Diana León, una joven de 24 años que lucha día a día por sus sueños. Ilusionada con el amor.
Marcus Smith, un joven de 27 años, hijo de familia adinerada, trabajador, mujeriego y odia el compromiso.
Sus caminos se verán cruzados con una incómoda situación, alguien los ha casado por error y los jóvenes deberán asumir esa responsabilidad sin ninguna otra opción.
Podrán Marcus y Diana sobrellevar la situación sin involucrarse sentimentalmente?
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Capítulo 3
Diana
- Quién eres? Y por qué estás diciendo que eres mi esposa? Ni siquiera te había visto antes en mi vida - dice él con odio hacia mí.
- Lo siento, yo estoy buscando a otra persona. Busco a Marcus Smith. Su familia tiene una agencia de automóviles, tienen una pequeña sucursal en mi pueblo Laguna del Valle y también tienen un rancho, allí yo lo conocí, él dijo que estaría fuera unos días por trabajo, y que yo me quedara con su familia, pero hubo un error, lo siento - me disculpo apenada y con lágrimas en los ojos, mi corazón va a salir de mi pecho, no puedo creer lo que está ocurriendo.
- este es mi hijo Marcus Smith, y sí, efectivamente tenemos una sociedad con una pequeña agencia en Laguna del Valle y también un rancho, pero quien estaba encargado de ese negocio en los últimos 10 meses no era Marcus, sino Mauricio, mi hijo mayor. Pero él regresó a Italia, donde vive desde hace años - explicó Samuel.
- Mira, él era el muchacho que conociste? - pregunta Eva, enseñándome una foto en su celular, donde sale ella y Marcus, o mejor dicho, ahora Mauricio.
- Sí, es él - digo soltando un sollozo.
- Maldito desgraciado - dice Marcus en un susurro.
- A ver señor, usted es juez. Puede explicarme cómo ocurrió esto? - dice Samuel.
- El señor Marcus...Perdón el señor Mauricio me contactó para pedirme que los casara a él y a su novia, le dije que era complicado lo que pretendía pero me suplicó y dijo que era algo urgente, entonces le pedí toda la documentación requerida, y cuando me presentó los papeles, parecía estar todo bajo control. Si quiere podemos revisar el acta, es original - dice el juez.
- Por favor, pase al despacho, me urge aclarar esto - dice Marcus. Él, Samuel y el juez, parten hacia el despacho.
- Ven muchacha, te daré un poco de agua, te ves muy alterada- dice Eva, que me mira con compasión.
Caminamos por la gran casa hacia la cocina, allí le pidió a una de las sirvientas que me diera un vaso con agua.
- Lo siento - digo entre sollozos.
- No sé que decirte, aún no puedo creer que mi hijo haya hecho algo así, debe haber alguna explicación. Ven, vayamos al despacho a ver de qué están hablando - dice ella tomandome del hombro.
Al entrar al despacho, vi a Samuel sentado en un sillón de cuero, el juez frente a él sosteniendo unos documentos y Marcus con las manos apoyadas sobre el escritorio, y la mirada fija en el piso.
- Qué ocurre ? - pregunta Eva.
- Al parecer Mauricio ha usado la identidad de Marcus para hacer esto, ha falsificado sus documentos y su firma - dice Samuel.
- Ay no puede ser. Pero siendo así, pueden pedir la anulación del matrimonio - dice Eva.
- Eso es imposible - dice el juez.
- Cómo que imposible? - dice Marcus.
- Sí, su firma fue falsificada, él tiene derecho a pedir que sea anulado - dice Samuel.
- Lo siento pero no, Mauricio me entrego un documento en blanco con su firma, y me ha pedido que prepare una especie de contrato matrimonial, donde dice que deberán estar casados por 6 meses sin la posibilidad de anulación, cumplidos los 6 meses podrán divorciarse - explica el juez.
- Eso es una locura - dice Eva.
- Es un maldito hijo de perra - dice Marcus y azota contra el piso un adorno de cristal, que vuela en mil pedazos.
- Pero fue una firma falsificada señor - dice Samuel.
- No, no lo fue papá. Yo firmé ese maldito documento en blanco, yo ese día tenía prisa y el desgraciado de Mauricio se aprovechó, me dijo que le firmara unos documentos en blanco que él se encargaría del resto, dijo que sólo eran unos documentos que debía presentar en el banco. Yo confié en él papá, era mi hermano y ve lo que me hizo. Juro que lo mataré! - grita Marcus y sale a toda prisa del despacho, chocando contra mi hombro y haciendo que casi caiga al piso.