Mackenzie Bailey joven hermosa descendiente de una aristocrata familia, es maltrada y humillada por sus hermanos y cuñada, hasta casi llevarla a la muerte, despreciada por su fisico, tratada como el petito feo, la han quebrado de mil y una formas hasta dejarla rota, lograra unir sus pedazos y obtener venganza.
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Cap 11: Especialistas
Luigi regreso a Inglaterra y junto a Giovanni trabajaron fuertemente en su empresa.
Adolfo revisaba cada contrato importante antes de cada firma, no se confiarían de nadie más.
El doctor Jacobo estuvo al pendiente de la salud de madre e hija.
Dos días después fueron llevadas a una clínica privada donde uno de los mejores cardiólogos reviso con profundidad el caso de Cristina.
Efectivamente, un coágulo sanguíneo obstruía una arteria principal y es muy poca la cantidad de sangre que fluye, no voy a mentirle la operación no es nada sencilla, pero si necesaria si no se opera el momento en que se obstruya completamente llegara, ya se han administrado anticoagulantes y no hicieron el efecto deseado.
Es su decisión si intervenimos mañana a primera hora.
Adolfo asintió, el nudo en su garganta le imposibilitaba hablar.
Esa misma tarde Cristina fue internada, todos los exámenes sanguíneos fueron realizados.
Un nuevo fisioterapeuta ayudaba a Mackenzie en la piscina.
Caminar en la piscina era una terapia muy efectiva.
Con dolor Mackenzie se esforzaba por dar cada paso, aunque en la piscina era relativamente más fácil mantenerse de pie, el esfuerzo que hacía era mucho mayor y terminaba muy cansada.
Postergo ir a la universidad pues deseaba compartir con su madre, era muy poco el tiempo que generalmente compartían juntas por el trabajo de Cristina.
La operación de Cristina fue todo un éxito, pero una recuperación tranquila era de vital importancia por lo que Adolfo evitaba a toda costa que esta se enterara de las andanzas de Mariano y Brenda.
Cristal era atendida con sesiones diarias de Susana quien determino que todo era un desencadenamiento de falta de atención brindada por sus padres.
Ella llenaba esos vacíos con ropas, lujos, viajes y luego de la desgraciada intervención de Brenda volcó todo en el deseo y placer que le brinda el sexo.
Eso se llamaba trastorno obsesivo-compulsivo, que algunos desarrollaban en la limpieza y temor a los gérmenes, otros un impulso a comprar convirtiéndolos adictos a las compras, otros al vicio del juego y las apuestas hasta que los llevaban a la ruina, Cristal lo desarrollo con su obsesión al placer y la lujuria.
Esto era algo relativamente nuevo pues muy pocos registros se tenían del tema, pero era conocido que si se podían presentar estos casos.
Para calmar un poco la ansiedad de Cristal Susana le obsequio un consolador, aunque eso iba un poco en contra de su ética era eso o que la pobre se lastimara.
El uso del consolador era restringido y ella le ofrecía la posibilidad de usarlo solo en un lapzo de 30 minutos diarios en los cuales debía ir disminuyendo gradualmente los minutos hasta llegar a cero.
Cristal aun en su estado, deseaba salir de eses círculo vicioso que ella misma había creado, cumplía con gran esfuerzo lo recomendado, y ponía la alarma de su celular y aunque quería continuar sintiendo esa ola de placer, tan pronto sonaba terminaba, higienizaba el aparato y la guardaba bajo llave.
Estar sentir sin el placer generado en el sexo para Cristal era un estado de abstinencias igual que el que sufrían los drogadictos sin sus drogas o los alcohólicos sin el licor.
Susana le recomendó practicar deporte y enfocar su mente en otras áreas como el estudio para olvidar un poco su obsesión al sexo.
De su dormitorio fueron sacados varios libros del camasutra y al parecer ella conocía todas esas posiciones pues las tenía marcadas con fecha y hora hasta el nombre de con quien las practico, esto era insólito para Susana quien aún permanecía virgen, pues fue criada por las monjitas de un internado.
Aun así trato de ser de mente abierta y ayudar a Cristal, su caso era un reto para ella.
Una semana tenían ya en Estados Unidos Cristina luego de cuatro días internada fue dada de alta.
Mackenzie poco a poco recuperaba la movilidad de sus piernas, caminaba apoyada de un bastón, el fuerte golpe en la cabeza había dejado sus secuelas y estas afectaba su sistema motriz por lo que tenía la dificultad móvil.
Pero con esfuerzo cada día lograba avanzar para sorpresa de los especialistas.
Conversaba con otro psicólogo un doctor mayor pero con una gran trayectoria y una tranquilidad que transmitía paz y serenidad a sus pacientes, con su ayuda Mackenzie recuperaba su autoestima.
La compañía de su mamá era otro factor satisfactorio en su sanidad emocional.
Visito a una nutricionista por recomendación del psicólogo y comenzó con un plan alimenticio.
Con la actividad física y una alimentación balanceada su cuerpo comenzó en poco tiempo a experimentar los cambios.
Tres semanas después cuando ya el estado de Cristina estaba más estable, y en sillas de ruedas Mackenzie fue llevada por sus padres a la universidad.
El rector los recibió complacido las altas notas y las grandes recomendaciones de los profesores de Mackenzie le entusiasmaban y más al saber de quién era hija.
Adolfo aprovechó su estadía y trabajo en algunos casos legales de su compañía petrolera en ese país, su reputación le precedía y era sumamente temido y respetado.
Mackenzie aunque podía caminar con ayuda del bastón, se cansaba rápidamente por lo que usaba una silla de ruedas hasta la entrada del salón.
Desde ahí con gran esfuerzo caminaba y tomaba su lugar, los guardaespaldas esperaban con su silla y siempre se mantenían alerta, lo que llamaba la atención de sus compañeros.
En Londres las cosas en la empresa petrolera marchaban muy bien para tranquilidad de Luigi y de Adolfo.
Todo lo contrario en la mansión Bailey donde los empleados no la pasaban nada bien con las infulas de grandeza de Mariano y Brenda, quienes habían ordenado cambiar muchas cosas.
Aunque Marta no acataba muchas de las ordenes, otras las hacía por autorización de Adolfo.
Quien decía complascanlos deja que suban como palmeras que despúes los bajo como cocos.
Las cosas con Cristal marchaban bien, comenzó a practicar tenis y a enfocarse en sus estudios, era demasiado buena en matemáticas.
Susana le ayudaba orientandola en varias actividades, como la lectura o el ajedres que le permitían concentrarse y despejar la mente.
Su recuperación era lenta, pero daba resultados, pues ya no se notaba nerviosa o ansiosa.
Adolfo se tranquilizaba con los reportes de Susana.
Quienes vigilában a Brenda tenían muchas evidencias de sus infidelidades.
Mariano se mantenía tranquilo, no había asistido a carreras clandestinas y sus notas habían mejorado considerablemente.
Brenda gastaba bastante en compras, tanto que la cuenta de Mariano se veía en rojo.
Al darle un alto, comenzo a sacarle dinero a sus amantes, pero no dejaría el estilo de vida que acostumbraba.
Adolfo esperaba ver a Mackenzie caminar con total normalidad para regresar y ponerle un alto a Brenda.