En el reino de Altravia, Selene, una princesa atrapada entre el deber y su corazón, se ve obligada a buscar esposo para salvar su linaje. Sin embargo, lo que comienza como un juego de alianzas políticas se complica cuando se enamora de Ascensio, un joven cazador con un secreto oscuro e inconfesable: cada noche de luna llena, una maldición lo transforma en un hombre lobo.
Mientras Selene lucha por descubrir la verdad detrás de los rostros sonrientes de sus pretendientes, Ascensio se enfrenta a su propia naturaleza monstruosa, intentando proteger a la mujer que ama. Pero en las sombras del bosque, fuerzas más oscuras conspiran para desatar una tragedia que podría cambiarlo todo.
Un romance prohibido, intrigas cortesanas y un misterio sobrenatural se entrelazan en esta historia de amor, ambición y redención, donde la luna ilumina tanto los secretos como las verdades más ocultas.
¿Lograrán Selene y Ascensio superar las barreras que los separan, o sucumbirán al peso de sus destinos cruzados?
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Capítulo 9: Ecos de un Pasado Roto
Selene siempre había vivido rodeada de gente, pero su soledad era palpable. En su infancia, el castillo había sido un laberinto de pasillos interminables, pero jamás se sintió verdaderamente en casa. La princesa había crecido bajo el constante escrutinio de su padre, un hombre que no tenía tiempo para amarla, solo para usarla como una pieza más en su intrincado tablero político.
Desde temprana edad, Selene había sido entrenada para ser un símbolo, una mujer a la que solo le quedaban dos opciones: casarse con un príncipe que fortaleciera su familia o morir en nombre de la realeza. A los siete años, ella ya entendía que el amor no tenía cabida en su vida; su existencia era un contrato que debía cumplir sin cuestionarlo.
Pero hubo un evento que la marcaría para siempre, un recuerdo del cual no podía escapar. Una tarde, cuando tenía diez años, Selene fue llevada al jardín real para conocer a su futuro prometido, un joven príncipe de un reino vecino. En ese encuentro, la niña no vio a un joven amable, sino a un hombre frío y calculador que la veía como una posesión más. Su padre estaba presente, como siempre, observando el encuentro sin un atisbo de emoción. Selene recordó cómo, de forma casi mecánica, tuvo que sonreír y tomar la mano del príncipe, mientras su corazón se llenaba de terror.
Esa noche, mientras la princesa dormía, fue cuando la tragedia se desató. Los guardias del castillo irrumpieron en su habitación, su abuelo había sido asesinado en un golpe sorpresa, y la reina, su madre, estaba desaparecida. En la oscuridad de la confusión, Selene, sola y asustada, escuchó los gritos de su madre, la cual había sido llevada por los conspiradores, y la sensación de vacío en su pecho se convirtió en su sombra. Los años siguientes pasaron en un suspiro: Selene se vio obligada a tomar el trono, pero la niña rota dentro de ella nunca volvió a despertar.
Su vida estaba marcada por una sola misión: mantener el reino unido, sin importar el costo. El amor, para ella, había dejado de ser un sentimiento. Lo que la mantenía en pie era el poder, y aunque su alma se sentía vacía, su deber era claro. Los años en los que fue una niña inocente habían sido arrancados de cuajo, dejándola con la necesidad de sobrevivir, a toda costa.
Por otro lado, Ascensio había nacido en un lugar distinto, lejos del lujo y la política. En su pueblo, la vida era brutal, regida por las estaciones y los ciclos de la caza. Desde niño, su único objetivo era sobrevivir a las noches frías y las criaturas que merodeaban. Sin embargo, todo cambió una noche en la que su padre le había pedido que no saliera a cazar solo. Ascensio, impulsado por su joven audacia, desoyó la advertencia y se adentró en el bosque, donde todo lo que conocía cambiaría para siempre.
Esa noche, la luna llena brillaba con una intensidad rara. Ascensio nunca olvidó cómo, entre los árboles, una sombra gigantesca se desvió de su camino. Antes de que pudiera reaccionar, la bestia le atacó. El dolor de la mordedura, el ardor que recorrió su cuerpo, lo dejó paralizado. El veneno de la criatura se apoderó de su cuerpo, fue tan doloroso que apenas pudo gritar.
Lo peor no fue la agonía física, sino lo que sucedió después. Ascensio se despertó en una cueva, rodeado de cadáveres. Habian matado a su familia, a su madre, a su hermano, sin siquiera recordar cómo había sucedido. En su mente, se mezclaban las imágenes de la bestia que lo había mordido y las personas que amaba, todas desmembradas por sus propias manos. No quedaba rastro de su antigua vida.
Por años, luchó contra sí mismo, La rabia, la desesperación y el odio hacia lo que había hecho lo llevaron a un punto de no retorno. La culpa era su constante compañera, y cuando la luna llena iluminaba el cielo, Actualmente Ascensio se sentía más monstruo que hombre.
Una noche, mientras Selene caminaba por los pasillos del castillo, mirando las sombras que danzaban bajo las luces tenues, un sentimiento inquietante se apoderó de ella. En algún lugar lejano, en la oscuridad, un hombre estaba allí, enfrentando sus propios demonios. El destino de ambos estaba entrelazado de una manera que no comprendían por completo, pero sabían que su lucha, su dolor, solo acababa de comenzar.