Beatriz sufre una gran desilusión amorosa y deja de creer en el amor; sin embargo, el día de la boda de su exnovio conoce a un hombre que parece dispuesto a hacerla cambiar de opinión.
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Capítulo 2
Maria:_Vamos a casa, hija... calma.
susurró mi madre, intentando contener las lágrimas.
Fernando:_¡Qué hijo de puta! — explotó mi padre. — ¿Cómo pudo? ¡Confié mi hija a ese crápula!
Beatriz:_Conductor, gire a la derecha, le daré la dirección.
Conductor:_Ok, señorita
Fernando:_¿A dónde vamos? — preguntó mi padre, desconfiado.
Minutos después, el coche se detuvo frente al edificio donde Jake y yo viviríamos después de la luna de miel. El apartamento que él compró.
Maria:_¿Por qué estamos aquí, hija? — preguntó mi madre, confundida.
Fernando:_Yo también quiero saber — completó mi padre, frunciendo el ceño.
Beatriz :_Voy a recoger mis cosas. No voy a dejar ni una horquilla atrás — respondí, decidida.
Abrí la puerta con la contraseña. El apartamento aún tenía ese olor a madera que me hacía sonreír. Cada rincón había sido decorado por mí. Cada elección reflejaba el futuro que había soñado. Entrar allí, ahora, era como invadir el escenario de un sueño que se convirtió en pesadilla.
El silencio era ensordecedor.
Fui directo a la habitación. Estaba todo impecable, como la última vez. La cama hecha, las almohadas arregladas... como si el mundo no se hubiera derrumbado.
Maria:_¿Bia? — llamó mi madre, desde la puerta.
Beatriz:_Voy a tomar un baño y quitarme este vestido. Madre, por favor, ve al vestidor, toma todo y empieza a ponerlo en las maletas. Ya voy a ayudarte.
Maria:_¿Estás segura, querida?
Beatriz:_Absolutamente.
Una hora después...
Las maletas estaban listas. El vestido de novia había sido cambiado por unos jeans cómodos y una camisa blanca. Estaba de vuelta en el suelo. O casi.
Maria:_ Listo, hija. Las maletas ya están en el coche, ¿qué es eso en tu mano?
Beatriz:_Mis joyas, las saqué de la caja fuerte, el cretino de Jake me dio muchas. ¿Recuerdas?
Maria:_¿Qué vas a hacer? ¿Las vas a vender? Porque no hay muchos lugares que frecuentemos para que uses esas cosas.
Beatriz :_Sí. Y antes de que preguntes, están todas a mi nombre. Con papeles. No puede hacer nada.
Maria:_Pero, Bia...
Beatriz:_Con ese dinero, papá puede abrir su propia empresa. Y tú, madre, puedes elegir dejar de dar clases y montar tu negocio, como siempre quisiste. La ropa, la voy a vender también. Toda. La voy a llevar a una tienda de segunda mano elegante. No deseo quedarme con nada de él. Ni el anillo de compromiso. Va junto.
Mis padres me miraron en silencio, entre orgullo y asombro.
Beatriz:_Ustedes trabajaron toda la vida por los sueños de los demás. Ahora es hora de vivir los suyos.
Mi padre sonrió.
Fernando:_Eres más fuerte de lo que imaginé, hija.
Beatriz:_Lo estoy intentando, papá.
Los tres se abrazan.
Beatriz:_Este dinero, estas joyas… son lo único que él me dio que puedo transformar en algo útil. Voy a tratarlas como una especie de indemnización emocional. Por cada lágrima. Cada noche sin dormir que tendré. Por toda la humillación que me está haciendo pasar.
Mi voz falló por un segundo. Mi padre se acercó y nuevamente me envolvió en un abrazo fuerte. Uno de esos que solo los padres saben dar, el tipo de abrazo que intenta reconstruir pedazos partidos con silencio y presencia.
Mi madre se unió a nosotros nuevamente, envolviéndonos en un lazo apretado y protector.
Maria:_No merecías nada de esto, hija.
Dice ella acariciando mi cabello.
Beatriz:_Lo sé, madre. Lo sé.
Nos quedamos allí, los tres abrazados, hasta que el llanto cesó y el silencio reconfortante volvió a reinar.
Mientras tanto, horas después....
En la mansión de los Wellington, el caos se instalaba.
Verónica:_¡¿Te has vuelto loco?! — gritó Verónica Wellington, madre de Jake, arrojando una copa de vino a la chimenea. — ¡Delante de todos! ¡Delante de la prensa! ¡Has manchado nuestro nombre, Jake!
Jake:_¡Yo no le pedí que hiciera ese escándalo! — replicó Jake, sin paciencia, aflojándose la corbata.
Mark:_¡Te llevaste a su prima a la habitación el día de la boda! ¡TÚ causaste esto! — gritó el padre, Mark Wellington, con el rostro rojo.
¡Hiciste de todo por esa chica! ¡Nos enfrentaste por ella, la aceptamos y tiraste todo por un capricho!
Jake pasó las manos por su rostro, exhausto. Las notificaciones en el celular no paraban. Sitios de chismes, blogs de celebridades, periodistas en puertas de hotel e incluso influencers estaban reponiendo el vídeo del escándalo, que ya sumaba millones de visualizaciones.
“¡NOVIA TRAICIONADA EXPONE TRAICIÓN EN EL ALTAR!”
“¡BEATRIZ MARTINS DA SHOW DE DIGNIDAD AL DENUNCIAR A NOVIO TRAIDOR!”
“¿PRISCILA MARTINS, LA PRIMA INFIEL?”
Jake:_Yo... yo solo quería paz!
Mark:_¿Paz? ¡Eres un idiota irresponsable!
Verónica:_Beatriz tiene mi respeto, ¡yo haría lo mismo que ella! ¡Pensé que estabas enamorado de ella y después haces esto! ¡Yo no te crié de esa manera, Jake! ¡Estoy muy avergonzada! Y si por casualidad te casas con esa ramera de carretera, ¡no cuentes conmigo! ¡No apoyo ese matrimonio y no iré y en mi casa esa cosa no entra!
Mark:_¡Tu madre tiene razón! ¡Tampoco te apoyo con esa mujer vulgar!
Diciendo eso, sus padres salen de la sala dejando a Jake molesto.
Él retrocedió algunos pasos, sentándose en el sofá como si hubiera sido atropellado por su propia estupidez.