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EL PRECIO DE MI MANO

EL PRECIO DE MI MANO

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad
Popularitas:6.4k
Nilai: 5
nombre de autor: N. Garzón

Abril es obligada a casarse con León Andrade, el hombre al que su difunto padre le debía una suma imposible. Lo que ella no sabe es que su matrimonio es la llave de un fideicomiso millonario… y también de un secreto que León ha protegido durante años.
Entre choques, sarcasmos y una química peligrosa, lo que empezó como una obligación se convierte en algo que ninguno puede controlar.

NovelToon tiene autorización de N. Garzón para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 3

Abril

El viento fresco de la tarde mueve las coronas de flores que rodean el ataúd de mi padre. No puedo creer que esté aquí, despidiéndome de él, apenas semanas después de haber recibido mi título universitario y haber soñado con darle tranquilidad y estabilidad. Todo está demasiado reciente, demasiado crudo.

Pero nada me golpea tan fuerte como el hombre que tengo enfrente.

El desconocido —aunque por la forma en que todos lo miran, siento que debería reconocerlo— se planta frente a mí con los brazos cruzados y una sombra dura en los ojos. Su presencia parece capaz de cortar el aire. No es solo su tamaño o su postura firme… es la seguridad con la que habla, como si todo le perteneciera.

—Tu padre me debía dos millones de dólares —repite, con voz baja pero tajante—. Y vengo a cobrar.

Lo observo, aturdida. La gente detrás de mí murmura, pero sus voces se pierden en un zumbido distante. Mis manos tiemblan ligeramente, pero me obligo a levantar la barbilla. No voy a dejar que este hombre me vea quebrarme.

—Eso no puede ser cierto —logro decir, manteniendo la voz firme—. Esta tierra… —miro alrededor, la finca que se cae a pedazos, los potreros vacíos, la casa con más goteras que ventanas— …no vale ni una fracción de esa cantidad.

El hombre frunce levemente el ceño, como si mi comentario fuera una molestia menor, un mosquito zumbando en su oído. Después, con una lentitud casi insolente, deja que una media sonrisa —casi un gesto de burla— curve apenas su boca.

—No estoy diciendo que valga eso. Dije que tu padre lo debía.

Me hierve la sangre. Respiro hondo. Sé lo orgulloso que mi padre era. Sé también que estaba desesperado. Pero dos millones… dos millones es una locura.

—Si tiene documentos que avalen esa deuda, quiero verlos —exijo, cruzando los brazos también, como si eso me protegiera de él.

Lo que hace después me descoloca por completo.

Me mira… y sonríe.

Pero no es una sonrisa amable. Es la sonrisa de alguien que sabe que está un paso adelante de ti, y disfruta hacértelo saber.

—Mañana vendré con mi abogado y un perito en tierras —dice, dándose media vuelta como si ya hubiera terminado conmigo—. Prepárate.

—¿Cómo se atreve? —suelto, sin poder contenerme.

Él no se detiene. No se despide. No da el pésame. Ni siquiera mira atrás. Simplemente camina hacia su camioneta negra, se sube y desaparece en medio del polvo del camino.

Y yo me quedo mirándolo irse con una mezcla de rabia, indignación y… algo más. Algo que prefiero ignorar.

Una mano toca mi hombro y me sobresalto. Es el abogado de mi padre, don Silvio, un hombre mayor y dulce que siempre me ha tratado como a una hija.

—Abril, ¿estás bien?

—No —respondo con sinceridad, apretando los labios—. Necesito que me diga todo lo que sabe sobre esa deuda. Todo.

Él suspira, se quita los lentes y los limpia con un pañuelo, como si ese pequeño gesto pudiera darle tiempo para pensar.

—Tu padre… —comienza, con voz cansada— estaba muy enfermo. Y estaba desesperado. La finca ya no producía. Los bancos no le prestaron más. Y vino ese hombre… León Andrade.

El nombre me cae como un golpe en el pecho.

—¿Lo conocía? —pregunto rápido.

—Sí. Y no es alguien con quien uno quiera tener una deuda grande. Es implacable en los negocios, Abril. Cumple siempre… y exige que los demás cumplan también.

Recuerdo su mirada fría. Su postura firme. Esa sonrisa arrogante.

Sí, puedo creerlo.

—¿Mi padre realmente le debía tanto dinero?

Don Silvio hace una mueca.

—Sé que le pidió un préstamo. Pero tu padre nunca me habló de esa cantidad. Me ocultó muchas cosas al final… quería protegerte, supongo.

Cierro los ojos un instante, tragando el nudo en mi garganta. Mi padre, incluso en su peor momento, seguía intentando levantar el peso él solo. Y ahora ese peso cae completamente sobre mí.

—Necesito encontrar esos papeles —digo finalmente—. Antes de que venga mañana con su séquito de abogados y expertos.

—Te ayudaré —responde don Silvio con firmeza—. Revisaremos todo.

Miro la finca una vez más. La casa que se cae, los potreros vacíos, las montañas a lo lejos. Mi hogar. Mi responsabilidad. Mi ruina… o mi oportunidad.

Y pienso en León Andrade.

En su mirada intensa.

En su voz dura.

En la manera en que no se inmutó ni siquiera en el entierro de mi padre.

Mañana volverá.

Y tengo el presentimiento… de que ese hombre no solo viene por dinero.

Viene por algo más.

Y yo no pienso dejar que me arrolle.

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Gómez Martínez juaniss
🥰😍😍😍😍👏
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