Un amor que se enfrenta a problemas, desafíos, barreras. Un amor entre una bailarina y un multimillonario.
NovelToon tiene autorización de Joselyn Alejandra Roldan para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 20: Decisiones Cruciales
La luz dorada del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas del apartamento de Ethan, iluminando el salón de manera suave y cálida. Nia estaba sentada en el sofá, con una taza de té en las manos, mirando el horizonte sin realmente ver nada. Su mente estaba ocupada, girando en torno a una sola pregunta: ¿Qué haría Ethan si Amara volvía a insistir?
La llamada que había recibido esa mañana no la había dejado tranquila. Amara había enviado un contrato formal, un acuerdo para el proyecto en Los Ángeles que incluía, entre otras cosas, cláusulas que permitían reuniones privadas con Ethan si las circunstancias lo requerían. La idea de que su relación profesional incluyera momentos de soledad con una mujer del pasado, especialmente una como Amara, la inquietaba profundamente.
Nia sabía que no podía simplemente ignorarlo. No quería convertirse en la mujer que dudaba constantemente, pero lo que Amara proponía no era algo que pudiera pasar por alto.
Cuando Ethan llegó esa noche, la atmósfera en el apartamento se volvió tensa, casi como si el aire estuviera cargado de electricidad. Él entró, sonriendo como siempre, pero algo en su mirada le indicó a Nia que él también sentía la tensión.
—¿Cómo te fue hoy? —preguntó ella, manteniendo el tono neutral, aunque por dentro su corazón latía con fuerza.
Ethan dejó sus llaves sobre la mesa y se acercó a ella, acariciando su mejilla.
—Bien. He tenido varias reuniones, pero no pude dejar de pensar en ti. —Dijo mientras se sentaba a su lado, con su presencia reconociendo la incomodidad que flotaba en el aire.
Nia no podía sostener más el peso de la duda que había crecido dentro de ella desde esa mañana.
—Ethan... necesito saber algo —comenzó, su voz temblorosa, pero decidida—. Hoy recibí el contrato de Amara para el proyecto.
La expresión de Ethan se endureció ligeramente al escuchar su nombre.
—Lo sé, lo vi también. —Respondió, su tono de voz bajo y serio.
—Y en ese contrato... —Nia hizo una pausa, buscando sus palabras—. Hay una cláusula que dice que, si es necesario, habrá reuniones privadas entre tú y ella.
Ethan la miró fijamente, y por un momento, no dijo nada. El silencio entre ellos se alargó, pesado, hasta que finalmente él habló.
—Sí, la vi. Y sabes que no me gusta esa cláusula. Pero el proyecto es demasiado grande, y ella está tan involucrada en él que no hay forma de evitarla completamente. Sin embargo, te prometo que no habrá nada entre nosotros más allá de lo estrictamente profesional.
Nia sintió cómo su estómago se retorcía al escuchar sus palabras. Aunque confiaba en Ethan, no podía evitar preguntarse si estaba siendo ingenua. Amara no era una mujer cualquiera. Su presencia en la vida de Ethan había sido significativa, algo que no se desvanecería simplemente por la llegada de una nueva relación.
—No quiero que me digas que no habrá nada más —dijo Nia, con voz baja pero firme—. Quiero que me demuestres que esto es lo que realmente quieres. Porque, Ethan... no quiero quedarme en la sombra de Amara.
La vulnerabilidad en su voz hizo que Ethan tomara sus manos con suavidad, mirándola con una mezcla de tristeza y sinceridad.
—Nia, te juro que no quiero que vivas a la sombra de nadie. Mi pasado es solo eso, pasado. Pero sé que te preocupa, y no quiero que sigas con esas dudas. Entiendo cómo te sientes, y sé que no puedo cambiar todo lo que ocurrió con Amara, pero lo que tenemos ahora es lo que quiero. Tú eres lo que quiero.
