En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 2
No logro apartar mi vista de ese hombre, es terriblemente atractivo. Alto (calculo que casi un metro noventa); cabello castaño claro lacio, ojos verdes, piel trigueña, aún con ese traje que seguro esta hecho a la medida es evidente que se ejercita e imagino que su cuerpo se aproxima al de esas esculturas de dioses griegos.
La voz de Daniela me hace volver a la realidad.
- Amiga, estás en la luna.
- Hola, Dani. Discúlpame, tengo mil cosas en la cabeza.
- Mira, te presento a mi colega- señala al hermoso hombre que la acompaña- Antonio Bianchi, ella es mi amiga Johanna Mendieta.
Él extiende su mano y yo evidentemente nerviosa la estrecho.
- Un gusto Antonio.
- Es un placer conocerte, Daniela me ha hablado mucho de ti.
- Cosas buenas, supongo- respondo y le lanzó a mi amiga una mirada de advertencia.
- Por supuesto que sí, amiga. Además le dije que tu cafetería es la mejor de la ciudad y lo traje para que lo compruebe por él mismo.
- Perfecto, qué les servimos?
- A mí lo de siempre, ya conoces mis gustos.
- Para mí un expreso doble- responde Antonio.
- Estarán listos en un momento. Los ponemos para llevar?- les pregunto.
- Sí, amiga. Vamos de camino a la oficina.
Romina se encarga de su pedido y en minutos la cafetería está abarrotada. Las chicas y yo ya estamos acostumbradas y somos muy eficientes.
El pedido de Dani y Antonio está listo y se acercan a la caja a pagar. Creo observar que Antonio me dedica una sonrisa y eso me hace sonrojar de inmediato.
- Te escribo más tarde amiga, nos vemos- se despide Daniela.
- Ha sido un placer conocerte, Johanna y ten por seguro que nos veremos muy seguido. Este café en verdad está delicioso.
- Qué bueno que ha sido de tu agrado Antonio y será un gusto tenerte por aquí.
Ambos se despiden agitando la mano y salen del local, un suspiro involuntario se escapa de mis labios y Romina que se encuentra a mi lado lo percibe.
- Vaya que está lindo el colega de Dani.
- Vamos a trabajar, tenemos mucha gente que atender- digo intentando ocultar mi interés por Antonio.
La mañana continua lluviosa y la gente entra y sale de la cafetería. Mi ciudad es hermosa, pero cuando llueve tiene un encanto especial.
Pasado el medio día la afluencia disminuye y podemos tomarnos un merecido descanso y disfrutar de una taza de delicioso café.
- El amigo de Dani es muy atractivo- menciona Romina.
- Es cierto- confirma Karla- y no te quitaba la mirada de encima.
- ¿A mí?- pregunto incrédula- Creo que necesitas lentes.
- No, yo también lo noté- asegura Romina.
- Es un hombre muy joven y muy atractivo que puede tener a cualquier chica a sus pies, ¿qué podría ver en una mujer de mi edad?
- Por favor, hablas como si tuvieras sesenta años, ni siquiera has cumplido cuarenta y te ves mucho mejor que una de veinte.
- Jajaja, gracias Karlita por darme ánimos.
- Karla solo dice la verdad y yo estoy de acuerdo con ella.
En ese preciso momento entran varios clientes y me salvan de esta incómoda conversación.
Soy consciente de mi edad y de mi apariencia, pero también soy realista. Mido 1.60, soy bajita; mi cabello es negro al igual que mis ojos y mi piel morena clara. Considero que mi cuerpo tiene buenas proporciones.
Después de que nació Luisito y como parte de mi tratamiento para la depresión comencé a hacer ejercicio y hasta hoy sigue siendo parte de mi rutina.
Obviamente, no tengo el cuerpo perfecto, pero me siento cómoda con él. Todo está en su lugar y hay curvas en donde debe de haber.
Mi mente divaga por unos segundos recordando a Antonio, definitivamente si tuviera 10 años menos la historia sería otra.
Falta poco para que mis hijos salgan del colegio. Enrique se encarga siempre de ir por ellos y tres días de la semana comen con él. Hoy debe de traerlos conmigo e iremos a comer con mi mamá.
- ¡Mamá!- grita mi hijo al pasar por puerta.
- Hola cariño- respondo y le doy un beso a él y a mi hija- Gracias por traerlos Enrique.
- Sabes que disfruto pasar tiempo con ellos. Saludos a tu mamá. Nos vemos mañana niños.
- Adiós papá- responden al unísono.
Enrique se marcha y me despido de las chicas para salir a reunirme con mi mamá en un restaurante cercano.
Puntual como siempre ya nos espera en la mesa.
- Hola mamá- la saludo con un beso en la mejilla y mis hijos hacen lo mismo.
- Hola abuela- saludan ambos.
- Hola, niños. Cada día están más grandes.
Ocupamos nuestros lugares y ordenamos la comida. El tiempo pasa entre conversaciones triviales.
Después de comer volvemos a la cafetería. Ahí los niños tienen un espacio apropiado para hacer sus tareas en lo que llega la hora de cerrar.
Los llevo a casa y me preparo para ir al gimnasio. Mis hijos se queden a cargo de mi vecina Rosario, nos conocemos desde que llegamos a vivir aquí y somos buenas amigas.
- Nos vemos en un rato, chicos, compórtense. Rosario ya viene.
- Claro mamá- responde Mariela- yo me encargo de este pequeño diablillo, no deberías molestar a Rosario, ya somos grandes.
- Sabes que no me gusta dejarlos solos. Luisito pórtate bien.
- Siempre lo hago mami.
Al llegar al gimnasio me encuentro con Dani que me lanza una pícara mirada.
- Y esa mirada, ¿qué significa?
- Creo que sabes lo que te voy a decir.
- Para nada.
- Antonio quedó deslumbrado contigo.
- ¡Ay Daniela! Por favor, no digas tonterías.
Camino hacia los vestidores rogando para que deje está conversación por la paz.
- ¿Por qué se te hace tan difícil creerlo?
- Es obvio, ¿acaso eres ciega? Antonio es mucho menor que yo.
- ¿Y ese es un problema para ti?
- Por supuesto. No quiero seguir con esta conversación, mejor vamos a hacer muestra rutina.
Me concentro en el entrenamiento y al salir me despido de mi amiga lo más rápido posible para evadir el tema que involucra a Antonio. Solo quiero volver a casa y descansar.
Como cada noche ceno en compañía de mis hijos y me aseguró de que se duerman temprano.
Ya en mi habitación recibo un mensaje de un número desconocido.
📩 Buenas noches Johanna, soy Antonio. Ante mi insistencia Daniela me dio tu número, espero que no te moleste.
No puedo creer que Daniela haya sido capaz de darle mi número. Mi primera reacción es reclamarle, pero otras preguntas se formulan en mi mente y no sé si responder este mensaje o más bien no tengo ni idea de que debo responder.
Ojalá se separe de Antonio porque la verdad no lo merece