Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 2: La Verdad Revelada
—Bueno, la cena estará lista en unos minutos. ¿Por qué no te relajas un poco mientras termino aquí.
Lena asintió a la sugerencia de su madre, aunque las palabras se sentían extrañas en sus labios.
La cena estaba por comenzar, y su mente era un torbellino de pensamientos confusos y emociones encontradas.
Subió lentamente las escaleras hasta su habitación, donde el silencio solo amplificaba la inquietud que la había acompañado durante todo el día.
Intentó relajarse, pero la explosión de energía que había experimentado en el parque seguía viva en su memoria, como un recordatorio persistente de que algo en su vida había cambiado para siempre.
El aire en la habitación se sentía denso, casi sofocante, como si todo el peso de las revelaciones que estaban por llegar estuviera apretándose contra su pecho.
Lena se dejó caer en la cama, cerrando los ojos con fuerza, esperando que el simple acto de no ver pudiera detener la marea creciente de ansiedad que la inundaba.
La verdad era que ya no podía ignorar lo que había pasado. Sabía que algo dentro de ella había despertado, algo que iba más allá de la comprensión de una joven de veintiún años que, hasta ese momento, había creído ser una persona completamente ordinaria.
Pero ¿cómo podía explicarle a alguien lo que había sentido?
Esa energía, la luz, la sensación de un poder desbordante...
Nada de eso tenía sentido en el mundo que ella conocía.El sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus pensamientos. Su madre apareció en el umbral, sonriendo suavemente, aunque sus ojos reflejaban una preocupación que Lena no pudo evitar notar.
—Lena, cariño, tu padre y yo queremos hablar contigo después de la cena —dijo su madre con una voz suave pero firme.
Lena sintió que su estómago se retorcía de nuevo. Algo en la forma en que su madre lo dijo le hizo entender que esto no era una conversación cualquiera.
Asintió lentamente, sin saber qué esperar, pero con la certeza de que lo que fuera que estuvieran a punto de decirle cambiaría su vida aún más de lo que ya había cambiado ese día.
La cena transcurrió en un silencio tenso. Lena apenas tocó su comida, su mente estaba demasiado ocupada tratando de anticipar lo que estaba por venir.
Sus padres intercambiaron miradas preocupadas a lo largo de la comida, pero ninguno de los dos dijo una palabra, lo que solo aumentó la sensación de inquietud en Lena.
Finalmente, cuando terminaron de comer, su madre se levantó de la mesa y comenzó a recoger los platos, pero su padre la detuvo con una mano suave en su brazo.
—Vamos a la sala —dijo él, dirigiendo su atención a Lena.
Lena se levantó de la mesa lentamente, sintiendo que cada paso hacia la sala de estar la acercaba a algo inevitable. Sus padres se sentaron en el sofá, y su padre le indicó que se sentara en el sillón frente a ellos.
La atmósfera estaba cargada de una tensión que casi podía tocarse, y Lena se dio cuenta de que sus manos estaban sudorosas por la ansiedad.
Su padre, un hombre de mirada firme y expresión solemne, fue el primero en hablar.
—Lena, hay algo que hemos estado esperando decirte desde hace mucho tiempo.
Algo que no podíamos revelarte hasta que estuvieras lista. Pero ahora, después de lo que sucedió hoy...
—Hizo una pausa, como si buscara las palabras correctas—. Ahora es el momento.
Lena sintió que el corazón se le aceleraba en el pecho. Estaba segura de que lo que estaban a punto de decirle tenía que ver con lo que había experimentado en el parque, pero no estaba preparada para escuchar algo que alterara aún más su ya frágil sentido de la realidad.
Su madre tomó la mano de su padre, entrelazando los dedos con los de él, antes de mirar a Lena con una expresión de profunda preocupación.
—Cariño, lo que te vamos a decir va a ser difícil de entender al principio, pero queremos que sepas que siempre hemos tenido tus mejores intereses en mente.
Solo queríamos protegerte... protegerte de lo que significaba realmente ser quien eres.
Lena se sintió mareada, como si el suelo bajo ella estuviera a punto de desaparecer. Las palabras de su madre resonaban en su mente, pero no lograban formar un significado coherente.
—¿De qué están hablando? —preguntó finalmente, su voz quebrada por la confusión.
Su padre tomó una respiración profunda, y sus ojos reflejaron una seriedad que Lena no había visto antes.
—Lena, nosotros no somos como las demás familias. Y tú...
tú no eres una joven común y corriente. Pertenece a algo mucho más grande, a una comunidad que ha existido desde hace siglos, oculta a la vista de los demás.
