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EL DESTINO ES LA MUERTE.

EL DESTINO ES LA MUERTE.

Status: Terminada
Genre:Completas / Escena del crimen / Leyenda sangrienta / Casos sin resolver
Popularitas:781
Nilai: 5
nombre de autor: José Luis González Ochoa

Monserrat Hernández es una respetada abogada defensora⚖️. Una tarde como cualquiera otra recibe una carta amenazante📃, las palabras la aterraron; opción 1: observar como muere las personas a su alrededor☠️, opción 2: suicidate.☠️

¿Que tipo de persona quiere dañar a Monserrat con esta clara amenaza mortal?✉️.

Descubre el misterio en este emocionante thriller de suspense😨😈

NovelToon tiene autorización de José Luis González Ochoa para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

(CAPITULO 14) UNA MUERTE INEVITABLE

Monserrat despertó a las 8 de la mañana, con una sensación de pesadez en el pecho. Sabía que era el último día que tenía para encontrar a Lucifer y evitar su propia muerte.

Pero no se rindió. Tenía un plan, algo que parecía loco, pero que consideraba la única opción que le quedaba: ganar tiempo extra.

Después de un desayuno ligero, se dirigió al banco más cercano para retirar una gran cantidad de dinero de sus ahorros. Necesitaba liquidez para llevar a cabo su plan.

Al llegar al banco, se dirigió al cajero y pidió hablar con un gerente. Quería retirar una cantidad significativa de dinero en efectivo.

El gerente la atendió con curiosidad.

"¿Señora Hernández, qué pasa? ¿Necesita ayuda con algo?", preguntó.

Monserrat sonrió, intentando parecer tranquila.

"Simplemente necesito retirar una cantidad de dinero para una inversión", dijo.

El gerente asintió y comenzó a procesar la transacción.

Mientras esperaba, Monserrat pensó en su plan. Era arriesgado, pero era la única forma de ganar tiempo y evitar la muerte.

"¿Qué voy a hacer con este dinero?", se preguntó.

La respuesta la sabía: iba a utilizarlo para comprar tiempo, para mantenerse con vida un poco más.

El gerente le entregó el dinero en efectivo y Monserrat lo guardó en su bolso.

"Gracias", dijo, sonriendo.

Salió del banco y se dirigió hacia su auto. Ahora tenía el dinero, pero aún necesitaba llevar a cabo el siguiente paso de su plan.

"Vamos a ver si esto funciona", se dijo, arrancando el motor.

La incertidumbre la acompañaba, pero estaba decidida a luchar hasta el final.

Monserrat se dirigió a una farmacia cercana, con una sensación de determinación en su mente. Sabía que lo que estaba haciendo era peligroso, pero consideraba que no tenía otra opción.

En la farmacia, se acercó al mostrador y pidió hablar con el farmacéutico.

"¿En qué puedo ayudarla?", preguntó el farmacéutico.

Monserrat solicitó varios medicamentos, incluyendo tranquilizantes y otros que sabía que, al mezclarlos, podrían ser mortales.

El farmacéutico la miró con curiosidad, pero no hizo preguntas.

"¿Necesita receta médica para alguno de estos medicamentos?", preguntó.

Monserrat negó con la cabeza.

"No, none de ellos requieren receta", respondió.

El farmacéutico asintió y comenzó a preparar los medicamentos.

Mientras esperaba, Monserrat pensó en su plan. Sabía que era un riesgo, pero consideraba que era la única forma de ganar tiempo y evitar la muerte.

"¿Qué voy a hacer si esto no funciona?", se preguntó.

Pero no tenía respuesta.

El farmacéutico le entregó los medicamentos y Monserrat los pagó.

"Gracias", dijo, sonriendo.

Salio de la farmacia y se dirigió hacia su auto. Ahora tenía los medicamentos, y estaba lista para llevar a cabo su plan.

La incertidumbre la acompañaba, pero estaba decidida a luchar hasta el final.

"Voy a ganar tiempo", se dijo. "Voy a encontrar a Lucifer y acabar con esto de una vez por todas."

Pero, ¿qué pasaría si su plan fallaba? ¿Qué pasaría si no podía encontrar a Lucifer?

La oscuridad parecía cerrarse sobre ella, pero Monserrat no se rindió. Todavía tenía una oportunidad.

Monserrat se dirigió al supermercado, con una lista mental de los artículos que necesitaba. Su plan estaba tomando forma, y cada detalle era crucial.

En el supermercado, se acercó a la sección de ropa y eligió un abrigo grande y oscuro que le cubría totalmente el cuerpo. Quería estar segura de que nadie pudiera reconocerla.

Luego, se dirigió a la sección de herramientas y compró unas botellas de gasolina y líquidos flamables. Su corazón latía con anticipación mientras pensaba en lo que estaba a punto de hacer.

A continuación, se acercó a la sección de papelería y compró un par de hojas en blanco. Necesitaba escribir un mensaje, un mensaje que alguien encontraría más tarde.

Finalmente, se dirigió a la sección de deportes y compró ropa para nadar. Quería estar preparada para cualquier situación.

Al pagar, el cajero la miró con curiosidad.

