En una época donde la alta sociedad, la reputación y las apariencias determinan el estatus de las personas, una joven Baronet se inscribe a la escuela más prestigiosa donde la crema y nata de la sociedad se reúnen para forjar a los futuros nobles y gobernantes del reino. Ahí tendrá que sobrevivir a los abusos y humillaciones de sus compañeros para ganarse un lugar dentro de la alta sociedad y recuperar el honor de su familia que ha sido pisoteado desde hace tres generaciones.
Pero sus planes podrían verse afectados con la repentina aparición de fenómenos paranormales y eventos más allá de la comprensión humana, que asolan la institución. Y que aparentemente iniciaron el mismo día que conoció a un conde atractivo, de figura galante y atractivo sobrenatural.
¿Qué misterios ocultan sus ojos carmesíes y su cabello negro como la obsidiana?, ¿será nuestra protagonista capaz de sobrevivir entre las fauces de dos bestias hambrientas?, ¡échale un vistazo a esta historia de romance y terror!
NovelToon tiene autorización de IsaacZero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 17: Un amargo amanecer.
Faltaban pocos minutos para que saliera la primera luz del alba, los gallos estaban a punto de despertar para iniciar con su canturreo matutino y los animales nocturnos regresaban a sus escondites húmedos y oscuros para descansar. Y en este mismo momento habían decenas de carruajes rodeando la mansión del marqués Reagan y también habían oficiales del orden entrando y saliendo de la propiedad, tantos que podrían enfrentarse a un ejército pequeño. Los agentes iban con sus trajes elegantes de color azul, y cargaban con fusiles de tirador, que terminaban con una cuchilla en la parte del cañón.
Hubo una denuncia anónima; alguien fue a la comisaría a reportar un supuesto ataque terrorista que tendría lugar en la mansión del marqués durante la fiesta de bienvenida, pero el denunciante misterioso que iba con una capa negra, desapareció sin dejar rastro. Era una fiesta en la que estarían los hijos de las personas más importantes del país, por lo que una denuncia así no debía pasarse por alto.
Al principio la investigación estuvo a cargo de un pequeño que fue a investigar, pero su camino se vio obstaculizado por una niebla misteriosa que los confundió y los hizo volver sobre sus propios pasos; y así anduvieron en círculos por varias horas hasta que se disipó y pudieron seguir adelante.
Para cuando llegaron al territorio del marqués, se percataron de que no había nadie cuidando la entrada y que las verjas habían sido destrozadas. Inmediatamente, se adentraron en la mansión, y era como si un huracán hubiese pasado por los pasillos. En su camino encontraron a los miembros del personal de seguridad y a otros de la servidumbre completamente inconscientes y tumbados boca abajo. Finalmente decidieron adentrarse al salón de fiestas y lo que vieron tan pronto como abrieron las puertas, los horrorizó por completo.
***
Ahora mismo Lisa Bellstar, descansaba sobre una cama muy suave que ya le era familiar, estaba rodeada por sábanas blancas y a un lado estaba la misma mesa de noche que había visto tantas veces hasta acostumbrarse a ella, inmediatamente supo que estaba en la enfermería de la academia Edem otra vez.
– ¿Qué fue lo que me pasó? –Se preguntó a sí misma, e inmediatamente después examinó su cuerpo, en cada rincón, con delicadeza en busca de heridas. Pero no había daño alguno sobre su cuerpo, estaba ilesa–. Yo... Me enfrenté a ellos, estoy segura de que lo intenté, hice lo que la señorita Snow me dijo que hiciera y aún así fallé... Yo estaba a su merced, a sus pies, bajo la voluntad de sus mentes pérdidas y carentes de piedad, ¿por qué aún sigo viva?
– Tú tienes mucha suerte, y eso no siempre es bueno –dijo la doctora Mérida Griffith, que como de costumbre estaba sentada frente a su escritorio, inmersa en su lectura. Tan pronto como escuchó a Lisa, se levantó de su asiento y caminó hasta dónde estaba ella–. No tengo idea de cómo te salvaste, pero la libraste mejor que nadie, es una lástima que tus compañeros no hayan tenido la misma suerte.
– ¿Murieron todos? –preguntó Lisa, temerosa de escuchar la respuesta.
