Lyra Blackwood es ultrajada por el hombre que creía amar que además es su mate, Pero este que no quiere nada con aquella niñita, la rechaza, Pero no contento con eso también la humilla y maltrata, por lo que lyra vuelve a casa y piensa en vengarse de todos.
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No soy tu amigo
Lucian y Dorian caminaban por el sendero principal del pueblo, sus pisadas resonando en la tranquilidad del lugar. Mientras Dorian mantenía su habitual semblante serio, Lucian hablaba con entusiasmo, como si intentara llenar el silencio con su verborrea característica.
—Dorian, deberías estar más alerta en todo momento —dijo Lucian con una sonrisa que ocultaba una intención más oscura—. Entiendo tu lealtad hacia Caelan, pero debemos vigilarlo de cerca. Hace tiempo te dije que algo en él había cambiado.
Dorian no respondió de inmediato, simplemente asintió, como si no tuviera tiempo ni paciencia para los juegos de Lucian.
—Nos vemos después, Lucian. Ahora debo reunirme con Caelan. Necesito tratar algo referente a mi manada.
Sin más, Dorian se alejó, su postura rígida pero su mente claramente ocupada en algo más.
Flashback
El recuerdo golpeó a Dorian como un viento frío. Era apenas un adolescente problemático, lleno de ira y desesperación, cuando todo se desmoronó.
—Rubi, ¿dónde estás? —gritaba en el bosque, su voz quebrándose por el miedo y la angustia. Había buscado a su hermana pequeña toda la mañana sin éxito.
De pronto, entre los arbustos, la encontró. Rubi yacía tendida en el suelo, inmóvil, con un hilo de sangre que manchaba sus labios.
—No... tú no, pequeña. —Su voz era apenas un susurro, sus manos temblando al acercarse a ella. Pero no necesitó tocarla para saber la verdad. El corazón de Rubi ya no latía.
Un grito desgarrador escapó de su garganta, resonando en el vacío del bosque.
Al día siguiente, el entierro fue un evento sombrío, pero Dorian no derramó más lágrimas. Su mirada permaneció fija en su padre, llena de odio y sospecha. Había perdido a su madre antes y siempre había creído que su padre estaba detrás de aquello. Ahora, el destino de Rubi lo convencía aún más de que su progenitor era un monstruo.
Entre los asistentes, un adolescente Lucian se acercó a Dorian. Sin decir mucho, colocó una mano en su hombro y le ofreció unas palabras de condolencia. Desde ese día, Lucian se convirtió en una constante en la vida de Dorian, siempre presente, siempre dispuesto a ayudarlo. Pero un día, Lucian hizo algo más que simplemente ofrecer apoyo.
Fin del flashback
Los recuerdos se desvanecieron cuando una figura apareció frente a Dorian, interrumpiendo sus pensamientos. Era Liona, la hermana menor de Caelan. Su porte altivo y mirada desafiante hacían honor a su linaje.
Dorian levantó una ceja al verla, divertido por su aparente intención de ignorarlo.
—Siempre tan educada la princesita —dijo con sarcasmo, mientras cruzaba los brazos.
Liona se detuvo en seco, apretando la mandíbula. Su mirada ardía de irritación.
—Pues así soy con los idiotas, ¿cómo la ves? —respondió con mordacidad, sin molestarse en ocultar su desdén.
Dorian negó con la cabeza, un atisbo de sonrisa jugueteando en sus labios.
—Qué carácter tan encantador —murmuró con ironía, mientras seguía de largo, ignorándola deliberadamente.
Liona, sintiéndose desairada, lo observó alejarse con el ceño fruncido. Aunque trataba de calmarse, el enfado burbujeaba en su interior, amenazando con desbordarse. Dorian siempre sabía cómo sacarla de quicio, y esta vez no fue la excepción.
Dorian llegó al despacho de Caelan con su caminar firme y su expresión seria habitual. Al entrar, el alfa levantó la vista de unos documentos y lo saludó con una amabilidad que contrastaba con el ambiente cargado de tensión.
—Dorian, me alegra verte. —Caelan sonrió ligeramente, pero el gesto no encontró respuesta.
Dorian simplemente tomó asiento frente al escritorio, sin perder tiempo en formalidades.
—Háblame de eso importante que tenías que decirme hace rato. —La voz de Caelan invitaba a la conversación, pero la mirada de Dorian no mostraba intención de aligerar el momento.
El alfa observó la habitación brevemente antes de hablar.
—Los saqueos en la manada Fénix Oscuro, como supongo que en otras manadas, han aumentado. Necesitamos una mayor seguridad. Sé que ya planeas enfrentarte a los rebeldes, pero necesito garantías para mi gente. Si voy a pelear por este territorio, quiero asegurarme de que mi manada estará protegida.
Caelan asintió lentamente, reconociendo la importancia del reclamo.
—Eso te honra, Dorian.
Dorian suspiró con exasperación, mostrando su poca paciencia para palabras que consideraba vacías.
—No me vengas con eso ahora.
Caelan mantuvo la calma, su postura firme pero no agresiva.
—Lo digo en serio. Ten por seguro que todas las manadas estarán protegidas. Me aseguraré de que nadie quede desamparado.
Dorian asintió, satisfecho en parte con la respuesta, y se levantó rápidamente, mostrando su clara intención de marcharse.
—Bien, si mi gente va a estar bien, no tengo nada más que hablar contigo.
—Espera, Dorian. —La voz de Caelan detuvo su movimiento.
Dorian giró levemente, sin ocultar su desinterés.
—¿Qué?
Caelan lo miró con intensidad, dando un paso hacia él.
—¿Qué pasó? Éramos amigos, y ahora apenas me diriges la palabra. Hablas conmigo como si solo fuera tu rey alfa, pero no como un amigo.
Dorian lo observó un momento antes de responder con frialdad:
—Pues eso eres, ¿no? El rey alfa.
Caelan frunció el ceño, frustrado, pero mantuvo su tono conciliador.
—Soy tu amigo también.
Dorian negó con la cabeza, su expresión endureciéndose.
—No. Ya no. Tú y yo ya no somos amigos.
—¿Por qué? —preguntó Caelan, con una mezcla de genuino interés y desconcierto—. ¿Qué te hice para que dejaras de verme como tu amigo?
Dorian dudó un momento, pero al final su voz sonó cortante.
—Ya no importa, pero no vuelvas a llamarme tu amigo.
Caelan lo miró con insistencia, como si buscara una verdad más profunda.
—¿Tiene que ver con Lucian? —preguntó finalmente, el tono cargado de una sospecha que llevaba tiempo acumulándose—. ¿Por eso lo defiendes tanto? ¿Es solo para llevarme la contraria?
Dorian dejó escapar un suspiro pesado, tratando de contener su irritación.
—Deja a Lucian a un lado. El que fallaste fuiste tú. Yo necesitaba un amigo, y tú no estuviste para mí. Así que no me llames amigo.
Sin esperar respuesta, Dorian se marchó del despacho, dejando a Caelan con una mezcla de culpa y frustración.
Mientras avanzaba por el corredor, su mente aún procesaba la confrontación, hasta que una figura conocida se cruzó en su camino. Era Lyra, quien lo saludó con una sonrisa amable.
—Alfa Dorian, un placer saludarle.
Dorian devolvió una pequeña sonrisa, más cordial que emotiva.
—Lo mismo digo, futura reina luna.
Lyra sonrió levemente y continuó su camino, mientras Dorian se quedaba unos segundos observándola, su mente aún atrapada en los conflictos que parecían acumularse a su alrededor.