Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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Poniendo límites.
Camila llegó a la universidad, su mochila colgando de un hombro y una sonrisa en el rostro. El campus estaba lleno de estudiantes, cada uno inmerso en sus propias conversaciones, pero lo que más le alegraba era la posibilidad de encontrarse con su mejor amiga, Amanda. Después de un fin de semana lleno de emociones como voluntaria, tenía mucho que contarle.
Cuando finalmente la vio, Amanda estaba sentada en la mesa habitual, con un café en una mano y un libro en la otra. Al levantar la vista, sus ojos se iluminaron al ver a Camila.
—¡Hey! —dijo Amanda, dejando el libro a un lado—. ¿Cómo te fue en el voluntariado?
Camila se sentó frente a ella, aún con el brillo de la experiencia reflejado en su rostro.
—Increíble. Fui pintacaritas en el hospital. No puedo describir lo que sentí al ver sus sonrisas cuando les pintaba sus personajes favoritos. Algunos eran tan pequeños y frágiles.
—Ves, te dije que sería una gran idea para distraer la mente y alejarse de las ocupaciones de la Uni.
—Si, lo sé. Solo que no me animaba a dar el primer paso.
Camila conocía a Amanda desde que eran muy pequeñas, habían estado en la misma escuela, pero nunca habían forjado ninguna amistad, al llegar a la Universidad y ver qué eran los únicos rostros conocidos en el lugar, decidieron unir fuerzas para pasar el nerviosismo de los primeros días, lo que no vieron venir fue que se acostumbraron a acompañarse y al estudiar lo mismo fue la excusa perfecta para dar por hecho que eran amigas, y así cada día una no podía vivir sin la otra.
Amanda escuchaba atentamente los relatos de Camila, sus ojos transmitían la curiosidad que la caracterizaba, siempre sabía que decir y en qué momento hacerlo.
—¿Conociste a alguien especial allí? —preguntó, entrecerrando los ojos con una sonrisa pícara.
Camila soltó una pequeña risa, recordando a Gabriel, quien había sido su compañero en esa jornada.
—Sí, conocí a un chico llamado Gabriel. Es realmente divertido y buena onda. Nos reímos tanto mientras pintábamos. Tenía una forma de hacer que los niños se sintieran cómodos, como si estuvieran en su propio mundo. Al final, incluso organizó un pequeño concurso para ver quién podía hacer la mejor cara de payaso.
Amanda se inclinó hacia adelante, interesada.
—¿Y qué más? ¿Te gusta? ¿Posible candidato para algo más?
Camila no dejaba de reir de sus preguntas, Amanda en su otra vida fue detective.
—No lo sé, apenas lo conozco. Pero definitivamente fue una experiencia que me hizo sentir viva. Me recordó por qué quise ser voluntaria en primer lugar. Espero seguir encontrándome con el.
—Espero conocerlo, necesita pasar mi radar anti idiotas, acabas de salir de un idiota mayor. No me gustaría verte sufrir nuevamente.
—Nada de eso. Este chico es… creeme, diferente.
—Eso está por verse.
—A ver, cuéntame tu fin de semana con Santiago. ¿Si estuviste con su familia? ¿Cómo fue?
—Fue muy incómodo, es claro que no les gusto para su hijo.
—Eres una gran chica Amanda, tienes todo ese talento y belleza, él es muy afortunado.
La situación con Amanda y Santiago era compleja, el es de una familia adinerada con planes brillantes para su futuro en la compañía familiar, ella una chica que amaba su arte y que no le importaba vivir en un puente con tal de hacer lo que amaba.
Todo esto se volvía más complicado cuando la familia de él no veía con buenos ojos a Amanda, habían intentado meter por los ojos a cuanta chica conseguían, pero Santiago se aferraba a su chica.
—Lo sé Amanda, pero seamos claras en algo, ellos son una familia muy influyente y si se propusieran en serio alejarme de él, está relación desde hace mucho no existiría.
Las dos amigas continuaron conversando sobre las razonas por las que Amanda debería seguir con ella relación, el tiempo pasó volando, entraron a clases y cuando menos se lo esperaban estaban dirigiéndose a un café cercano para comer algo y seguir intercambiando anécdotas.
Mientras esperaban su comida y Camila contaba algo sobre los colores de los alimentos, Amanda le cambió el tema de manera abrupta, como si un pensamiento la hubiera golpeado en ese instante.
—Oye, Camila, ¿hasta cuándo vas a dejar que Alex siga creyendo que tiene alguna esperanza contigo? —dijo Amanda, su tono serio.
La mención de Alex hizo que Camila se encogiera ligeramente en su asiento. Alex había sido su pareja durante más de dos años, pero su relación se había vuelto tóxica. Un dia descubrió que la había estado engañado con una vieja amiga de la infancia de él. A pesar de eso, había una parte de ella que aún se sentía culpable por la ruptura, fue una relación de contrastes y cómoda, le costaba soltar un poco la costumbre de tenerse uno al otro. Alex había insistido tanto en volver, pero Camila siempre intentaba evitarlo para no tener que tener está conversación, había sido tan insistente que no encontraba la manera de poner límites.
