En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo XXIV Nuestro bebé
El doctor de la familia había llegado, Valeria ya se encontraba despierta, pero aún estaba en cama, acompañe a mi amigo para que le hiciera el chequeo a mi esposa, de camino a la habitación estuvimos hablando de algunas cosas relacionadas con la salud de Valeria.
“Ella había mejorado bastante su salud, está comiendo mucho mejor y su peso está en lo adecuado, no entiendo que le está pasando”. Dije preocupado.
“Pronto sabremos que tiene Valeria, a lo mejor puede ser viral; sin embargo, hay que descartar un embarazo o cualquier otra cosa”. La palabra embarazo me dejó sin habla. Era imposible que ella estuviera embarazada, por recomendaciones del doctor nos habíamos estado cuidando, no quería poner en riesgo la vida de mi mujer por ningún motivo.
“No creo que esté embarazada, hemos seguido al pie de la letra tus indicaciones”. Conteste consternado.
“Ningún método es cien por ciento seguro, siempre hay riesgo de que algo falle. Pero no saquemos conclusiones aún, esperemos a revisarla y así estar seguros de que es lo que está molestando a Valeria”.
Llegamos a la habitación encontrando a Valeria comiendo algo de fruta, se veía mucho mejor y cuando me vio una sonrisa se dibujó en su hermoso rostro. Me acerqué a ella y le di un beso en la frente, mientras que el doctor la saludo con profesionalismo.
“Empecemos el chequeo”. Dijo el doctor sacando sus herramientas de trabajo.
Hizo una serie de pruebas y preguntas a mi esposa, mientras que yo solo observaba en silencio lo que estaba pasando. Al terminar su evaluación Carlos saco una cajita de su maletín, yo sabía que era eso, mi corazón empezó a latir con mayor fuerza, la mirada de Valeria se cruzó con la mía y pude sentir su nerviosismo. Ella tomó la caja y fue al baño, pero antes acarició mi rostro y me dedico algunas palabras.
“No te preocupes, no creo estar embarazada y si así fuera no debes sentirte responsable”. No entendía por qué había dicho algo así, acaso no le he demostrado que me enamoré de ella y que si esperara un hijo mío sería el hombre más feliz del planeta.
Pasaron varios minutos antes sé que Valeria saliera del baño, se veía preocupada y no me miraba a los ojos. Le entrego la prueba a Carlos y luego se sentó en la cama con la mirada perdida, me acerqué a ella y la abrace fuertemente a mi pecho, quería que sintiera que fuera cual fuera el resultado, yo siempre estaría ahí para apoyarla.
“Y bien doctor, ¿cuál es el resultado?”. Pregunte ansioso.
“Según esta prueba, Valeria está embarazada”. Respondió Carlos mirándome fijamente.
“¿Estás seguro de eso?”. Estás pruebas tienen un bajo margen de error, pero si quieren más seguridad podemos realizar otros estudios en la clínica”. Respondió Carlos con seguridad.
“¿Cómo afectaría el embarazo la salud de Valeria?”. Pregunte con miedo a la respuesta.
“Como en todo embarazo siempre hay riesgos, aunque por la condición de Valeria los riesgos aumentan aún más, pero no nos adelantemos a los hechos, también tenemos que tener en cuenta que eres una mujer muy fuerte y que te has recuperado bastante de tus problemas de salud, ahora lo importante es que te pongas en control y que sigas al pie de la letra las recomendaciones del mismo”. Explico Carlos sonando bastante optimista. “Los voy a referir a una colega mía, ella es muy buena profesional y estoy seguro de que los ayudará en lo que necesiten”.
Carlos se despidió de nosotros, no permitió que lo acompañará a la puerta, ya que él sabía el camino. Valeria y yo quedamos solos en nuestra habitación, ni ella ni yo decíamos nada, era como si tuviéramos miedo de lo que el otro pensara.
“No tienes que sentirte responsable por este bebé, si no quieres reconocerlo, entonces yo me puedo ir y nunca más sabrás de nosotros”. Dijo Valeria rompiendo el silencio.
“¿De qué hablas?, eso nunca va a pasar. Eres mi esposa y ese bebé que llevas dentro es mi hijo, por lo tanto, son mi responsabilidad”. Conteste firmemente.
“Si, somos solo tu responsabilidad”. Comento con sarcasmo.
Tome la barbilla de Valeria y la obligue a que me mirará, sus ojos estaban cristalizados, una sensación de pesar se apoderó de mi pecho. “Perdón por decirlo de esa manera, a veces no me doy cuenta de lo patán que puedo sonar”.
“Sé que no quieres un hijo y mucho menos conmigo, por eso siempre te cuidabas y usabas protección”. Respondió ella algo dudosa de sus palabras.
“Eso no es así, ven toca mi pecho”, coloque su suave mano en mi pecho, quería que ella sintiera la rapidez con la que late mi corazón, estaba feliz por la noticia de nuestro bebé, pero también preocupado por la salud de mi esposa. “No hay nada en el mundo que me haga más feliz que tener un hijo contigo, no sé cuándo, no sé cómo, pero me enamoré de ti y quiero que estés a mi lado para toda la vida, no imagino a otra mujer como madre de mis hijos, ahora deja de pensar tonterías y sonríe, tendremos un hijo”.
Valeria me miró con esos ojos azules que me enamoraron poco a poco y con una sonrisa en su rostro me dio un beso en los labios.
“¿En serio no estás molesto?, ¿De verdad te enamoraste de mí y estás feliz con la noticia de nuestro bebé?”. Pregunto emocionada.
“Claro que si mi amor, estoy perdidamente enamorado de ti y la noticia de nuestro hijo me hace muy feliz, pero eso no quita que me preocupe por tu salud”. Dije sinceramente.
“Yo voy a estar bien, y cuidaré a nuestro bebé”. Valeria se sentó en mis piernas y acarició mi cabello, para después besarme con mucho sentimiento.
“Mejor esperemos a que la doctrina nos diga que todo está bien, no quiero lastimarte o lastimar a nuestro bebe”.
“Todo está bien, no me vas a lastimar, además tengo muchas ganas de estar contigo”. Esas palabras me dejaron asombrado, ella realmente quería estar conmigo. “Sé que serás cuidadoso y me trataras con delicadeza”. Valeria interrumpió mis pensamientos y por primera vez nos entregamos con la certeza de que ambos queríamos esto. Fue la primera vez que no me sentí culpable de hacerla mía y fue la experiencia más maravillosa que nunca antes había sentido.