Charlotte que fue engañada por el hombre que juraba amarla, vuelve en el pasado para cambiar su pasado y proteger a su esposo, a quien ella mato con sus propias manos tras haber sido manipulada.
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capitulo 9- Descontrol
Ya habían pasado dos meses, dos meses desde que Charlotte se casó con Killian. Charlotte había logrado llevar el trabajo de Emperatriz en su hombro con éxito y poco a poco los ministros dejaron de molestar al ver que la chica lo dejaba haciendo bien.
Su relación con Killian cada día mejoraba más, cada día más cercano del uno del otro. Tal como había pedido, Killian le había traído su doncella personal Victoria. Victoria y Valery eran sus dos doncellas personales.
Charlotte se había acercado a la emperatriz madre y se había hecho muy buena amiga de esta, participando en varias reuniones de té que la emperatriz realizaba, dándose conocer más dentro de la sociedad y cambiando la opinión de la gente de ella.
Pues todavía no olvidaba que tenía mala fama por su actitud, así que en cada reunión procuraba de limpiar su imagen como tal.
Justo ahora se encontraba en una reunión de té donde varias damas muy reconocidas dentro de la sociedad estaban.
— Usted y su majestad, el emperador, hacen una hermosa pareja. — Comenta una de las mujeres tomando su té tranquilamente
— Ahora solo faltan los hijos. — Comenta otra la baronesa. — Pero ya han pasado meses. Y todavía no está embarazada. — Charlotte se mueve incómoda, aunque había asistido algunas veces en esas fiestas de té, siempre le incomodaban de alguna manera cuando una de las tantas señoras de ese lugar siempre comentaba los mismos, como si estuviera insinuando algo.
— Ellos todavía están tomando su tiempo para conocerse. — Interviene la emperatriz mirando a la baronesa Vanesa.
— Es una lástima, el país ya hace falta un príncipe. — siseó la mujer. Mirando a Charlotte con una sonrisa falsa, y ella lo podía sentir. Esa mujer no era nada agradable, pero tenía que tragar su orgullo, debido a que no quería armar una discusión. — Me preguntaba cuando el emperador piensa tomar una concubina, mi hija… — Charlotte frunce los ceños de tan solo escuchar las palabras de esa mujer.
¿Concubinas? Eso sería sobre su cadáver.
— Con todo el respeto a Baronesa Vanesa, no cree que está siendo un poco entrometida, donde ni siquiera la llaman. — Todas las señoras voltean a verla. — Primero me insinúa, que soy infértil, y luego quiere que mi esposo tome concubinas a tan solo meses de casarnos. ¿Quién se cree?
— Bájame la voz, niña, no creer que por ser la emperatriz voy…
— No, bájame la voz tú. — Señala la mujer enojada. — No lo olvide, usted no es más que una simple baronesa de clase media aquí, sino fuera porque ha estado pasando de esposo por esposo, no sería más que una simple plebeya. Sí que bájame esas malditas insinuaciones. — Se levanta de la silla. — Y ni muerta dejaría que mi esposo, tome a la perra de su hija como su concubina, eso sería sobre mi cadáver. — Dicho eso, se retira del lugar con furia.
Mientras que todas las señoras cuchichean sobre lo que acaba de pasar, pero estando de acuerdo con las palabras de Charlotte, ya que habían notado que en cada reunión la baronesa buscaba de alguna manera de atacar a la chica.
La madre emperatriz se levanta mirando a todas las señoras.
— Damas pueden irse, la reunión ha terminado. — Todos se levantan de sus respectivos asientos tras escuchar aquellas palabras listas para retirarse; sin embargo, la mujer gira su cabeza en dirección de Vanesa diciendo lo siguiente. — Ah, y Baronesa Vanesa, me haría un gran favor si ya, dejará de asistir a mis reuniones. — La mujer no pudo abrir los ojos de golpe, mira Melisa sorprendida.
Creía que le iba a apoyar, ya que esta quería un nieto y por eso había estado aprovechando esas oportunidades tras ver que la Emperatriz no se embarazaba. Quería meter a su hija en el palacio y tal vez esta podría dar luz al próximo heredero del trono.
— Su Alteza. — Intenta oponerse a esas palabras, pero las palabras de Melisa la dejaron en seco.
— Espero no verla en mi próximo té. — La mujer no pudo evitar apretar sus manos en un puño saliendo del lugar furiosa, mientras que las otras hacían reverencias despidiéndose de Melisa.
Charlotte, por otro lado, que había llegado a su habitación, cierra la puerta de un golpe brutal, haciendo que esta no terminará cerrándose al final.
Se sienta en la cama, recordando los procesos pasados.
Todavía recuerda, cómo Killian había tomado una concubina tras medio año después de su matrimonio. En este momento ella sabía muy bien que fue obligatorio, ya que en ese entonces ella nunca quiso cumplir dormir con él, y el reino, al ver eso, poco a poco estuvieron presionando a Killian hasta que finalmente ese aceptó. Recuerda que en esa época no le dio importancia, pero ahora diferente. No quería a ninguna concubina cerca ni menos estar compartiendo su hombre con otra mujer, de solo pensarlo le marea.
— Charlotte. — Voltea a mirar hacia la puerta tras escuchar su nombre, y era Melisa. — Lo siento, toqué, pero no respondías. Como estaba abierto, decidí entrar, espero que no te moleste. — La chica niega mirando a la madre emperatriz. — ¿Puedo pasar? — Asiente con la cabeza, mientras que Melisa entra en la habitación, sentándose al lado de ella.
— Sé que la baronesa te hizo sentir mal, así que pido una disculpa de parte de ella.
— No, madre, no tienes que disculparte, discúlpame a mí por haber reaccionado de esa manera grosera, pero lo de la concubina me hizo descontrolarme. — Admite con la cabeza baja.
— Lo siento tanto, querida, es mi por culpa que haya pasado eso. Si no hubiera estado tanto insistiendo en tener un nieto, la baronesa no te hubiera tratado de esa manera, pero no te preocupes, ya le he expulsado de mis reuniones. — Charlotte mira a Melisa sorprendida, no esperaba que esta hiciera tal cosa por ella, de hecho pensó que le había venido a reclamar por su comportamiento.
— Muchas gracias, madre.
— Y lo de la concubina, no te preocupes, Killian no podrá tomar ninguna concubina sin tu consentimiento. Si se atreve a hacerlo yo misma, lo Castraré.— Charlotte ríe.
— Y yo le ayudaré si eso lleva a pasar.
Ambas se ríen, mientras que el ambiente de la habitación cambiaba.