La historia de Alexandra Maxwell, es un testimonio de valentía, resiliencia y solidaridad. Cuando fue víctima de violencia de género, se sintió tan pérdida que se aisló emocionalmente, y gracias a un ángel terrenal que luego se ascendió al cielo, encontró refugio en una fundación que le abrió las puertas permitiéndole tener la oportunidad de enfrentar sus demonios y comenzar a reconstruir su vida.
En la fundación Esperanza, que fue su salvavidas, ella encontró su propósito, y decidió dedicar parte de su tiempo y energía a ayudar a otras mujeres que están pasando por situaciones similares, brindándoles apoyo emocional y legal, asesoramiento y orientación, haciéndolas visibles contando sus historias y mostrándole que es posible salir adelante y construir una vida libre de violencia.
LOS/ AS INVITO A LEER ESTA HISTORIA QUE CUANTA LA REALIDAD DE MUCHAS MUJERES QUE SON VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO. ESPERO LA DISFRUTEN. GRENM@
NovelToon tiene autorización de Grenm@ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO I ¡MI LUCHA CONTINÚA…!
¡Hola! gusto saludarlos de nuevo, tal vez para algunos deba presentarme nuevamente, pero antes de hacerlo, les invito a leer mi historia desde el principio para que logren luego entender esta (Acércate a leer LOCA PASIÓN).
Sin embargo, les daré un breve resumen de quien soy; con ustedes, Alexandra Maxwell, tengo 40 años, estoy felizmente casada con el hombre para mí, más maravilloso que Dios pudo poner en mi camino, ese que me enseñó nuevamente a reconocerme y aceptarme como mujer venerando mi cuerpo y valorando mi ser, además me sacó de las sombras donde viví en un letargo por cinco largos años, dejando atrás situaciones difíciles, dolorosas e incomodas para comenzar a vivir una vida más plena y positiva.
Gracias a él renuncié a esconderme, a ocultar mi cuerpo y empezar a ser más abierta y transparente, es decir, a ser yo... ¡Ese es mi esposo, Maximiliano Storne, ese torbellino sexy y encantador, que llegó a mi vida generándo primero exasperación, después pasión, y luego un amor desmedido que sigue creciendo con el pasar de los años!
Tengo dos hermosos hijos, Elizabeth de casi 12 años y Jeremy de 10, maravillosos mis hijos, no porque sean los míos Jajaja, pero en serio, mis niños son especiales en todo el sentido de la palabra, son respetuosos, extremadamente cariñosos, atentos y muy buenos hermanos. Cada día junto a su padre hago el esfuerzo de criarlos bajo los más estrictos valores morales y éticos, para que, en este mundo tan cambiante, tengan las habilidades necesarias, y sean capaces de discernir y ser asertivos en las decisiones que deban tomar con responsabilidad más adelante, y así puedan solos navegar el mundo con una comprensión profunda y equilibrada.
Yo soy arquitecta, sigo trabajando en algunos proyectos, pero ahora principalmente me estoy dedicando a mi familia y a la fundación que, sin saberlo, me dejó como legado un buen hombre quien indirectamente también tuvo que ver en mi recuperación y transformación, haciéndome descubrir además de todo, mi propósito en esta vida... Hoy estoy dedicada a ella en honor a él. George fue un hombre a quien cometí el error de no darme la oportunidad de conocer realmente, porque en ese tiempo estaba cegada por el odio, el dolor, la frustración, los temores y la incredulidad en el resto de la humanidad.
En aquella época yo tenía mil caretas puestas, nadie me conocía realmente, tampoco estaba interesada en que lo hicieran, no quería que nadie se me acercara, así como tampoco creía en nadie, es decir, era una mujer emocionalmente distante en todo los sentidos, obstinada, altiva, arrogante, resentida, despectiva, y hasta sectarista, sobre todo con el género masculino.
Mi único propósito en ese entonces era mi profesión, a la que me dediqué en cuerpo y alma para sobresalir y convertirme en la mejor, sentía que no había nada más para mí, y paso a paso legré alcanzar mis metas con mucha dedicación y esfuerzo, a pesar de haber sufrido lo peor que puede vivir una mujer bajo las garras de un hombre machista, posesivo, abusivo, tóxico y cruel, sin embargo, me sentía vacía.
