Mauricio Silva, un exitoso empresario de 38 años, se encontraba en una posición inesperada. Conocido en la alta sociedad por su inteligencia, carisma y atractivo, Mauricio había disfrutado de la vida de soltero por muchos años. Las cenas de gala, los eventos benéficos y las reuniones de negocios eran su hábitat natural. Sin embargo, su vida dio un giro radical cuando se convirtió en el tutor legal de Samanta Santos, la hija de su mejor amigo fallecido.Samanta, de 20 años, era todo un desafío. Conocida entre sus amigos y conocidos como el "demonio", no por maldad, sino por su espíritu indomable y travieso.
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Capítulo 1 : Un Giro Inesperado
Mauricio Silva y los padres de Samanta, Clara y Diego Santos, tenían una amistad que se había fortalecido a lo largo de los años. Clara y Diego eran una pareja encantadora y generosa, siempre dispuestos a ayudar a los demás. Mauricio había conocido a Diego en una reunión de negocios, y desde entonces, los tres se habían vuelto inseparables. Pasaban los fines de semana juntos, compartiendo risas, cenas y charlas profundas sobre la vida.
Samanta, por aquel entonces, era una niña alegre y traviesa que llenaba de vida las reuniones con su energía contagiosa. Aunque Mauricio estaba ocupado con sus negocios, siempre encontraba tiempo para pasar con la familia Santos. Para él, eran como una segunda familia.
Un día, Mauricio recibió una llamada que cambiaría su vida para siempre. Clara y Diego habían sufrido un accidente automovilístico mientras volvían de una escapada de fin de semana. La noticia de su muerte lo golpeó como una montaña de ladrillos. En medio de su dolor, Mauricio se enteró de que había sido nombrado albacea de Samanta, quien ahora era una joven de 20 años.
El día de la lectura del testamento, Mauricio llegó a la casa de los Santos con una mezcla de tristeza y responsabilidad. El abogado de la familia, un hombre serio de cabello canoso, empezó a leer las últimas voluntades de Clara y Diego. En el testamento, se especificaba que Samanta debía vivir con Mauricio y que él sería responsable de su bienestar y educación hasta que ella alcanzara la independencia total.
Samanta, que estaba presente en la reunión, no pudo contener las lágrimas. Había perdido a sus padres y ahora se enfrentaba a un futuro incierto bajo el cuidado de Mauricio, un hombre que admiraba pero que conocía poco a nivel personal. Mauricio, por su parte, se sintió abrumado por la magnitud de la tarea que le había sido encomendada, pero sabía que debía cumplir con la última voluntad de sus queridos amigos.
Poco después de la lectura del testamento, Mauricio ayudó a Samanta a empacar sus pertenencias y trasladarse a su mansión. La transición no fue fácil. La casa de Mauricio era grande y elegante, pero Samanta sentía que le faltaba el calor y la familiaridad de su hogar. Mauricio hizo todo lo posible para que se sintiera bienvenida, adaptando la casa para que ella tuviera su propio espacio y privacidad.
La relación entre Mauricio y Samanta al principio fue tensa. Ella estaba acostumbrada a la libertad y a la informalidad de su hogar, mientras que Mauricio, aunque bondadoso, era un hombre de rutinas estrictas y altas expectativas. Sin embargo, con el tiempo, empezaron a encontrar un equilibrio. Mauricio se dio cuenta de que no podía tratar a Samanta como a una niña y comenzó a respetar su independencia, mientras que Samanta empezó a apreciar la estabilidad y el apoyo que Mauricio le ofrecía.
Una tarde, mientras estaban sentados en el jardín, Samanta le agradeció a Mauricio por todo lo que había hecho por ella. Le confesó que aunque extrañaba a sus padres todos los días, se sentía afortunada de tener a alguien como él en su vida. Mauricio, tocado por sus palabras, le prometió que siempre estaría ahí para ella, no solo como tutor, sino como amigo y confidente.
Con el paso del tiempo, la relación entre Mauricio y Samanta se fue fortaleciendo. Compartieron muchas risas, lágrimas y momentos significativos que los unieron de una manera que ninguno de los dos había anticipado. Aunque la pérdida de Clara y Diego siempre estaría presente, encontraron consuelo y esperanza en la nueva familia que estaban formando juntos.
Mauricio, reflexionando sobre su vida y las circunstancias que lo habían llevado a este punto, se dio cuenta de que su relación con Samanta había cambiado su perspectiva sobre lo que realmente importaba en la vida. Ya no solo era un exitoso empresario, sino también un mentor, un protector y, en muchos aspectos, una figura paterna para Samanta.
Y así, en medio de la tristeza y la incertidumbre, surgió una nueva familia, unida por el amor, la amistad y la memoria de aquellos que habían dejado un legado de cariño y cuidado que perduraría para siempre.