Emma es una mujer que ha sufrido el infierno en carne viva gran parte de su vida a manos de una organización que explotaba niños, pero un día fue rescatada por un héroe. Este héroe no es como lo demás, es el líder de los Yakuza, un hombre terriblemente peligroso, pero que sin embargo, a Emma no le importa, lo ama y hará lo que sea por él, incluso si eso implica ir al infierno otra vez.
Renji es un hombre que no acepta un no como respuesta y no le tiembla la mano para impartir su castigo a los demás. Es un asesino frío y letal, que no se deja endulzar por nadie, mucho menos por una mujer.
Lo que no sabe es que todos caen ante el tipo correcto de dulce.
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Prólogo
Emma
El ruido de un extraño golpeteo me despierta en medio de la noche. Me toma unos segundos calmar los latidos de mi corazón. Todavía me pasa. Sigo esperando que entre algunos de esos hombres o mujeres a mi cuarto y me exija que me desnude para ellos.
–Tranquila, estás a salvo. Conor no dejaría que nadie te llevara de nuevo a ese infierno –me digo para calmar el miedo que me asedia.
Todavía me cuesta creer que no estoy en ese barco. Todavía tengo problemas para entender que estoy a salvo de todos ellos. Todavía creo que un día de estos despertaré y de nuevo estaré ahí, a la espera del siguiente tormento.
El ruido sigue llegando desde el pasillo y asustada salgo de la cama, preparada para correr.
No dejaré que nadie me devuelva a ese infierno de nuevo. Al menos esta vez lucharé. Ya no soy la niña indefensa que fue arrancada de su hogar y entregada al diablo en persona.
–Renji, shhh.
Escucho, a uno de los amigos de Conor, pedirle silencio a Renji, y consigo calmarme.
Renji no me lastimaría, él y Conor me salvaron.
–Ca… cállate Mi Ming –dice entre titubeos–. Es graciosooo tu nombre –agrega y luego ríe.
Curiosa abro mi puerta y veo a ambos luchando por mantenerse de pie.
–¡Hola, tú, preciosa niña! –me saluda Renji muy feliz.
Nunca lo había visto sonreír, y por lo que he escuchado de Conor, Renji no es muy risueño, pero su sonrisa bobalicona lo hace parecer mucho más atractivo y accesible en este momento.
–Lo llevaré a la cama –dice el hombre a su lado, que creo que se llama Ming–. Solo tengo que recordar dónde estoy y en qué dirección está la habitación.
Apunto hacia el final del pasillo. –La suya está en esa dirección –digo.
Ming asiente y toma el brazo de Renji. –Vamos, amigo, a la cama.
Renji se suelta y comienza a reír nuevamente. –No me iré a la cama contigo, no estoy tan ebriooo –dice y cae al suelo sobre su trasero.
Ming comienza a reír también y se tambalea, pero no cae.
–Yo puedo encargarme –le digo a Ming–. Sé cuál es su cuarto.
–Eres muy dulce –dice en mi dirección–. ¿No es dulce, Ming? –le pregunta Renji a Ming, y éste asiente.
–Mucho, casi tanto como mi Val –dice y sonríe también–. Creo que la llamaré.
Renji ríe. –Esa es una de las peores ideas que has tenido últimamente.
–Quiero decirle que la amo.
–Cariño, quítale el teléfono a ese idiota –me pide Renji y lo hago de inmediato.
Seguir órdenes es algo que tengo muy arraigado en mi ser. Aprendí a golpes a obedecer.
–Nooo, quiero llamarla –se queja, pero camina hacia la habitación que le indiqué.
Me giro hacia Renji, quién me sonríe cuando me ve con el teléfono en la mano.
–Eres una chica ruda.
–No lo soy –digo de inmediato–. Si lo hubiese sido… –callo y me obligo a no bajar la mirada–. No lo soy.
–Lo eres, pero tienes que descubrirlo por ti misma –dice con los ojos cerrados–. Te pediría que me ayudes, pero soy muy pesado.
Se gira en el suelo y gatea hacia una de las puertas y se pone de pie, ayudándose de la manilla.
–¡Lo hiciste! –digo impresionada.
–Sí, bueno, no ha sido lo más difícil de esta noche –susurra melancólico y tengo que cruzar mis brazos bajo mis pechos para no abrazarlo–. Guía el camino, pequeño clavel.
Me tenso cuando me llama así, porque me recuerda cuando Nowak me llamaba su pequeña rosa, pero me obligo a sonreír.
No importa cómo me llamen, debo obedecer. Si obedezco nadie me golpeará.
Al menos no lo harán con tanta violencia.
Lo guío hasta su habitación y Renji entra y se deja caer en la cama como peso muerto.
–¿Quieres un café? –pregunto temerosa de despertarlo si es que se quedó dormido.
Asiente y gruñe mientras se incorpora para sacarse los zapatos.
Salgo feliz de su habitación con una misión; le prepararé el mejor café que haya probado en su vida.
Será tan bueno que quizá pueda enamorarse de mí. Sería la mejor esposa que pueda tener. Haría todo lo que le gusta y me sometería a cualquier cosa que me pida. No importa qué tan loco sea. He visto tantas cosas que nada me sorprendería y por él lo haría feliz.
Quiero que mi salvador sea el hombre más feliz de todos.
Preparo el café lo más rápido que puedo, cuidando todos los detalles, y luego corro hacia la habitación.
Sonrío al verlo roncar suavemente.
Dejo el café en la mesa auxiliar al lado de la cama y lo observo atentamente.
Su camisa está a medio desabotonar, enseñando parte de sus musculosos pectorales. Suspiro al ver los hermosos tatuajes sobre su piel.
