Sinopsis:
Joarah siempre había vivido una vida tranquila en México, hasta que se vio obligada a huir del país, dejándolo todo atrás. Perseguida por Emmanuel Gonzales, un poderoso magnate del crimen, no entiende sus verdaderos motivos, pero sabe que debe salvarse a cualquier precio.
Al llegar a Sicilia, Joarah pide ayuda a la única persona que conoce, su amiga Alice. Las cosas se complican cuando descubre que Emmanuel está más cerca de lo que imaginaba. Durante un tenso encuentro, Joarah se enfrenta a una sorprendente revelación: es idéntica a la ex esposa de Emmanuel, una mujer que muchos dieron por desaparecida y otros por muerta.
Emmanuel, frío y calculador, le propone un trato impensable: que Joarah se convierta en su esposa de alquiler, no por amor, sino por necesidad, para garantizar el futuro de su hijo y la seguridad económica de su padre. Joarah descubre secretos familiares que cambian su visión del pasado y de Emmanuel.
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Capítulo 14
Emmanuel López
Salía de mi despacho cuando vi a las amigas de Joarah, Luisa y Dolores, esperándome fuera. Me miraban con expresiones de determinación y curiosidad.
- Señoras, buenos días -las saludé, tratando de parecer lo más amable posible. - ¿Les apetece un café? Hay una cafetería cerca de mi empresa donde podemos hablar.
Asintieron y juntas nos dirigimos al lugar. Elegimos una mesa al fondo, donde había más intimidad. Pedí tres cafés y me senté, sintiendo su mirada penetrante.
- Emmanuel, queremos saber cuál es tu verdadero interés por nuestra amiga -empezó Luisa, directa como siempre.
Respiré hondo, sabiendo que la verdad era la única forma de ganarme su confianza.
- Comprendo vuestra preocupación -comencé, eligiendo cuidadosamente mis palabras-. - Joarah es una persona muy especial para mí, y hay algo que debes saber.
Te lo expliqué todo: la situación con Laura, el peligro que corría Joarah y la petición desesperada de Carolina. Le hablé de Antonio y de la complejidad de mantener oculta la verdad. Mientras hablaba, vi cómo las expresiones de Luisa y Dolores pasaban de la curiosidad a la perplejidad y, finalmente, a la compasión.
Cuando terminé, hubo un momento de silencio. Estaban asimilando todo lo que les había dicho.
- Es... mucho que asimilar -dijo finalmente Dolores, con voz suave y llena de empatía-. - No sabíamos que Joarah estaba metida en algo tan peligroso.
- ¿Y pasaste por todo esto con su hermana? - preguntó Luisa, todavía intentando comprender la magnitud de la situación.
Asentí, sintiendo el peso de los dolorosos recuerdos.
- Sí, y lo único que quiero ahora es asegurarme de que Joarah y Antony están a salvo.
Se miraron el uno al otro, y un silencioso entendimiento pasó entre ellos.
- Ayudaremos -declaró Luisa con renovada firmeza-. - Joarah es nuestra amiga y haremos lo que sea necesario para protegerla.
Dolores asintió, de acuerdo con la decisión de su amiga.
- Gracias -dijo sinceramente-. - Tu ayuda será esencial.
Nuestro café terminó con una sensación de alivio. Saber que Luisa y Dolores estaban a mi lado me daba nuevas esperanzas. Juntas quizá podríamos hacer frente a cualquier amenaza que surgiera y garantizar su seguridad.
Llego a casa a tiempo para cenar. Al entrar, oigo las risas de mi hijo resonando en el gran salón. Antony y Joarah están jugando en el suelo, rodeados de juguetes desperdigados.
En cuanto Antony me ve, corre hacia mí con una sonrisa radiante.
- ¡Papi!
Me agacho y le abrazo con fuerza, sintiendo cómo su calor y su alegría me llenan. Levanto los ojos y me encuentro con la mirada de Joarah. Durante un momento, nos miramos en silencio. Ella se levanta y se acerca a mí con una sonrisa en la cara.
- ¿Qué tal el día? - me pregunta, envolviéndome en un abrazo. Siento la suavidad y el calor de su cuerpo contra el mío y, por un segundo, me siento confusa.
El corazón me late más deprisa, pero mantengo la compostura. ¿Qué está haciendo? Esta dulzura, esta cercanía...
- Ha sido... emocionante -respondo, intentando parecer indiferente. - ¿Y el tuyo?
Ella vuelve a sonreír y le brillan los ojos.
- Ha sido estupendo. Pasamos la tarde jugando y divirtiéndonos.
Antony tira de mi mano, emocionado.
- Papá, mamá me ha enseñado un juego nuevo. ¿Quieres verlo?
Le sonrío, sintiendo que la tensión desaparece un poco.
- Por supuesto, campeón. Sí, quiero verlo.
Mientras Antonio corre a buscar los juguetes, vuelvo a mirar a Joarah. Hoy hay algo diferente en ella. Intento entenderlo, pero decido que, por una vez, puedo disfrutar del momento.
Cenamos juntos, una sensación de normalidad y paz envuelve la casa. Incluso con todo lo que está pasando, hay estos pequeños momentos que hacen que todo merezca la pena.