"¿Necesita ayuda con algo más?", preguntó.

Monserrat sonrió.

"No, gracias", respondió.

Salieron del supermercado y se dirigió hacia su auto. Ahora tenía todo lo que necesitaba.

Mientras conducía, pensó en su plan. Era un riesgo, pero estaba decidida a llevarlo a cabo.

"Voy a hacer esto", se dijo. "Voy a ganar tiempo y encontrar a Lucifer."

Tomó una profunda respiración y se preparó para lo que estaba a punto de hacer.

Monserrat se dirigió a su casa, con una mezcla de emociones en su corazón. Al llegar, bajó todo del auto y comenzó a preparar un gran festín de comida.

Mientras cortaba verduras y cocinaba carne, los recuerdos de su infancia y su madre en esa casa cerca de la playa inundaron su mente. Recordó los días de verano, jugando en la arena y nadando en el mar.

La imagen de su madre, sonriendo y preparando comida en la cocina, la hizo sonreír. Recordó los abrazos cálidos y las palabras de aliento que su madre le daba cuando estaba triste.

Monserrat se detuvo un momento, con el cuchillo en la mano, y cerró los ojos. Dejó que los recuerdos la envolvieran, y por un instante, olvidó la situación desesperada en la que se encontraba.

Pero la realidad volvió a golpearla cuando abrió los ojos. Sabía que este podría ser su último día, y que esta comida podría ser su última cena.

Continuó preparando la comida, con lágrimas en los ojos. Puso la mesa con su mejor vajilla y flores frescas, como si fuera una celebración.

Cuando la comida estuvo lista, se sentó a la mesa y miró alrededor. La casa estaba llena de recuerdos, y cada objeto le recordaba a alguien o algo que amaba.

Tomó un bocado de la comida y cerró los ojos, saboreando el sabor y el aroma. Era como si estuviera de vuelta en su infancia, rodeada de amor y felicidad.

Pero la sombra de la muerte se cernía sobre ella, y Monserrat sabía que no podía escapar. Este era su adiós, su despedida de la vida.

Se levantó de la mesa y se dirigió a la habitación, donde había preparado todo lo que necesitaba para su plan. La ropa de nadar, las botellas de gasolina, el abrigo... Todo estaba listo.

Monserrat tomó una profunda respiración y se preparó para lo que estaba a punto de hacer. Era el final, y ella estaba lista.

Monserrat tomó la gasolina y comenzó a esparcirla por toda la casa, con lágrimas en los ojos. Sabía que no había otra opción, que este era el único camino para ganar tiempo y evitar la muerte.

Mientras esparcía la gasolina, recordó todos los momentos felices que había vivido en esa casa. La imagen de su madre, sonriendo y preparando comida en la cocina, la hizo sollozar.

Tomó su bolso con las pastillas, el abrigo, la ropa deportiva, su Magnum 357 y el resto del dinero que había sacado del banco. Se preparó para enfrentar lo que viniera.

Se detuvo en la puerta principal, mirando hacia atrás. La casa que había sido su hogar durante tantos años estaba a punto de convertirse en un infierno.

Saco un fósforo y lo aventó al interior de la casa. La gasolina se encendió con un rugido, y las llamas comenzaron a crecer.

Monserrat salió corriendo de la casa, sin mirar atrás. La explosión de la gasolina la hizo tambalear, pero siguió corriendo hacia la playa.

El viento llevaba el olor a humo y gasolina, y Monserrat sabía que su casa estaba siendo consumida por las llamas. Era el fin de una era, el fin de su vida anterior.

Llegó a la playa y se detuvo en la orilla del mar. La luna llenaba el mar de una luz tenue.

Monserrat llegó a la playa y se detuvo en la orilla del mar, observando la casa en llamas. La explosión de la gasolina había sido más fuerte de lo que esperaba, y las llamas alcanzaban alturas impresionantes.

Saco de su bolso las hojas que había comprado y comenzó a escribir una carta de despedida. Sus manos temblaban mientras escribía, pero necesitaba dejar claro por qué había tomado esta decisión.

"Me he visto obligada a hacer esto", escribió. "No tengo otra opción. Espero que alguien encuentre la verdad sobre Lucifer y ponga fin a esto."

Dejó la carta en la arena, junto a la ropa que se había quitado. Se puso la ropa deportiva y tomó todos los medicamentos, vaciándolos en su mochila.

Puso los frascos vacíos junto a la ropa y la carta, y se aseguró de que todo estuviera en orden.

Con su bolso en la mano, se adentró en el mar. El agua fría la envolvió, y comenzó a nadar hacia la oscuridad.

A lo lejos, se escuchaban las sirenas de los bomberos, que suponía que habían sido llamados al ver la casa en llamas.

Monserrat siguió nadando, sin mirar atrás. La oscuridad la envolvió, y se desvaneció en la noche.

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Luis Ochoa
Hola Alicia, muchas gracias por tu comentario. Ten por segura que se tiene contemplada la secuela.
Alicia Escobar
un libro interesante con detalles únicos y originales, espero que tenga una continuación 😃👍
Elsa Orivas
mucho miedo pero que val8e te
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