Emma, una chica carismática con una voz de ensueño que quiere ser la mejor terapeuta para niños con discapacidad tiene una gran particularidad, es sorda.
Michael un sexi profesor de psicología e ingeniero físico es el encargado de una nueva tecnología que ayudara a un amigo de toda la vida. poder adaptar su estudio de grabación para su hija sorda que termina siendo su alumna universitaria.
La atracción surge de manera inmediata y estas dos personas no podrán hacer nada contra ella.
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capitulo 4
Haciendo sobremesa, hablamos de todo un poco. Ella me cuenta como es que aprendió hablar tan bien y me sorprendo al descubrir que fue su amiga quien le enseñó y por ello hoy está estudiando para ayudar a otros niños con su misma condición.
Es grato saber que hay personas nobles en el mundo que no sólo se preocupan por uno mismo y me siento orgulloso de poder decir que esas personas forman parte de mi alumnado.
Le cuento de mi carrera, con respecto a la tecnología que creé para que una persona sorda pueda oír con vibraciones.
Cada tanto su teléfono se ilumina anunciando la entrada de algún nuevo mensaje, pero estamos han compenetrados uno con el otro que no se da cuenta de ello. Soy egoísta al no indicarle que tiene mensajes que revisar, puede que sea algún novio, su amiga o quizás su padre, pero en este momento solo la quiero para mí.
—¿Café? —pregunta y asiento.
Afuera no deja de llover, pero el viento ya se ha calmado, debería de aprovechar meterme a mi coche y alejarme antes de que deje de contener las ansias te estrecharla y probar su boca. Ver hasta dónde llega, que tan suaves son sus labios, que ruidos haría al estar apretada a mi cuerpo, como se sentiría piel a piel.
De pronto un fuerte golpe en la entrada de la propiedad me pone en alerta, además de que claramente la puerta ha sido abierta.
—¡Emma! —una voz femenina rompe con nuestra tranquilidad—. Mierda Zoe, es sorda no te oirá —escucho que dicen y los pasos aumentan.
La amiga de mi alumna se detiene en el umbral de la cocina y nos estudia a ambos como si nos hubiera descubierto en pleno acto.
—¿Zoe? —pregunta Emma, y su amiga dirige toda su atención a su amiga.
—Tu padre me pidió que corroborara que no te habías suicidado y acá te encuentro muy acurrucada con el profesor, ¿Ya se llevó tu cereza? —mientras sus manos van dando forma a sus palabras no pronunciadas, ella se mantiene sin mostrar el más mínimo cambio—. ¿Te lo has tirado? Yo haría lo mismo, está como quiere. ¿La tiene grande?
No quiero reírme por sus insinuaciones, pero veo que Emma está pasando por todos los colores del sonrojo.
—Deja de hablar, entiende de señas —veo como le responde.
—¿De verdad? —pregunta la chica mirando mi cara.
—Por supuesto —respondo y la chica gime angustiada o solo finge.
—Mierda, lo siento, no quise referirme a que estaban follando, pero bueno —dice como si nada y luego me mira expectante —. Y... ¿Lo hacen?
—¡Por Dios! ¡Zoe! ¡No! —grita su amiga y yo solo sonrió.
No voy a responder a su pregunta, obviamente quisiera, aunque no debo.
—Él no lo niega —remarca su alocada amiga y ahora Emma me mira.
—Debería irme —anuncio y me levanto de mi lugar.
—Pero.... —se ve tan adorable dudando.
—Ya no estás sola, por cierto, tu celular está lleno de mensajes —indico—. Si es tu padre espero que no se enoje por haberte entretenido.
—¿Le dejo tus saludos? —pregunta, mientras llegamos a las inmediaciones de la puerta principal de la casa.
Su amiga nos sigue de cerca sin sacarme los ojos de encima. Claramente ella entiende que su amiga es muy inocente para percibir que me tiene envuelto en su puño. Cuando la puerta se cierra detrás de mí, el grito de Zoe me hace reír.
Subo a mi coche y conduzco de vuelta a la universidad, sonrío feliz por la agradable noche que tuve junto a mi alumna y agradecido con la interrupción, de lo contrario no sé qué habría pasado.
Ya en mi cama, listo para dormir, caigo en cuenta de ese comentario de su traviesa amiga. Emma claramente no le ha entregado su virginidad a ningún idiota y eso solo hace aumentar mi sentido de propiedad. Aunque la excitación va a matarme de dolor, decido no tocarme, todo lo que guardo solo saldrá el día que ella lo desee y estoy seguro de que me encargare de que lo haga.
Emma:
—Todos preocupados por la señorita que no responde sus mensajes y ella muy noviando con el profe —dice mi querida amiga, ruedo los ojos.
—Que no estaba noviando —insisto por quincuagésima vez.
—¿Estás segura? —pregunta con su mirada insistente —. Prácticamente el profe te estaba probando.
—Deberías ir al oculista, ves cosas donde no las hay —murmuro pensando en el momento en que la luz de la casa se fue y literal me tiré sobre él.
Mis mejillas arden.
—¡OH! Estas colorada ¿Segura que no te hizo la cama Sutra? —pregunta y tengo que reír.
—Deja de exagerar ¿Quieres? —insisto—. Solo se quedó porque estaba lloviendo a cantaros y además la luz se fue —me estremezco de solo recordarlo.
—Hay amiga, te imaginas que pase algo entre ustedes —claro que me lo imagino, solo se burlaría de mí y mi poca experiencia en ese ámbito.
—Deja de imaginar cosas, ahora dime porque estás aquí —me acompaña a la cocina y termino de organizar todo.
—Tu padre se volvió loco cuando no respondías sus mensajes y me pidió que viniera —señala luego de que la miro.
—¡Oh! —es ahí cuando recuerdo las palabras de mi profesor y busco mi teléfono que descansa sobre la mesa.
Al desbloquearlo, me encuentro con cientos de mensajes de mi padre. Sabe de mi miedo a la oscuridad y los fuertes vientos. Suerte que estaba Michael.
Enseguida contesto sus mensajes para calmarlo y le digo que Michael se había pasado por la casa por una invitación suya.
“Gracias a Dios que estas bien. Me había preocupado al no recibir respuestas tuyas.” responde inmediatamente mi padre. “Lo siento, olvide que estaría por casa Michael. Pero recuérdame que le agradezca el haberse quedado a cuidar a mi niña”.
Releo el mensaje y trato de convencerme de que mi padre sigue preocupado, que el hecho de que mencione que soy su niña indica la diferencia de edad entre mi profesor y yo.
—Emma —leo los labios de mi amiga que llama mi atención tocando mi brazo.
—¿Mmm? —murmuro esperando que tenga para decir.
—No me dijiste nada de como la tiene el profe —murmura y le empujo levemente.
Ella se ríe y junta nos dirigimos a mi habitación, después de todo, esta noche no dormiré sola. Mi amiga me hará compañía, trato de no pensar en que tipo diferente de acompañamiento tendría ahora mismo si ella no hubiera llegado.
Hasta que apago las luces para poner fin a las cargadas de Zoe, ella no deja de molestarme con el profesor.