– Algunos sí –respondió con indiferencia–. Murieron algunos de tus compañeros y otros aún no aparecen. Tú en cambio, estás en una sola pieza, apenas con algunos rasguños. Muchos de tus compañeros cargarán con daños irreparables por el resto de sus vidas, pero tú tuviste mejor suerte ¿cómo sobreviviste?
– No lo recuerdo... Estoy completamente en blanco... Pero la señorita Snow... Un momento ¿dónde está ella?
Cuándo cayó en cuenta, Lisa vio la cama vacía que estaba frente a ella, y las manchas de sangre azul que manchaban las sábanas y los restos de tela rasgada, de tonalidades blancas y azules, que le recordaron al fino vestido de la hija del conde Snow.
– ¡La señorita Snow!, ¿¡qué le pasó!?, ¿¡ella está bien!?
– Se fue de aquí hace unos quince minutos –respondió la doctora–. No te preocupes por ella, sus heridas no eran graves, pero salió a toda prisa tan pronto como la traté, si me aceptas el consejo trata de no acercarte a ella por ahora, por alguna razón actuaba muy extraño.
– ¿Por qué lo dice?
– Se veía muy molesta contigo ¿le hiciste o dijiste algo?
– ¡Para nada!, ¡yo jamás le faltaría el respeto a su excelencia la hija del conde Snow, me mordería la lengua antes de siquiera pensarlo!, ¡además le debo la vida!
Y supo entonces que le había vuelto a pasar. Aquello que ocurría cuando su mente se estremecía y todo se oscurecía a su alrededor. Su corazón se aceleraba como si fuera a detenerse y cuando perdía el conocimiento iba a lugares y hacía cosas sin estar consciente y cuando volvía en sí no recordaba nada. Ella aparentemente era sonámbula.
***
Mientras tanto en la mansión del marqués Reagan, los oficiales terminaban de recopilar información de lo ocurrido, analizando muestras y estudiando detenidamente los hechos con la esperanza de obtener una respuesta clara de los hechos. También habían llegado médicos profesionales para atender a los heridos, y aquellos que estaban al borde de la muerte, fueron llevados en carruaje hasta el hospital más cercano.
El salón de fiestas era la escena del crimen más atroz y perturbadora que los médicos y oficiales habían visto hasta el día de hoy. Habían charcos de sangre azul que se escurrían de las heridas de los cadáveres frescos, y la misma también manchaba el techo, las ventanas y las paredes. Los muebles habían sido destrozados y el suelo estaba agrietado. Varios de los cadáveres que estaban ahí habían sido brutalmente mutilados al punto en el que reconocerlos era casi imposible. Muchos vomitaron como nunca lo habían hecho y otros prefirieron escapar del salón de fiestas, por la sensación de incomodidad y pesadez que se sentía.
– Señor, hasta ahora hay dieciocho muertos –reportó uno de los soldados al sargento mayor, y le pasó una lista con los nombres de los fallecidos–. Murieron once caballeros y siete damas. Los que aún viven están al borde de la muerte y los que encontramos escondidos en el sótano están aterrados. Se niegan a hablar, es como si temieran que algo les fuera a ocurrir.
– ¿Y cuántos son los desaparecidos? –preguntó el sargento mientras acomodaba su sombrero.
– Tres. –Fue su respuesta y luego los mencionó uno por uno–: Magnuson, Willow y Robertson. No están por ningún lado, ni vivos ni muertos, pero seguiremos buscando.
– Quiero que los busquen hasta por debajo de las piedras, no podemos dejar que tres de los pilares más importantes de la comunidad desaparezcan así sin más. Quiero un reporte muy detallado de lo ocurrido en los siguientes quince minutos, los vamos a encontrar eso es seguro, por ahora prioricen las investigaciones para encontrar su paradero, es una orden.
Haciendo el saludo militar, el oficial de rango inferior se despidió.
– Esto sin dudas es un crimen sin precedentes que sacudirá a nuestro país... Un grupo terrorista irrumpió en una fiesta privada de la nobleza, y mataron a los invitados de la manera más atroz... Se los estaban comiendo. Algunos de los cuerpos apenas y eran reconocibles. ¿Quién podría ser responsable de tal atrocidad?, ninguno de nuestros enemigos ha llegado tan lejos, ni mucho menos han podido hacernos tanto daño. –Suspiró profundamente y luego soltó con un grito–: ¡Tengo que tener una maldita respuesta en menos de una hora, antes de que la noticia se haga pública!, ¿¡Cómo pudo pasar esto bajo nuestras propias narices, y en uno de los territorios con mayor vigilancia!?, ¡vamos a quedar como unos incompetentes y los nobles nos van a colgar, estoy seguro!