Lena parpadeó, tratando de comprender lo que estaba diciendo.
—¿Qué...? ¿Qué quieres decir con eso?—
Somos parte de una manada —continuó su padre—. Una manada de hombres y mujeres que tienen la capacidad de transformarse en lobos.
Somos licántropos, Lena. Y tú, como nuestra hija, también lo eres.
El mundo de Lena se tambaleó con esas palabras. Licántropos. Lobos. Todo sonaba como algo salido de un cuento de hadas o una película de terror. Y, sin embargo, la mirada en los ojos de su padre le decía que esto no era una broma.
—No puede ser —murmuró, negando con la cabeza—. Eso es... imposible.
Su madre se inclinó hacia adelante, su expresión suplicante.
—Sé que esto es difícil de aceptar, Lena, pero es la verdad. Hemos mantenido esto en secreto para protegerte, para darte una infancia normal, lejos de los peligros que nuestra gente enfrenta.
Pero ahora, tu poder se ha manifestado, y ya no podemos mantenerte al margen.
Lena sintió que su respiración se volvía irregular. Su mente se negó a procesar lo que le estaban diciendo. Licántropos. Manadas.
Todo esto era demasiado, demasiado irreal.
—No... no puedo ser uno de ustedes —dijo, su voz temblando mientras se levantaba del sillón, retrocediendo unos pasos—.
Esto no es real, no puede ser real.Su padre se levantó también, acercándose a ella con una calma que solo empeoró la confusión de Lena.
—Lena, sé que es difícil, pero debes entender que esto es parte de lo que eres. Lo que sentiste hoy, esa explosión de energía, fue tu naturaleza despertando.
No puedes huir de lo que eres.Lena dio un paso hacia atrás, sintiendo que las paredes de la sala se cerraban sobre ella.
—¡No quiero ser esto! —gritó, su voz llena de desesperación—.
No quiero tener nada que ver con esta locura.
Su madre se levantó también, con lágrimas en los ojos.
—Lena, escúchame, por favor. No puedes cambiar lo que eres, pero puedes aprender a controlarlo, a vivir con ello.
Hemos estado esperando este momento para ayudarte, para guiarte.
Pero Lena no quería escuchar. Todo lo que quería era salir corriendo, escapar de la pesadilla en la que su vida se había convertido en cuestión de minutos.
—No... no puedo —murmuró, sintiendo que las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos—.
No puedo aceptar esto. No soy una de ustedes, no quiero serlo.
Su padre la miró con tristeza, pero su voz fue firme cuando habló de nuevo.
—Lena, tu destino está escrito. No puedes cambiarlo. Lo que sucedió hoy fue solo el comienzo.
Hay cosas que están por venir, cosas que no puedes evitar. Tienes que aceptar quién eres, por difícil que sea.
—¡No! —Lena dio un paso atrás, sintiendo que su mundo se desmoronaba a su alrededor—.
No puedo... no puedo hacerlo.Se giró y salió corriendo de la sala, subiendo las escaleras lo más rápido que pudo.
No podía soportar estar en la misma habitación que ellos, no después de lo que le habían dicho.
Sentía como si su mundo hubiera sido arrancado de raíz, y todo lo que había creído saber se desvanecía como humo.
Se encerró en su habitación, apoyándose contra la puerta mientras las lágrimas corrían por su rostro.
Su respiración era entrecortada, y el dolor en su pecho era casi insoportable.
¿Cómo podían haberle ocultado algo así? ¿Cómo podían esperar que simplemente aceptara que era... un monstruo?
Las imágenes del día volvían a su mente en un torbellino: la explosión de energía en el parque, la confesión de sus padres, las palabras de su padre resonando en su mente.
"Tu destino está escrito." Pero Lena no quería aceptar ese destino, no quería ser parte de un mundo que no entendía y que la aterrorizaba.
Se dejó caer en la cama, enterrando el rostro en la almohada mientras las lágrimas continuaban fluyendo. Todo lo que quería era despertar de esa pesadilla, regresar a una vida en la que las cosas eran simples y normales. Pero sabía, en el fondo de su corazón, que nada volvería a ser igual.
Lena pasó las siguientes horas de esa noche en un estado de confusión y desesperación, sintiendo que su mundo se desmoronaba a su alrededor.
Las palabras de sus padres la atormentaban, y la sensación de que todo lo que había conocido hasta ese momento había sido una total mentira.
te felicito x tu historia con Lena estuvo increíble q tengas muchos éxitos y sigue así ojalá nos mande la notificación de la historia de sienna a los q no nos aparece