sabes por qué?. Por tu maldita culpa, toda esta mierda es tu culpa.

—Perdóname Ezequiel.

—Nada bueno puedes hacer. Arrastraste a tu única familia al fango, y aun así te atreves a buscarnos. Nos destruiste. Si tanto que gusta joder, ¿por qué no vas a joder a alguien más y nos dejas en paz, por favor?