Más Que Una Mentira

Ethan observaba a Emma mientras esta comenzaba a ojear el voluminoso expediente que él había sacado de su maletín. Logan, desde su cama, alternaba la mirada entre su amigo y la enfermera, desconcertado.

  —¿Qué es eso? —preguntó Logan, señalando el documento con un gesto de la cabeza.

  Ethan se acomodó en la silla con una sonrisa tranquila.

  —Es todo lo que necesita saber sobre ti. Lo básico que cualquier novia sabría de su pareja.

  Emma alzó una ceja, intrigada, y siguió pasando las páginas. Su expresión neutral pronto dio paso a una sonrisa divertida que capturó la atención de los dos hombres.

  Logan arqueó una ceja, claramente molesto.

  —¿Qué es tan gracioso?

  Emma levantó la vista y, con un tono juguetón, respondió:

  —¿Miedo a las arañas? ¿Tú, un hombre tan grande?

  El rostro de Logan se tensó. No estaba seguro de qué lo irritaba más: que ella lo encontrara gracioso o que Ethan hubiera decidido incluir ese detalle en el informe. Miró a su amigo con ojos asesinos.

  —¿Por qué demonios pusiste eso ahí?

  Ethan, completamente imperturbable, se encogió de hombros.

  —Es relevante. Si alguien te menciona una araña y tú saltas como si te hubiera picado una serpiente gigante, será sospechoso.

  Emma intentó contener su risa, pero no lo logró del todo.

  —No puedo creerlo. Logan Reese, el tipo rudo y temido, tiene una crippling fobia a las arañas.

  —No es una fobia —se apresuró a responder Logan, tratando de defenderse—. Simplemente no las tolero, eso es todo.

  —Claro —replicó Emma, claramente disfrutando del momento.

  Logan, incapaz de soportar más el intercambio, resopló y le señaló la puerta.

  —¿Por qué no tomas eso y lo lees en otro lado?

  Emma asintió, todavía con una sonrisa en los labios, y salió de la habitación mientras ojeaba las páginas.

  Cuando la puerta se cerró tras ella, Logan se giró hacia Ethan con una mirada furiosa.

  —¿Qué más escribiste ahí?

  Ethan soltó una carcajada y comenzó a enumerar con tono burlón:

  —Bueno, incluí tus cicatrices más visibles: la del muslo izquierdo, cortesía de esa caída en motocicleta; la de la clavícula, por aquella genial idea de saltar una cerca a caballo; y, por supuesto, la de la ingle, del accidente con la bici cuando tenías ocho años.

  Logan se llevó una mano al rostro, visiblemente frustrado.

  —¡¿La de la ingle?! ¿Por qué tendría que saber eso?

  —Porque si llevan años juntos, como dice le dijiste a tu padre, lo habría notado en algún momento —respondió Ethan con naturalidad.

  Logan resopló, cruzando los brazos.

  —Esto es ridículo.

  Ethan sonrió de lado y le dio unas palmaditas en el hombro.

  —Lo ridículo sería que alguien descubriera tu mentira porque no sabes coordinar tus historias. Confía en mí, esto la ayudará a cubrirte.

  Logan no respondió, aunque su expresión dejaba claro que estaba más molesto que convencido. Ethan, satisfecho, volvió a acomodarse en la silla, sabiendo que, por ahora, había ganado esa batalla.

  Emma caminaba hacia los casilleros, intentando poner en orden sus pensamientos después de todo lo que había ocurrido en la habitación de Logan. El grueso folder que Ethan le había entregado pesaba en sus manos, no solo por su tamaño, sino por todo lo que representaba. Sabía que debía leerlo, pero decidió que no era el momento. Lo guardó cuidadosamente en su casillero, prometiéndose revisarlo cuando regresara a casa al día siguiente, después de terminar su larga guardia.

  Se obligó a enfocarse en su trabajo. Continuó con su ronda, atendiendo a los pacientes con su profesionalismo habitual, aunque no pudo evitar que su mente vagara de vez en cuando hacia lo que implicaba aquel contrato.

  Cuando el reloj marcaba las cinco de la tarde, Emma sintió la vibración de su móvil en el bolsillo. Sacó el dispositivo y vio un mensaje de un número desconocido. Al abrirlo, leyó:

  "Hola, Emma. Soy Ethan, el abogado y amigo de Logan. Por favor, guarda este número en tus contactos. Te escribo para informarte que en media hora le darán el alta a Logan. Su familia llegará pronto para recogerlo y llevarlo a casa. Necesita que estés en la habitación antes de que lleguen."

  Emma suspiró profundamente. Su día, que ya era complicado, estaba a punto de volverse aún más intenso. Guardó el número de Ethan y respondió con un breve “Entendido, estaré allí.”

  Se dirigió rápidamente al baño para asegurarse de que su aspecto fuera el adecuado. Aunque su uniforme seguía impecable, pasó un cepillo por su cabello y se humedeció el rostro para despejar cualquier rastro de cansancio. Sabía que la familia de Logan estaría pendiente de cada detalle, especialmente ahora que supuestamente era la "novia" del joven empresario.

  Tras reunir fuerzas, caminó hacia la habitación de Logan, lista para enfrentar la primera prueba real de su inusual acuerdo.