George fue un psicólogo que vivió en la misma torre de apartamento donde yo lo hacía, lo conocí, disculpen, estoy mintiendo, y retiro lo dicho, porque realmente no fue así, no lo conocí, no me lo permití… y avergonzada de aquella mala actitud, por eso me sincero; lo vi literalmente por 3 años en el mismo lugar siempre, buscando hablarme y hasta orientarme porque siempre supo ver más allá de lo que yo quería mostrar, pero me negué a darle la oportunidad y fue muy tarde cuando entendí que su acercamiento a mí, no era malintencionado.
Esa última vez que lo vi, como todos los días en el estacionamiento, persistentemente en el mismo lugar donde después entendí que me esperaba día a día a la expectativa de poder derribar esa barrera que yo me ponía y le ponía a todos para alejarlos. Él esperaba paciente poder lograr tal vez un cambio diferente en mí, quería ayudarme, y yo nunca lo vi así, y por ello, no le abrí la puerta, no quise que invadiera mi espacio 😔 jamás olvidaré las palabras más largas que le permití decirme alguna vez, aquellas que se clavaron en mi alma, especialmente porque ya luego de eso, no lo volví a ver sino en un ataúd…
“CUANTO MÁS GRUESA ES LA ARMADURA, MÁS FRÁGIL ES EL SER QUE LA HABITA” fue parte de su monólogo, y no mentía, yo era una mujer frágil, muy frágil, envuelta en una armadura que intentaba demostrar ante los demás lo contrario, ese día también me aconsejó vivir la vida, que no me alejara de las personas que podían amarme, insistiendome que ser frágil no significa ser débil, además me invitó a no dejar de sonreír, (y eso me consuela un poco, porque ese día a él por lo menos le sonreí).
Ese mismo día, George Torner murió inesperadamente en un accidente, dejándome un profundo sentimiento de culpa y dolor, pero también me dejó una gran lección de vida, y un nuevo gran propósito en mi existencia, que era ser feliz y continuar con esa admirable labor que él venía realizando en su refugio, lo que me hizo pensar que todo estaba conectado, porque todo en esta vida definitivamente tiene una razón de ser. Ese mismo día, fue que me enteré que él era psicólogo y que ayudaba a las mujeres abusadas no solo física sino psicológica y sexualmente. ¡Y yo sin conocerlo, lo había juzgado tan mal que aún hoy me avergüenzo!
George tenía razón cuando me dijo que él podía ver más allá de la apariencia que yo quería mostrar… y siendo consciente de eso, en su funeral le prometí cambiarme esa coraza esquiva, por un vestido más cómodo y natural, y volver a ser la dueña de mi vida, entonces, en todo el camino de retorno, fui dejando parte de esa armadura oxidada, esa dura y pesada coraza que llevaba en mi cuerpo y que no me pertenecía … Entonces volví a ser Alexandra Jhoselin Maxwell Hernández, pero recargada, gracias a su lamentable partida, ¡Desperté!
Señores(as) yo volví a nacer, el día que mi hermano me rescató de las manos de un ser abusivo, y aunque morí emocionalmente, renací el día que enterré a George Torner, porque gracias a él abrí mi mente y dejé libre mis emociones, dejé ir parte de mis tormentos, y pude luego conocer el verdadero amor, y el valor de una gran amistad, pues, antes para mí, ningún otro ser humano importaba, suena duro y cruel, pero así me sentía, para mí, solo mis hermanos y mis padres valían o merecían mi atención y aprecio, nadie más tenía cabida ni acceso a mi corazón. ¡Y al final lo que estaba haciendo era condenarme, secando cada vez más mi núcleo y, en definitiva, me estaba matando lentamente!