Me inclino y paso las yemas de mis dedos por su piel, siguiendo el contorno del dragón y la flor de loto.
Renji se mueve y detengo mi atrevimiento.
Termino de desabotonar su camisa y se la quito, así dormirá mejor.
–Eres hermoso –digo y me siento a su lado en la cama, incapaz de mantenerme alejada.
Está solo con un bóxer negro y puedo ver cada músculo de su hermoso cuerpo.
Renji comienza a susurrar en sueños y todo su rostro se contrae, como si estuviera sufriendo.
–No, mamá –pide y luego lanza un golpe en mi dirección.
Su mano golpea mi cara, pero no me muevo, estoy acostumbrada a recibir golpes.
–Shhh, estás bien –le digo y acaricio su rostro con cuidado–. Todo está bien.
–Está muerta –susurra y su rostro se vuelve a contraer con dolor.
Me inclino y dejo un suave beso en su mejilla, para intentar calmar lo que estoy viendo en su rostro. Al parecer no solo mis sueños están plagados de pesadillas, los de él también.
Renji se mueve bruscamente, llevándome con él. Suelto una risita cuando me abraza, sujetándome a su costado.
Mi rostro está frente al suyo y puedo sentir su respiración en mi rostro. Puedo distinguir el claro aroma del alcohol. Me trae recuerdos dolorosos, pero los empujo lejos.
Acaricio su mejilla nuevamente y suspiro. Es tan atractivo, que duele mirarlo.
Apoyo mi frente en la suya y sintiéndome valiente acaricio sus labios con los míos. Tiemblo al sentir su calor en mi boca.
Los ojos de Renji se abren y antes de poder alejarme y comenzar a disculparme, sus labios capturan los míos en un capullo de calor y dominación.
Respondo el beso con anhelo y lo dejo tocarme, acostumbrada al tacto ajeno en mi cuerpo.
Sus manos comienzan a tirar de mi ropa y antes de darme cuenta estoy desnuda. Renji baja su bóxer rápidamente y entra en mi cuerpo con un movimiento.
El dolor que siento casi arranca un grito de mis labios, pero lo detengo. Puedo soportar el dolor, lo he hecho por años. Lo amo y haré lo que sea por él. Entregarle mi cuerpo es lo menos que puedo hacer.
Al menos esta vez es mi decisión.
Sus dientes muerden mi cuello y sus manos presionan mis pechos. Muerdo mis labios para que ningún sonido salga de ellos, no quiero que sepa que me está lastimando.
Enredo mis dedos en su cabello y dejo besos por todo su hermoso rostro mientras disfruta de mi cuerpo. Quiero hacerlo feliz. Necesito que sea feliz.
Continúa moviéndose, golpeando profundamente dentro de mí, pero ya no me duele. Mi cuerpo está adormecido.
Sus dedos se entierran en mi cadera cuando se deja ir con un grito liberador.
Beso la piel sobre su corazón y dibujo una E sobre su piel, marcándolo como mío.
Es mío y yo soy suya.
Renji se mueve bruscamente y vuelvo a morder mis labios para no gritar cuando sale de mí, provocando un dolor agudo en mi interior.
Escucho su ronquido y sé que volvió a quedarse dormido. Beso su nuca y espalda y luego lo abrazo con todo mi cuerpo, queriendo alejar las pesadillas de él.
–Estoy aquí –susurro–. Te amo. Alejaré las pesadillas, lo juro.
Murmura algo que no consigo entender, creo que, en su idioma natal, y luego coloca un brazo sobre mi cuerpo, pegándome a él, como si necesitara mantenerme a su lado, como si también me quisiera como yo lo quiero a él.
Cierro los ojos y duermo con una sonrisa en mi rostro.
*****
La luz de la mañana me despierta y sonrío al ver a Renji a mi lado. Sé que cuando despierte me dirá que también me ama y podremos ser felices, lo sé. Lo nuestro está escrito en las estrellas.
Busco mi camisa de dormir, mis bragas y me visto, sintiéndome ansiosa por ir a calentar su café. Salgo de la cama, tomo la taza y corro a la cocina a calentarlo. Mi corazón late en mi pecho a toda velocidad.
Cuando vuelvo a la habitación encuentro a Renji de pie, dándome la espalda.
Su cuerpo se tensa y se gira bruscamente.
–¿Qué mierda haces aquí? –gruñe y luego toca su cabeza, como si su propia voz lo lastimara.
–Yo…
–Este no es un lugar para una chica como tú –dice luchando con sus pantalones–. No puedes entrar a la habitación de un hombre y no golpear.
–Yo quería…
–¿Cómo llegué a mi habitación? –pregunta más tranquilo cuando está con sus pantalones puestos–. Mierda, no recuerdo nada desde… ¿Sigo en la casa de Conor?
Asiento y muerdo mi mejilla cuando entiendo que no recuerda nada de lo que pasó ayer.
–¿Qué haces aquí? No puedes entrar a la habitación de un hombre sin golpear, cariño. Podrías ver algo que no quieres ver.
Le entrego su taza de café y salgo corriendo de la habitación. Sé que llorar está prohibido, Nowak castigaba mis lágrimas con latigazos, pero hoy no puedo evitar que pesadas lágrimas caigan de mis ojos.
Al momento que llego al pequeño lago mi camisa está empapada con mis lágrimas.
Caigo al suelo de rodillas y me obligo a respirar a través del dolor.
–Este dolor pasará –me digo como lo he hecho desde que tengo conciencia–. Pasará, lo hará.
Juro que algún día este dolor cesará.