En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 5: El Reto Público
Días después del encuentro en la oficina de Blackwood Innovations, la tensión entre Viktor y Leonhard seguía creciendo, y ambos parecían preparados para cualquier oportunidad que les permitiera un paso adelante. Cada movimiento del otro era cuidadosamente observado, analizado y, cuando era posible, desafiado. La competencia que inicialmente parecía una guerra silenciosa comenzaba a ganar visibilidad en los círculos empresariales, y los rumores sobre la rivalidad entre ambos empresarios se hacían eco en la prensa.
El primer golpe público llegó en forma de un artículo en una de las revistas de negocios más prestigiosas de la ciudad. La publicación detallaba los éxitos recientes de ambos, resaltando sus logros y proyectos en curso, y subrayando la posibilidad de una confrontación directa en la industria tecnológica. En el artículo, Viktor mencionaba sin rodeos que “los verdaderos líderes no necesitan intimidar para demostrar su poder”, una declaración que todos en el medio interpretaron como una provocación dirigida a Leonhard.
La respuesta no se hizo esperar. Leonhard convocó una conferencia de prensa para presentar los avances de su proyecto de inteligencia artificial, con el que pretendía revolucionar el mercado de sistemas automatizados. En un discurso medido, dirigido con precisión y confianza, subrayó la importancia de la seriedad y el control en los negocios, una clara indirecta que no pasó desapercibida. Cuando un periodista le preguntó si se refería a Viktor Ivanov, Leonhard solo respondió:
—Respeto a mis competidores, pero no admiro a quienes carecen de disciplina. Para mí, los negocios son una responsabilidad, no un espectáculo.
La noticia se difundió rápidamente, y en pocas horas, el nombre de Viktor volvió a estar en boca de todos. La opinión pública se dividió: mientras algunos elogiaban el pragmatismo y control de Leonhard, otros defendían la audacia y el enfoque innovador de Viktor. Sin embargo, el mismo Viktor disfrutó del impacto que aquella declaración tuvo en los medios. Sentía que estaba logrando sacar a Leonhard de su zona de confort, empujándolo a exponerse de una manera que nunca había hecho antes.
Esa noche, Viktor decidió llevar la confrontación un paso más allá. A través de una invitación cuidadosamente distribuida a medios y ejecutivos de alto nivel, anunció una gala de presentación en la que revelaría el progreso de su propio proyecto de inteligencia artificial. En el comunicado, incluyó una nota en la que alentaba a sus competidores a asistir al evento para aprender algo nuevo. La declaración fue una provocación deliberada, y Viktor esperaba que Leonhard captara el mensaje.
La noche de la gala, el lugar estaba repleto. Las luces brillaban, las cámaras capturaban cada detalle, y la expectación entre los asistentes era palpable. Viktor había preparado todo para hacer de esa noche un espectáculo. Su llegada fue recibida con un torrente de flashes y aplausos; su presencia era magnética, y su confianza, inquebrantable. Caminó entre la multitud saludando a los ejecutivos y periodistas que esperaban ansiosos la presentación.
Pero mientras avanzaba hacia el escenario, Viktor sintió una presencia familiar entre los asistentes. Al girar, lo vio: Leonhard Blackwood acababa de entrar al salón, impecable y con un aire de control absoluto. La multitud comenzó a susurrar al notar la llegada de su principal rival. Viktor sonrió para sí mismo, sabiendo que su provocación había funcionado. Leonhard estaba allí, y eso solo añadía emoción al evento.
Leonhard avanzó hasta quedar en la primera fila, sin apartar la mirada de Viktor, quien lo observó por un instante antes de iniciar la presentación. La mirada entre ambos fue intensa y desafiante, como un duelo silencioso en el que ambos medían las habilidades del otro.
La presentación comenzó, y Viktor detalló el avance de su proyecto: un sistema de inteligencia artificial capaz de adaptarse a diferentes contextos empresariales y de aprendizaje automático mejorado. Mostró gráficos, estadísticas y proyecciones ambiciosas, dejando claro que su tecnología no solo estaba a la altura de la competencia, sino que también la superaría.
Cuando terminó, la audiencia lo recibió con una ovación. Los periodistas se apresuraron a hacer preguntas, pero Viktor tenía otro objetivo en mente. Tras responder a algunas preguntas, miró directamente a Leonhard, quien observaba cada palabra con una expresión inescrutable.
—Antes de terminar, quiero aprovechar para agradecer la presencia de nuestro distinguido invitado, el señor Leonhard Blackwood —dijo Viktor, su tono cargado de ironía—. Me honra saber que personas de su categoría estén interesadas en nuestras innovaciones.
La multitud estalló en murmullos ante lo que claramente era una invitación al desafío. Leonhard no dejó pasar la oportunidad y se levantó lentamente de su asiento, enfrentándose a Viktor con una calma imperturbable.
—Considero importante conocer a la competencia —respondió Leonhard, sin apartar la mirada de Viktor—. Aunque, debo decir, estoy acostumbrado a estándares más… consistentes.
Viktor arqueó una ceja, sin perder la compostura. —Quizá deberías preocuparte por actualizar tus estándares, Leonhard. El futuro es de los que se atreven a innovar.
La tensión en la sala se volvió palpable, y la audiencia observaba en silencio, completamente cautivada. Ambos alfas se enfrentaban como si estuvieran en un combate verbal, ninguno dispuesto a retroceder.
Leonhard avanzó un paso, cerrando la distancia entre ellos. —Viktor, hay una línea muy delgada entre la innovación y la imprudencia. Mi empresa tiene una reputación intachable y no pienso comprometerla solo para impresionar a un grupo de inversores.
Viktor soltó una leve risa, disfrutando del intercambio. —No tengo miedo a correr riesgos. Quizá es eso lo que me diferencia de ti, Leonhard. Yo estoy dispuesto a desafiar los límites.
—¿Desafiar los límites? —replicó Leonhard—. Eso es admirable, pero la verdadera fortaleza se demuestra con resultados, no con promesas vacías. Y si hay algo que Blackwood Innovations jamás ha ofrecido, son promesas que no puede cumplir.
Ambos se miraron fijamente, con la respiración contenida y los ojos ardiendo en desafío. Aquel enfrentamiento no era solo una discusión profesional, sino una batalla de voluntades, de principios y, en algún nivel que ambos se negaban a admitir, de atracción mutua. La tensión entre ellos era tan intensa que nadie en el salón podía ignorarla.
Finalmente, Viktor extendió una mano hacia Leonhard, en un gesto que mezclaba desafío y respeto. —Entonces, que gane el mejor.
Leonhard estrechó su mano, sin apartar su mirada de la de Viktor. —Eso, Viktor, no será difícil de cumplir.
Con esas palabras, ambos sellaron un pacto implícito, un compromiso de llevar su competencia hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, mientras se alejaban, cada uno sentía una mezcla de emoción y desconcierto. Lo que había comenzado como una rivalidad empresarial se estaba convirtiendo en algo más, algo que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar, pero que tampoco podía ignorar.
La audiencia retomó sus murmullos y aplausos, algunos emocionados y otros sorprendidos, pero nadie podía negar que esa noche, la guerra entre Viktor Ivanov y Leonhard Blackwood había alcanzado un nuevo nivel.
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