  Emma llegó a la habitación de Logan y lo encontró conversando con Ethan. Apenas la vio entrar, el abogado se puso de pie, cerró su maletín y anunció su partida.

  —Será mejor que me vaya, sería extraño que esté aquí cuando tu familia llegue. Ya sabes, no quiero dar explicaciones innecesarias —dijo, con una sonrisa ligera que intentaba aliviar la tensión.

  —Cobarde —murmuró Logan con una sonrisa, aunque agradecía que Ethan entendiera la delicadeza de la situación.

  Cuando Ethan se marchó, el ambiente en la habitación se volvió incómodo. Emma se quedó de pie junto a la puerta, mientras Logan desviaba la mirada hacia la ventana, fingiendo no notar la tensión. Finalmente, él rompió el silencio:

  —¿Podrías ayudarme a pasar a la silla de ruedas? No quiero que mi familia me encuentre todavía en la cama.

  Emma asintió y se acercó. Con movimientos seguros pero cuidadosos, deslizó un brazo alrededor de su torso para sostenerlo mientras él pasaba de la cama a la silla. Logan, al usar su fuerza para impulsarse, posó sus manos brevemente en su cintura, y sin querer, el aroma fresco y suave a fresias de su cabello lo envolvió. Por un momento, ambos parecieron demasiado conscientes de la cercanía, aunque ninguno dijo nada.

  Cuando Logan estuvo sentado, Emma se agachó para colocar sus pies en las bases de la silla. Mientras lo hacía, sus ojos se encontraron por un instante. La mirada de Logan era más intensa de lo que ella esperaba, y sus propias mejillas comenzaron a enrojecer.

  El silencio comenzaba a hacerse pesado cuando la puerta se abrió de golpe, rompiendo cualquier atisbo de intimidad. La familia de Logan entró sin aviso previo.

  —¡Hijo mío! —exclamó Susan, caminando directamente hacia él con una calidez que llenó la habitación. Luego se volvió hacia Emma y le dedicó una sonrisa amable— Emma, gracias por cuidar de Logan.

  Emma apenas pudo articular un “de nada” antes de que William, el padre de Logan, hablara.

  —Bueno, al menos estás aquí para su alta —comentó en un tono seco, mirándola de arriba abajo con una expresión neutra que no dejaba claro si era un cumplido o una crítica.

  Emma sonrió con educación, mientras Logan rodaba los ojos y murmuraba algo inaudible. Su hermana y hermano se acercaron también, saludando con entusiasmo.

  —Así que esta es la famosa Emma —bromeó su hermano menor, cruzándose de brazos—. Pensé que era un mito.

  —Es muy bonita para ser un mito —añadió su hermana, con un guiño cómplice.

  Emma sonrió nerviosa, mientras Logan parecía debatirse entre reírse o pedirles que se callaran. Las dinámicas familiares eran evidentes, y la joven supo que el papel que acababa de aceptar iba a ser más complicado de lo que imaginaba.

—¿Y eso de que sirve? Si no estuvo todo el tiempo con él.— murmuró William con toda la intención de ser escuchado.

  Emma sintió una punzada de incomodidad al escuchar el tono severo de William. Su mirada crítica y el comentario seco parecían subestimarla, y por un instante estuvo a punto de refutar, pero antes de que pudiera hacerlo, Logan intervino.

  —Papá —dijo Logan con una voz firme y calmada, dirigiéndole una mirada que bordeaba la advertencia—, Emma no tiene que justificar nada. Si no ha estado aquí cada minuto es porque, a diferencia de otros, es muy responsable con sus obligaciones.

  El comentario hizo que William alzara una ceja, sorprendido, pero no dijo nada. La madre de Logan sonrió con suavidad, como aprobando la defensa de su hijo, mientras los hermanos de Logan compartían una mirada divertida.

  Emma, aunque agradecida por el apoyo, se sintió aún más incómoda siendo el centro de atención.

  —Gracias, Logan —murmuró, inclinando ligeramente la cabeza hacia él. Luego miró al resto de la familia—. Como dijo Logan, yo aún estoy trabajando, pero quería asegurarme de que estuviera preparado antes de que llegaran.

  —Muy profesional de tu parte, querida —respondió la madre de Logan, con una calidez que contrastaba con el tono de William.

  —Bueno, sí que parece que lo tienes todo bajo control —comentó el hermano menor de Logan, con un tono más ligero mientras señalaba la silla de ruedas—. Aunque, sinceramente, no pensé que mi hermano mayor fuera tan mandón con su… novia.

  La palabra "novia" parecía flotar en el aire con un peso extra, haciendo que tanto Emma como Logan sintieran un leve estremecimiento de incomodidad. Logan estaba a punto de responder con un comentario sarcástico, pero Emma habló primero:

  —Logan no es mandón —dijo con una sonrisa tensa, tratando de mantener las apariencias—. Simplemente sabe lo que necesita, y eso facilita mi trabajo.

  La respuesta fue suficiente para que la madre de Logan soltara una risa suave, mientras los demás parecían aceptar la explicación. Sin embargo, Emma no pudo evitar notar la mirada evaluadora de William, como si aún no estuviera completamente convencido.