El hombre de mediana edad, que era pálido, calvo y de bigote elegante, arrojó su gorra al suelo con gran furia y la pisoteó una y otra vez, como un niño cuando hace un berrinche. Hasta que entonces surgieron nuevas preguntas en su mente: «"¿Cómo habían podido llegar tan lejos en primer lugar?", ¿Cómo sabían de la fiesta, la seguridad y de sus invitados?", "¿Por qué los criminales no mataron al personal de seguridad ni a los demás sirvientes y trabajadores que encontraron inconscientes, pero sí fueron detrás de los hijos de los nobles como si ese fuese su objetivo principal?, y por último: "¿Qué era lo que hacía el personal de servicio en la cocina?, con las ollas repletas de leche hirviendo, mientras los invitados eran brutalmente asesinados»".
– ¡Pongan bajo arresto a todos los trabajadores de esta mansión! –ordenó inmediatamente el sargento mayor. Y tan pronto como lo dijo, sus subordinados se pusieron en acción–. ¡Vamos a llegar al fondo de esto, y todo aquel que esté involucrado será ejecutado!
***
Ahora que las primeras luces del amanecer habían aparecido, Lisa se había reincorporado. Se sentía un poco mejor, pero aún estaba algo exhausta, ella se sentó frente a la mesa en dónde descansaban algunos libros y recetas médicas, y a su izquierda la acompañaba la doctora Mérida, ambas disfrutaban de una taza de leche caliente mientras conversaban.
– La señorita Snow me ayudó a sobrevivir. Estuvimos juntas desde que empezó todo, nosotras deambulamos por la mansión y en nuestro camino solo encontramos sangre, miedo y destrucción.
– ¿Y por qué no se escondieron como todos los demás?
– No podíamos permitir que los monstruos mataran a más personas. Mentiría si dijera que no tenía miedo; estaba aterrada, cuando los ví por primera vez sentí que me iba a morir, pero si me hubiera quedado sin hacer nada mientras los demás eran devorados... Yo nunca me lo habría perdonado y cargaría con sus muertes en mi conciencia. Tratamos de resistirnos y los enfrentamos para que nadie más resultara herido.
– No me hagas reír, ¿qué podrían hacer un par de mocosas contra una pandilla de Ghuls?, ninguna de ustedes tenía la más mínima oportunidad y estas cositas ridículas no iban a servir de nada. –La doctora Mérida puso sobre la mesa uno de los talismanes que ambas estudiantes se esforzaron tanto en colocar en las puertas. El papel estaba manchado con el apestoso líquido inmundo de color negro que era la sangre de los Ghuls–. Los talismanes solo funcionan contra criaturas fantasmales, los Ghuls son monstruos, debieron usar sal o polvo de dientes de león.
– Doctora ¿cómo es que usted sabe de esas criaturas?
– Hice mis pasantías médicas en los rincones más peligrosos del mundo, y en mis viajes he visto cosas terribles que no te podrías imaginar. No era la primera vez que veía el veneno de los Ghuls en acción, aun así esos de ahí eran unos debiluchos en comparación a los que habitan en las tierras lejanas de medio oriente.
Lisa guardó silencio después de escuchar esa respuesta. Ella ya sabía que la doctora Mérida ocultaba algunos secretos pues su actitud era muy sospechosa desde el principio, aun así nunca se habría imaginado que también supiera de esas criaturas.
“¿Acaso también era una cazadora?”
– Por si te lo preguntas, no estoy con la orden de cazadores ni tampoco estoy congregada en ninguna iglesia –Se apresuró a afirmar la doctora Mérida–. Jamás me uniría a esos clubes fanáticos con sus reglas tan estrictas y opresoras.
– ¿Entonces cómo es que usted sabe tanto?
– Solo soy una entusiasta de la medicina y también una aventurera, eso es todo.
– Entiendo. –Lisa no quiso seguir averiguando más– ¡Disculpe doctora!, ¿sabe usted lo que pasó con los Ghuls?, ¿sabe si los vencimos?
– Huyeron. Corrieron como ratas cuando vieron algo que los asustó.