Con la muerte de George, entendí mi propósito de vida, que no era precisamente, seguir huyendo del dolor, sino enfrentarlo, superarlo y tomar lo positivo de ello. En mi caso, todo lo vivido me enseñó a ser fuerte, a ser mejor persona, a valorar la vida, a ser empática y es lo que siento debo hacer ahora por cada mujer que hoy forma parte de la estadística de mujeres abusadas, y mucho más la que llegan a la
Ahora siento que mi labor es ayudar a todas esas mujeres en situación de vulnerabilidad a lograr una transformación positiva y verdadera en sus vidas, superando sus miedos y traumas con entereza y dejar de ser objetos de otros, esforzándose cada día por ser mejores, únicas, y dueñas de su propia historia. Mi intención, que veo como designio, es llegar a empoderarlas para que no permitan un abuso más, y que entiendan, que la última palabra la tienen ellas, que, si dicen, ¡No, es No! Que no permitan, una mala palabra, un mal gesto y por ningún motivo, menos un golpe, porque si aceptan una de esas agresiones hoy, mañana vendrán dos y así sucesivamente… convirtiendo su vida en un círculo vicioso y al final una relación tóxica que puede tener el peor de los desenlaces.
Muchas de las mujeres que están en la fundación, han ido aprendiendo, paso a paso. Se han ido recuperando, la lucha es ardua, pero continua, sin opción a rendirse. Aunque con algunas ha sido un proceso difícil, no solo por lo vivido, sino por la negación de no creer que puedan superlo, o ser capaces de poder seguir adelante solas, entonces he tenido que ponerme de ejemplo, y que evidencien en lo que se puede convertir una relación verdaderamente abusiva, y sobretodo que se convenzan, que sí podemos salir adelante.
Sí, hubo momentos que no solo bastó darles aliento, enseñarlas a defenderse y a valerse por sí mismas, hacerles ver el valor que tienen para que pusieran empeño en superarse. A veces se sentían tan pesimistas de no poder lograrlo que ante la posibilidad de que se rindieran y de paso reincidieran, y para evitar que las embargara el miedo retrocediendo en lo avanzado, debí tomar la iniciativa de literalmente desnudarme un día frente a ellas, para que fueran testigo, y contemplaran cada una de mis cicatrices.
Tal vez lo que yo pasé, no es peor a lo que pudieron vivir cada una de ellas, porque ciertamente, solo ellas saben qué tan grande es la cruz que cada una lleva a cuesta. Lo que yo intentaba demostrar con esta acción, era que tuvieran una referencia de quien soy y de dónde vengo, que no es más que del mismo lugar oscuro en las que ellas se encuentran ahora… ¡Aunque no se lo imaginaban!
Yo quería que tomaran mi caso como un testimonio de que sí podemos salir adelante, de que sí podemos renacer, recuperar y tomar posesión de nuestro lugar en este mundo. Y bendito Dios, fue un éxito, porque sin ser psicóloga, sino tan solo una prueba viviente, ese día para ellas me convertí en un ejemplo de superación, porque resulta que además se dieron cuenta que no solo era la entrenadora fuerte, capaz, la mujer jovial y emprendedora, la esposa y madre que ellas veían a diario, sino que también fui una mujer sumamente abusada y maltratada, muy maltratada.
¿Cómo reaccionaron? Pues como se espera que reaccione cualquiera que vea algo semejante, y lo que debí pasar para terminar de ese modo… se quedaron desconcertadas, sí, y fueron consciente de dos cosas, una; que no pueden negarse al cambio sin siquiera intentarlo, y Dos; que lo que ellas vivieron no se compara para nada con lo que yo viví, y me alegro, no me importa ya el dolor que pasé, ni me avergüenza que lo sepan o lo vean, menos si este es otro modo de ayudarlas. ¡Les hice saber, que hoy por hoy, cada una de estas cicatrices me hacen sentir orgullosa de lo que soy, y definitivamente doy fe, y sigo insistiendo, de que todo en esta vida tiene un propósito y una razón de ser!
Lo entendí y lo aprendí, cada cosa o situación en la vida tiene una razón para existir y un propósito para cumplir en nuestro camino, incluso los eventos más difíciles o dolorosos pueden tener un significado más profundo y enseñarnos una lección valiosa. Todo lo que nos pase, podemos interpretarlo como un recordatorio de que debemos confiar en que todo sucede por una razón y que, aunque no siempre comprendamos por qué, podemos confiar en el proceso de la vida. Y con todo lo que me pasó descubrí que debí vivir todo eso para encontrar el verdadero significado de mi existencia, darle valor, creer, amar verdaderamente, y hoy estar aquí. Con la misma lucha y una nueva campaña… ¡NI UN GOLPE MÁS!