Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Mi nueva realidad
—¡Terminen con ella!, nos pagaron muy bien por este trabajo—
En la esquina más profunda de aquel pabellón, se encontraban cinco mujeres, dándole fin a una sexta.
Ángela siempre fue demasiado ingenua con los que tenía a su alrededor, por esa razón fue traicionada de la peor manera. Casada con un hombre rico y muy poderoso, teniendo ella también varias empresas y dinero a su nombre, decidió confiar en la persona equivocada. Fue acusada de malversación de bienes y terminó recluida en la cárcel, a pesar de todo el esfuerzo que puso su esposo en intentar ayudarla, nada fue suficiente, su propia familia quería terminar con ella y su amado esposo, murió horas antes.
Justo este era el momento en qué mantenían su cabeza bajo el agua para poder acabar con ella.
Agachada y con todo el rostro bajo el agua fría y sucia, decidió por fin respirar y no poner más resistencia, aunque no sabía que su esposo había muerto ya, simplemente sintió que no había más por que vivir, si su vida terminaría de esta forma, no le quedaba más opción que dejar actuar al destino. Su línea de vida terminó, dejando caer su muy ligero cuerpo y llenando de líquido sus pulmones; ahogada, recluida y traicionada, fue como ella terminó.
—¿Lo entendiste?, harás lo que se te dijo y no abrirás la boca demás—
En una habitación grande, tan espaciosa que más bien parecía un salón antiguo, por el tipo de decoraciones en su interior.
Mirando a su alrededor, confundida por lo que estaba pasando, giraba su cabeza de izquierda a derecha y viceversa. Sin comprender lo que sucedía, asintió ante las palabras de la mujer frente a ella.
—Llévenla a su habitación y cuiden la puerta, tiene prohibido salir, se irá hasta que vengan por ella— la voz fuerte y fría de la mujer adulta, ordenó.
Caminando por un lugar desconocido, simplemente siguiendo los pasos de quienes iban frente a ella, una joven de aspecto pálido, caminaba con elegancia, precisión y firmeza, aparentemente el cuerpo se movía solo, pues definitivamente la mente dentro del cuerpo, no podía siquiera procesar lo que estaba sucediendo.
—«Es un sueño, no puede ser de otra forma»— para sus interiores habló y de manera disimulada, pellizcó con fuerza su brazo derecho, confirmando que no era un sueño, sino más bien su nueva realidad.
Una distancia considerable había sido caminada, cuando por fin toparon con una puerta grande, color blanco. La abrieron y la instaron para entrar.
—Me encargaré de traerle la cena princesa, trate de comer muy bien, nuestro futuro depende de usted y su sacrificio— la uniformada al costado derecho de la puerta, informó y jaló la puerta para cerrarla y ponerle llave por fuera.
Había salido de una prisión para al parecer llegar a otra, —“la vida puede ser tan cruel, como para tener el mismo final dos veces”— pensó con amargura.
Fijó su mirada en aquel interior y vio detenidamente cada centímetro, quería entender su nueva realidad. Al ser creyente fiel de mundos fantásticos a pesar de ser una empresaria y esposa exitosa, siempre le pareció increíble poder entrar a mundos completamente diferentes, en lo que con su imaginación podía creer y crear lo que ella quisiera.
Una habitación simple, color blanco y espaciosa, tanto que le pareció sospechoso que no hubiese más que una simple cama y un buró, al que se dirigió con la misma elegancia que la caracterizaba en su vida pasada. Apenas dio unos cuantos pasos y pudo ver en el espejo frente a ella, estaba una joven de tal vez unos 19 años, todo en ella cambió de repente, de ser castaña pasó a ser albina y claro que sus ojos cafés, se transformaron en unos hermosos ojos azul cielo, piel pálida y parecía enfermiza, pues los huesos casi podían notarse por sobre su piel, sin embargo lo que más le agradaba, era el hecho de tener orejas puntiagudas, exactamente como lo imaginó algunas veces como terrenal. Era una elfa y al parecer de la realeza.
—«¿Quién eres y que te han hecho?»— esperaba tal vez recibir una respuesta, aunque esto no sucedió en el instante.
Tocó cada parte de su nuevo rostro y sonrió, era hermosa, pero si pulía un poco el cascarón, su belleza florecería aún más. Siguió explorando el gran espacio y pronto se encontró con cientos de libros, parecían no haber sido leídos nunca, ya que las pastas estaban completamente limpias, libres de suciedad o algún indicio de uso. Decidió tomar uno, quiso intentar leerlo, pero cayó de sus manos cuando éstas se dirigieron a sostener sus sienes por un fuerte dolor de cabeza, ocasionado por los recuerdos de la antigua ocupante del cuerpo.
Dagny Åsen, criada como si no existiera dentro de su familia, la segunda princesa, pero aún así, despreciada por sus padres y hermana. Encerrada en la habitación más alejada, en la torre más alta del castillo. Nunca supo por qué no la quisieron, mucho menos lo quiso investigar, trató de vivir con simplicidad y no dio señales de existencia, hasta que un día la guerra entre elfos y dragones podía darse.
La forma que encontraron para seguir en paz, fue comprometer a los siguientes en la línea de sucesión y así comenzar una nueva era, en la que ambos bandos convivirían en armonía.
A pesar de no ser la hija mayor, decidieron que sería Dagny la que se casaría con el príncipe de los dragones. Los padres de ésta, no podían permitir entregar a su hija favorita a un hombre que ya contaba con tres concubinas, simplemente sabían que su vida se convertiría en un caos total, así que su plan fue sacrificar a la segunda, la odiada y no querida.
La hermosa princesa, solo aceptó la decisión de los reyes y no se opuso. De alguna forma tenía que salir de aquel lugar, fue una manera de tomar esa situación a su favor. Aunque no se sabía que pudo suceder para que Ángela utilizara su lugar y ahora era ella quien lidiaría con los sucesos próximos.