Nerea, luego de terminar con una relación por más de diez años, se ve en la obligación de buscar otro prometido antes de que su familia se entere que ya no se va a casar.
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Capítulo 10
Nerea...
El fin de semana llego y aprovechando mi día libre me dediqué a buscar departamento, Sarah había sido muy amable conmigo dejándome quedar en su casa, pero no podía seguir quedándome con ella, mi amiga vivía a otro ritmo, sabía que mi presencia había cambiado su rutina y aunque sabía que no me diría nada, necesitaba buscar otro lugar.
Buscando en un sitio en línea, encontré un departamento cerca de la empresa muy bien ubicado en el centro de la ciudad y lo mejor era que podía ocuparlo inmediatamente. Luego de llamar y concretar una cita, fui a verlo y el lugar me encantó, el alquiler era algo elevado, pero tenía opción de compra y si me ajustaba un poco en menos de un año podría ser mío. Firme el contrato inmediatamente y luego de salir de allí me dirigí a una gran tienda de muebles. De camino mi teléfono sonó y al ver que era Dylan conteste en alta voz.
— Dime... estoy manejando.
— Hola... — Al decir eso rápido contestó — ¿Tienes planes?
— Estoy haciendo algunas compras. ¿Por qué preguntas?
— Mi abuelo organizo una cena familiar para esta noche. ¿Quería saber si podías acompañarme?
— No lo sé, no creo que termine pronto...
— ¿Qué estás por comprar?
— Muebles, vajilla, ropa de cama, comida... la lista es larga, estoy aprovechando el fin de semana porque luego volvemos al trabajo y ya la próxima semana llegan mis padres.
— ¿Dónde estás?
— Estoy llegando a la tienda...
— Envíame tu ubicación, te ayudaré así puedes desocupaste antes.
— ¿Seguro? Me vendría bien algo de fuerza bruta.
Escucho como ríe y contesta.
— Envíame la ubicación, ya estoy saliendo.
Colgué la llamada y enviándole la ubicación guardé mi celular. Al cabo de unos minutos llegué al centro comercial, era enorme, estaba todo separado por secciones, así que decidí empezar por lo más sencillo, la ropa de cama, necesitaba todo nuevo, sábanas, toallas, batas, almohadas.
Pronto la llamada de Dylan volvió a sonar y pidiendo mi ubicación le indiqué dónde estaba. Cuando llego le hice señas, al verme se acercó a mí y dijo.
–Bien ¿en qué te ayudo?
— Por ahora en nada, estoy viendo la calidad de estas sábanas.
Veo como él también empieza a observar todo y a comprobar la calidad. Luego de comprar dos juegos, de sábanas, almohada, toallas y batas, nos dirigimos hacia la zona de muebles. Al ingresar un asistente nos entregó un folleto y al leerlo dije.
— Carajo la lista de regalos...
— ¿Lista de regalos?
— Sí, aún no la hice, debía hacerla antes de que mi madre llegue, ella iba a encargarse de las invitaciones y lista de invitados. — Veo como me mira y agregó — Debemos continuar con todo lo de la boda si queremos que esto sea creíble.
— Bien, hagámosla ahora.
Asiento ante sus palabras y pidiendo las pistolas qué se utilizaban para armar la lista, le entregué una a Dylan y al ver como me miraba dije.
— Disparalee a todo lo que consideres que podrías necesitar si en verdad te estuvieras por casar.
— Podrías comprar todas esas cosas...
— Pero esto es una forma de que el invitado pague su cubierto y los recién casados puedan tener el equipamiento de su casa. ¿Nunca supiste para qué se hacen las bodas?
— Por lo que veo tú tampoco — Dice con una sonrisa — ¿No se supone que uno se casa para estar con la persona que ama toda su vida?
— Sí bueno, además de eso, el motivo principal de hacer una gran fiesta es que las personas que invites obsequien todo lo que los novios necesitan para empezar su nueva vida de casados.
Veo como sonríe por mis palabras y agregó.
— No todo el mundo nace en cuna de oro y puede comprar todo lo que una casa necesita.
— ¿Acaso te estás burlando de mí? Creo recordar que tú también vienes de una familia adinerada.
— Sí... pero hace años que vivo de mi sueldo y mis ahorros. Papá sigue depositando en una cuenta mensualmente dinero, pero no me siento cómoda tomándolo y mucho menos porque mis hermanos se esfuerzan para que a la empresa les vaya bien y yo no aporto nada en ella.
— Aun así te pertenece...
— Lo sé, pero mientras pueda sustentar mis gastos y mi estilo de vida no le veo el caso tocar ese dinero. Lo estoy dejando para algo importante.
Veo como solo me observa y al ver como empiezo a disparar en algunos adornos él dice.
— Yo no voy a pedirles algo tan barato. — Veo como camina hasta un sillón y al comprobar su comodidad, se recuesta y con una sonrisa digo.
— ¿Pedirás eso para cuando esté enojada contigo y te envié a dormir a la sala?
Veo como me mira y luego sonríe para decir.
— Es mejor estar prevenido cariño — Dylan me guiña uno de sus ojos y riendo seguimos escogiendo mis muebles y los de la lista de regalos.
Pronto la tarde estaba cayendo y dejando mi nueva dirección en el local para la entrega veo como Dylan mira curioso y dice.
— Esa no es la dirección de la casa de tu amiga.
— No, te dije que conseguí departamento, mañana cuando lleven los muebles ya pienso instalarme.
Veo como observa mejor la dirección y dice.
— ¿O sea que te mudaras a mi edificio?
— ¿Tú edificio?
— Claro... El trece C se mudó hace poco.
— Espera ¿vives allí?
— Sí, de hecho mi departamento queda justo enfrente.
— Vaya... juro que no fue intencional.
— Tranquila, no tienes de que preocuparte. Muy bien mañana te ayudaré con la mudanza.
— Gracias... y gracias por lo de hoy.
Veo como sonríe y estaba por decir algo, pero pronto su mirada se dirigió detrás de mí y al voltear vi a Mateo junto a la secretaria viendo cunas de bebés. Me sorprendió verlo allí y más porque se le veía la felicidad en la cara. Mi rostro volvió a ponerse serio y volteando a pagar todo lo que había comprado, Dylan noto mi cambio de ánimo y dijo.
— No dejes que note que te afecta. Se están acercando, sígueme el juego.
Pronto vi como Dylan le entrego las pistolitas y con una sonrisa dijo.
— Ya terminamos también con esto.
— Muy bien señor ya le imprimimos la lista y por habernos elegido para hacer su lista de regalos – La chica saco de abajo del mostrador una bolsa de regalo para cada uno y dijo.— Les regalamos estás batas de baños qué son a juego.
Dylan tomo ambas bolsas y agradeciendo agregó.
— Muchas gracias por su atención, vamos cariño debemos volver a casa.
Volteamos ambos con una sonrisa en nuestro rostro y al ver como Mateo se había quedado mirándonos. Solo seguí mi camino sin siquiera mirarlo.
No quería demostrarle que me hacía mal verlo, pero todo era tan reciente que aunque intentará hacerme la fuerte, esto me dolía.