Una brisa helada que se filtró por la puerta acarició la mejilla de Lisa, y tuvo la extraña sensación de que la doctora estaba mintiendo.
– Entonces ¿la señorita Snow los venció?
– Ni idea. Ella estaba contigo cuando te encontramos. Tú te estabas cayendo de sueño, hasta parecías drogada y ella pues... Estaba un poco mal. Pero es probable que huyeran cuando vieron que pronto iba a amanecer.
– Tan solo le causé problemas, demonios, soy lamentable. "«¿Vas a dejar que las cosas sean así?, ¿seguirás siendo una carga para todo el que te necesite?, eres débil y patética, eres repugnante, deberías dejar de existir»" –pensó Lisa, y su voz interior estaba furiosa.
– No te sientas mal por eso. De todos modos no podías hacer nada, más bien da gracias por qué sobreviviste, muchos no lo lograron. –añadió la doctora, y tomó un sorbo de leche.
Y la puerta de la enfermería crujió, y lentamente se abrió, y la persona que entró a la habitación tenía un yeso en su brazo izquierdo.
– Buenos días –dijo el conde Tempest, saludando con su mano derecha–. Oh, la señorita Bellstar ya despertó, ¿está usted bien?
– S-sí, estoy muy bien milord gracias por preguntar –respondió Lisa, ahora nerviosa por la presencia del conde. Pero rápidamente sintió mucha tristeza al ver que el conde había sido lastimado–. Oh milord, lamento mucho lo que le pasó. Ver su galante figura mancillada es realmente doloroso.
– Agradezco su compasión milady, en mi país el recibir la flor de la caridad de una doncella respetable como usted es un remedio natural para sanar las heridas de la batalla. Agradezco su compasión. –El conde hizo una reverencia.
Una sensación cálida y muy familiar invadió el corazón de Lisa Bellstar, y en ese momento sus angustias, decepciones y demás dolencias desaparecieron por completo, ya se había acostumbrado a sentirla con tan solo intercambiar unas palabras con el conde de cabello negro como la obsidiana.
– Sé que no debería decir esto, en especial ahora después de todo lo que ocurrió, pero muchas gracias por invitarme a su fiesta. La estaba pasando muy bien antes de que ocurriera la tragedia. «La verdad es que me divertí como nunca. Me hubiera gustado que ese momento durara para siempre» –pensó.
– Yo también disfruté de su compañía milady –respondió el conde, mientras se acercaba aún más a la señorita Bellstar–. A pesar de lo ocurrido su compañía fue de lo más agradable.
Y cuando finalmente estuvieron muy cerca el uno del otro, ambos se vieron fijamente mientras mantenían sus ojos sobre los del otro sin desviar la mirada.
– ¡Disculpen!, pero tengo que ir a hacer unos mandados, quédense por si alguien viene a buscarme –La doctora Mérida salió huyendo, convenientemente para dejar a los jóvenes solos en la enfermería. Ahora podían hablar con tranquilidad.
– Me gustaría hablar de algo muy importante con usted señorita Bellstar, ¿cree que pueda regalarme algunos minutos de su tiempo?
Lisa asintió.
– Por supuesto milord, estaré feliz de escuchar atentamente cada una de sus palabras.
***
En las afueras de un bosque poblado en su mayoría por pinos de copa puntiaguda y robles frondosos que despedían un olor muy agradable, ahí deambulaba Natasha Snow, tambaleándose de un lado a otro, soportando el dolor de sus heridas que aún no sanaban por completo. Los pájaros cantaban con alegría y las luces mañaneras se asomaban a través de los troncos y las ramas, trayendo un hermoso color dorado que reemplazó el verde por unos cuantos segundos.
El calor de los rayos del sol, acariciaron su piel blanca y delicada con gentileza. Y cuando finalmente sintió que no podía seguir adelante, buscó un tronco seco y se recostó para descansar un momento, para organizar sus ideas y también para planificar detenidamente su próximo movimiento, pues lo que sus ojos habían visto hace un par de horas aún la estremecía, el horror podía verse reflejado en sus ojos azules y era incapaz de controlar su respiración acelerada cada vez que lo recordaba:
“Ella mató a todos... En un segundo los mató, los hizo pedazos y fue por qué yo le enseñé el reino de los sueños... Le enseñé a soñar a una... Bruja".