Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
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Capítulo 1: Enfrentándose con la Realidad
El sol de la mañana entraba a raudales por las ventanas del pequeño apartamento, pintando las paredes con tonos dorados. Laura se sentó en la cama, sintiendo el frío de la madera bajo sus pies descalzos. Miró a su alrededor, tratando de grabar cada detalle en su memoria: la cuna de Sofía en la esquina, las fotos familiares en las paredes, y el aroma a café recién hecho que se filtraba desde la cocina.Máximo entró a la habitación con una taza de café en la mano, su expresión de preocupación evidente a pesar de su intento por sonreír. Se sentó junto a Laura y le entregó la taza, su mano temblando ligeramente.—Buenos días —dijo, tratando de mantener su voz tranquila.Laura tomó un sorbo de café y cerró los ojos, disfrutando del momento de normalidad antes de enfrentar la realidad. Sabía que no podían posponer la conversación por más tiempo.—Máximo, tenemos que hablar sobre los resultados —dijo finalmente, su voz apenas un susurro.Máximo asintió, tomando su mano con firmeza.—Lo sé, Laura. Estoy aquí contigo.Laura tomó aire, preparándose para decir en voz alta lo que ya sabía en su corazón.—El oncólogo llamó ayer. Confirmó que es cáncer, en estado avanzado. Dijo que no hay mucho que puedan hacer más allá de tratamientos paliativos para mejorar mi calidad de vida.Máximo cerró los ojos, su rostro contrayéndose en una mueca de dolor. Había temido este momento desde que Laura comenzó a sentirse mal, pero escuchar las palabras en voz alta hacía que todo se volviera aterradoramente real.—Lucharemos contra esto, Laura. Haremos todo lo posible —dijo, aunque ambos sabían que las probabilidades no estaban a su favor.Laura sacudió la cabeza suavemente.—Máximo, sé que quieres ayudar, pero también sé lo que esto significa. Tenemos que ser realistas. Quiero asegurarme de que Sofía y Alma estarán bien después de que me haya ido.Máximo tragó saliva, su mirada fija en Laura.—¿Qué necesitas que haga? —preguntó, dispuesto a cumplir cualquier deseo de su esposa.Laura respiró hondo, mirando a Máximo con una intensidad que hizo que su corazón se encogiera.—Quiero que te encargues de Alma y Sofía. Sé que es mucho pedir, pero eres el único en quien confío para cuidar de ellas. Cuando Alma cumpla 18, me gustaría que se casara contigo. Necesito saber que ambas estarán en buenas manos.Máximo parpadeó, sorprendido por la petición. Nunca había considerado algo así, pero entendía la lógica detrás de las palabras de Laura. Él y Alma siempre habían tenido una relación cordial, pero esto era un nivel de compromiso que nunca había imaginado.—Laura, ¿estás segura de esto? —preguntó con suavidad, tratando de entender la profundidad de su deseo.Laura asintió, sus ojos llenos de determinación.—Sí, Máximo. Estoy segura. Sé que es mucho pedir, pero necesito saber que estarán seguras y amadas. Tú puedes ofrecerles eso.Máximo asintió lentamente, sintiendo el peso de la responsabilidad que le estaba siendo confiada. Abrazó a Laura con fuerza, deseando que el momento se extendiera para siempre.—Haré todo lo que me pides, Laura. Cuidaré de ellas como si fueran mías. Te lo prometo.Laura se relajó en sus brazos, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que su tiempo era limitado, pero al menos ahora podía enfrentar el futuro con un poco más de paz, sabiendo que Máximo estaría allí para cuidar de las personas que más amaba.En ese momento, Sofía empezó a llorar desde su cuna. Laura sonrió débilmente mientras Máximo se levantaba para atender a la niña.—Gracias, Máximo. Gracias por todo.Máximo miró a Laura una última vez antes de dirigirse hacia Sofía, sus ojos llenos de una mezcla de amor y tristeza.—Siempre, Laura. Siempre.