¿Quién podría enamorarse de un misterioso hombre que solamente lo ve por las noches?
Rocío Martínez, una joven que se sacrifica día a día por su humilde familia. Con un primer amor que solamente le dejó inseguridades.
Sam Warren, un hombre que creció con todo el dinero del mundo, mujeriego y solitario. Que jamás a recibido afecto y amor de su familia.
Cómo estas dos personas tan diferentes pueden llegar a amarse incondicionalmente y enfrentarse a todos con tal de proteger su amor y a su familia.
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mi nuevo empleo
Después de ese encuentro con aquel hombre misterioso, seguí caminando hacia mi casa, Ya que mi madre me esperaba como cada noche con una taza recién hervida de té para calentar los huesos, como bien dice mi santa madre.
Después de tomar el té y platicar un rato con mi madre me fui a dormir, porque al día siguiente quería salir muy temprano a buscar trabajo, pues necesitaba llevar a mi madre al médico pronto porque últimamente la he visto muy débil y temo que el cáncer pueda haber vuelto.
Al día siguiente...
Me levanté con la mejor energía, pensando que hoy sí sería mi día de suerte. Tomé en mis manos el mapa de la ciudad, en el que había marcado todos los lugares y calles que había pasado buscando empleo. Lo más triste es que no me quedan muchos lugares para ir, así que salí a tomar el autobús que llega al otro extremo de la ciudad. Ahí vive la gente más rica y pudiente del país, pero también es donde se encuentran las empresas más prestigiosas e importantes del mundo.
Allí, la gente camina por la ciudad con total indiferencia hacia el prójimo, vistiendo cada uno el traje de última moda y de la mejor marca para sentirse mejor persona. Ya qué mientras luzcan mejor, mejor es el trato que te darán, y eso me quedó muy claro porque al bajarme del autobús, me sentí de otro planeta, ya que cada mujer iba más arreglada y maquillada que la otra, con sus rostros bien estirados, con sus hermosos peinados y sus hermosos trajes de las mejores marcas del mundo.
Por mi parte, yo me puse unos jeans algo desgastados, ya qué los tengo hace más de dos años, unos zapatos bajos y una blusa blanca que era de mi madre cuando trabajaba como secretaria antes de enfermar de cáncer. Me hice mi moño que suelo llevar siempre y mi rostro lavado con el agua fresca de la mañana.
¡Esa mujer soy yo! La que no puede aparentar lo que no es, ya que si alguien me quiere contratar, será por lo que soy y no por como me veo.
Después de llevar casi tres horas caminando de empresa en empresa, de tienda en tienda y de edificio en edificio, lo único que conseguí fue que todos me miraran de pies a cabeza para luego escuchar un rotundo "¡No tenemos empleo para alguien como tú en este lugar!".
(¿Alguien como yo? ¿Qué piensan que vengo de otro planeta?)
Pero si algo tengo de bueno es que sé cuánto valgo y no permito que nadie me haga sentir menos solo por el hecho de no tener dinero. Así que de cada lugar que salí, coloqué mi mejor sonrisa y me despedí de forma muy educada para seguir caminando por esas calles con grandes edificios.
Hasta que quedé impresionada al ver un despampanante edificio frente a mis ojos.
Caminé hacia él y entré, viendo cada lujoso detalle en su interior. Hasta que el personal de seguridad del edificio me detuvo y me preguntó qué hacía allí. Yo les expliqué que estaba en busca de trabajo y que me gustaría dejar mis papeles por si necesitaban a alguien. Ellos gentilmente me llevaron con la recepcionista, quien me miró de pies a cabeza para luego decirme:
_Dime qué necesitas.
_Buenas tardes, estoy en busca de trabajo y me gustaría dejar mis antecedentes por si necesitan a alguien para hacer lo que sea en esta empresa, ya que necesito un empleo con suma urgencia._ respondí.
_¿Viste en algún lugar que esta empresa es un hogar de caridad?_ me preguntó la mujer, viéndome de pies a cabeza.
_No, señorita, pero quizás haya un puesto vacante para lo que pueda servir._ le volví a responder.
_Lo siento, pero no... Así que mejor toma tus papelitos y lárgate, ya qué en esta empresa solo trabajan personas de alto estatus social y hasta para limpiar el piso necesitas estudios._ me dijo mientras hacía un gesto a los guardias para que me sacaran de ese lugar como si fuera una vagabunda pidiendo limosna.
_Muchas gracias por su tiempo, que tenga un excelente día._ le dije antes de salir, para que sintiera que no es necesario ser de un estatus social alto para ser una persona educada.
Salí de ese hermoso edificio con una gran sonrisa, pero por dentro me sentía humillada y despreciada por la recepcionista.
Caminé por unas dos cuadras y a lo lejos escuché que llamaban a alguien.
_¡Señorita, señorita.!_ yo seguí caminando hasta que me tomaron del brazo por detrás para detenerme.
_Le estoy hablando._ me dijo la recepcionista del edificio que acababa de salir.
_¿Qué le sucede?_ le pregunté un poco molesta.
_Quiero disculparme con usted, y sí tenemos una vacante para un trabajo en nuestra empresa.
_¿Es una broma? Si usted fue quien me dijo que yo no tengo estatus social para trabajar en esa empresa._ respondí.
_Lo sé, pero me acaban de avisar que una señora del personal de aseo renunció y necesitamos llenar esa vacante de inmediato._ al escuchar esas palabras, mi corazón palpitaba de pura emoción.
_Acepto de inmediato._ le digo mientras volvemos a entrar al edificio.
_Llamaré al señor Augusto, ya que él es el jefe del personal de aseo para que le dé todas las indicaciones._ me dice la recepcionista.
_Muchas gracias._ le respondo mientras llega el señor que nombró.
_Así que tú vienes a limpiar todos los inodoros del edificio._ me dice un hombre robusto de unos cincuenta años que me miraba de pies a cabeza, como lo suelen hacer todos en esta empresa.
_Buenas tardes, señor._ le saludo estirando mi mano.
_Ven de inmediato, hoy mismo comenzarás a trabajar, ya que el sanitario del décimo piso, el plomero que acaba de terminar unos arreglos, dejó todo sucio._ me dice mientras yo lo sigo.
_Como ves, nosotros no tomamos el ascensor principal, por el hecho que el personal de servicio de la empresa solo puede tomar este ascensor que se encuentra al costado de las escaleras de emergencia, para no molestar ni incomodar a las personas de gran estatus social que trabajan aquí._ agrega.
Vuelvo a escuchar " A las personas de estatus social".
¿Qué, en esta empresa, trabaja el hombre más rico del mundo, o el presidente del país, o los jeques árabes que no se pueden mezclar con una persona humilde? - pensaba mientras llegamos al décimo piso en donde se encuentra el sanitario que hay que limpiar.
_Ahí tienes todo para que limpies y espero que dejes reluciente si no quieres ser despedida en tu primer día de trabajo._ me dice ese robusto hombre con cara de pocos amigos.
Así que tomé ese carrito, el que sería mi nuevo compañero en el trabajo, y me fui a limpiar el sanitario para dejarlo reluciente y no perder mi nuevo empleo.