—No lo sé, Amanda. A veces siento que es más fácil dejarlo así… Pienso que si le digo algo, podría hacerle daño. —respondió Camila, jugando con una servilleta.
—¿Y qué hay de ti? —insistió Amanda—. Te mereces más que quedarte en una situación así. No puedes permitir que crea que tiene oportunidad, especialmente después de lo que hizo. Recuerda que el daño te lo causó él.
Camila suspiró, sintiéndose atrapada entre su deseo de ser compasiva y la necesidad de protegerse.
—Tienes razón, pero… a veces pienso que él realmente se siente mal por lo que hizo. —dijo, mirando a su amiga a los ojos—. Quizás pueda cambiar.
Amanda sacudió la cabeza, frustrada.
—Camila, las palabras son solo eso, palabras. Necesitas acciones. Ya viste lo que hizo la última vez. Le importa un pepino como te sientes, debes ser clara y poner límites. No puedes seguir dándole esperanzas algo que no tiene futuro y menos cuando ya no hay nada.
Esa declaración resonó en la mente de Camila. Sabía que Amanda tenía razón, pero la idea de confrontar a Alex la aterraba. Había tanto dolor acumulado en su corazón que no sabía si estaba lista para enfrentarlo.
—Tal vez… tal vez solo necesito un poco más de tiempo —dijo finalmente, sintiéndose un poco más segura de su decisión de no apresurarse.
—Está bien, pero no te olvides de ti misma en el proceso. A veces, el amor significa dejar ir, incluso cuando duele. —Amanda le lanzó una mirada comprensiva.
La conversación se desvió de nuevo hacia temas más ligeros, riendo sobre las locuras de los compañeros y las anécdotas de la vida universitaria. Sin embargo, el comentario de Amanda resonaba en la cabeza de Camila mientras se dirigían a casa.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, las palabras de su amiga no la dejaban en paz. Camila se dio cuenta de que tenía que tomar el control de su vida, no solo por ella misma, sino también por el ejemplo que quería dar a los demás. Gabriel había sido un soplo de aire fresco, una señal de que aún había cosas buenas por descubrir en el mundo. Pero para poder abrirse a nuevas posibilidades, necesitaba cerrar las puertas del pasado.
Decidió escribirle a Gabriel, necesitaba saber que tal le estaba yendo en sus tratamientos, algo en su corazón le obligaba a comunicarse, no había tenido suficiente de él el día del evento.
[Amanda] ¡Hola, Gabriel! ¿Cómo estás hoy? Espero que todo vaya bien en el hospital.
[Gabriel] Hola, Amanda. Estoy un poco cansado, pero me siento bien. Hoy fue un día largo, he comenzado un nuevo tratamiento y esperamos buenos resultados. ¿Y tú? ¿Cómo te va en la universidad?
[Amanda] Estoy bien, gracias. He estado trabajando en un proyecto de pintura que me tiene muy emocionada. Estoy explorando el uso de colores vibrantes. ¿Te gustaría ver algunas fotos después?
[Gabriel] ¡Claro! Me encantaría. El día del evento note que enserio amas el arte, admiro tu creatividad. ¿Qué tipo de tema estás explorando?
[Amanda] Hasta ahora me trae inspirada la naturaleza y la forma en que los colores pueden evocar emociones. Quiero que la gente sienta alegría al mirar mis obras. Espero en el futuro hacer grandes pinturas que llenen de emoción a la gente. Y dime ¿Cómo te has sentido?, la encargada de los voluntariados me dijo qué has estado un poco mal.
[Gabriel] A veces es difícil, pero trato de mantenerme positivo. El tratamiento es pesado y me agota muchísimo, pero sé que es por mi salud. Afortunadamente, estoy rodeado de personas que me hacen olvidar mi enfermedad. Además, he conocido a cierta chica lista y hermosa que me ha dejado con muchas ganas de volverla a ver.
[Amanda] Me encanta que te mantengas positivo. Tienes una fuerza increíble. Siempre que necesites hablar o distraerte, aquí estoy. Y no paro de contar los días para volver a verte.
[Gabriel] Gracias, Amanda. Tu apoyo significa mucho para mí. Y siempre estoy aquí para escuchar sobre tus aventuras artísticas. ¡Hagamos un trato! Por cada pintura que completes, yo te cuento un chiste nuevo.
[Amanda] ¡Trato hecho! Necesitaré esas risas. Espero terminar una pintura esta semana, ¡así que prepárate para un chiste pronto!
[Gabriel] Espero ansioso. Cuídate mucho y sigue creando. ¡Nos vemos el fin de semana!
[Amanda] Claro ¡Cuídate, Gabriel! Hasta pronto.
Amanda comenzaba a apreciar a Gabriel, esperaba que está amistad que surgía, se fortaleciera a medida que se conocieran. Apagó su teléfono, se arropó y se dispuso a caer en ese sueño. Mañana tenía clases y era necesario tener suficiente energía para eso. No podía esperar el fin de semana para reunirse con él, le hacía mucha ilusión volverlo a ver.