Nia cerró los ojos un momento, dejando que sus palabras penetraran en su corazón. Lo que tenemos ahora es lo que quiero, repitió en su mente. Pero las palabras de Amara seguían resonando, y la idea de que él tuviera que ceder ante las demandas de su ex era algo que no podía ignorar.
—¿Vas a aceptar esa cláusula de las reuniones privadas, Ethan? —preguntó, su tono directo, casi demandante.
Él se quedó en silencio unos segundos, como si la pregunta lo hubiera pillado desprevenido. Finalmente, respondió, su voz firme.
—No. No voy a aceptar reuniones privadas con ella. Si en algún momento se vuelve necesario discutir algo en privado, lo haré con el equipo involucrado. Pero no quiero más interacción con Amara fuera de lo estrictamente profesional. La confianza es lo más importante, Nia, y no quiero que sientas que estoy haciendo algo que pueda romperla.
Nia lo miró, evaluando sus palabras, buscando la verdad en sus ojos. Por un momento, pensó que debía confiar en él, que no había razón para dudar. Pero una parte de ella, la que aún temía perder algo tan valioso, no podía dejar de preguntarse si esa promesa sería suficiente.
—¿Y si ella insiste? —preguntó, su voz suave, pero llena de una inquietud latente.
—Entonces, la cortaré de raíz. Si llega a ser un problema, me aseguraré de que se entienda que no hay espacio para ella en mi vida más allá de los negocios.
Nia asintió lentamente, sintiendo que la respuesta de Ethan la tranquilizaba, pero el miedo seguía acechando en lo más profundo de su ser.
—Lo haré, Nia. Lo prometo. Nadie, ni Amara ni nadie, va a interferir entre nosotros. —Ethan la abrazó con fuerza, como si quisiera que sus palabras se grabaran en su piel.
---
Al día siguiente
Ethan decidió enfrentarse a la situación de una vez por todas. A primera hora de la mañana, llamó a Amara para agendar una reunión en su oficina. No quería que ella tuviera la menor duda de que las cosas habían cambiado.
Cuando Amara llegó, su sonrisa de siempre estaba allí, pero había algo en su postura que denotaba que sabía que las reglas no serían las mismas.
—Hola, Ethan —dijo con un tono suave pero directo—. Escuché que te habías decidido finalmente.
Ethan la observó sin sonreír, dejando claro que no había lugar para juegos en esa conversación.
—Amara, he revisado tu contrato y he tomado una decisión. No aceptaré ninguna cláusula que nos obligue a tener reuniones privadas. Si realmente quieres colaborar en este proyecto, lo haremos bajo los mismos términos que cualquier otro miembro del equipo. No habrá trato especial, y no voy a permitir que nos acerquemos más allá de lo profesional.
Amara lo miró fijamente, evaluando sus palabras, y por un momento, pensó que se había dado por vencida. Pero su mirada, tan calculadora como siempre, reveló que no iba a ceder tan fácilmente.
—Entendido. Pero no olvides que cuando alguien tiene tanto poder como yo en este campo, las cosas rara vez son tan simples, Ethan.
Ethan se acercó a ella, su postura firme.
—Lo que pasó entre nosotros es historia, Amara. Y no permitiré que lo arruines todo por un capricho. Si vas a formar parte de este proyecto, será en mis términos. Nada más.
Amara lo miró una última vez antes de dar un paso atrás, el aire cargado de una tensión palpable.
—Veremos qué tan firmes son esos términos, Ethan. —Y con eso, salió de la oficina, dejando atrás una sensación de incomodidad que ambos sabían que solo el tiempo podría disipar.
Ethan regresó a su escritorio, con la mente en Nia. Si quería que su promesa fuera más que palabras vacías, tendría que asegurarse de que Amara entendiera de una vez por todas que no había lugar para ella en su vida. Solo quedaba una cosa por hacer: demostrarle a Nia que ella era su prioridad.