Sabrina Taylor una bella joven de 24 años enamorada a punto de casarse, el día de la despedida de soltera consigue a su prometido con una compañera de trabajo, Sabrina molesta dolida junto con su mejor amiga Eleonor se va a las Vegas con los boletos de la luna de miel, para vengarse de Martin su prometido pero ella no contaba con encontrar en las Vegas un Dios griego como ella le llama, y que en medio de una noche loca iban a terminar casándose, el motivo de Sabrina despecho, pero ¿cuál será el motivo por el cual Logan se casó con esta desconocida? Acompáñame a descubrirlo.
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Señora Wilson
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, tardé unos minutos en acostumbrarme a luz del día, al hacerlo miré a mi costado en la cama, y descubrí el cuerpo desnudo de un hombre, ¿Pero qué rayos? ¿Quién es este hombre?, me quise levantar de la cama, estaba aturdida, confundida, no sabía lo que había pasado o por lo menos no lo recordaba y en este momento me dolía mucho la cabeza para recordar.
Escuche una voz ronca y varonil—¡Buenos días, señora Wilson!—Dijo divertido mirándome fijamente.
—¿Quién eres tú, por qué estás aquí?—Mi cabeza no podía hacer una imagen clara de la noche anterior, aunque la verdad no lo estaba intentando.
—¡Tu esposo!—Dijo sin más como si eso lo explicará todo.
—No tengo un esposo—Le digo con seguridad.
Él me señala la mano, a lo que yo miro de inmediato y me doy cuenta de que en mi dedo anular reposa una hermosa sortija.
—¡Pero qué diablos!—Le digo consternada.
—Mira belleza, si no te acuerdas de nada, pues es muy fácil, vamos a la iglesia donde nos casamos, podemos volver a tener nuestra noche de bodas—Dice moviendo las cejas de arriba para abajo.
—¡Pervertido!—Le digo lanzando le una almohada que el esquivo.
—¿Dónde está Eleonor?—Le digo—Estoy segura de que ella no me hubiera dejado hacer algo así—O por lo menos eso creo.
—Te refieres a la castaña que fue nuestra madrina de bodas—Dice enarcando una ceja.
Bufo, nunca imaginé una vaina así—Si supongo que es ella—Digo con aburrimiento.
—Está con mi socio—Dice como si nada.
—Me explicas ¿cómo es que nos hemos casado?—Digo cruzándome de brazos.
Él se levanta de la cama, está totalmente desnudo, y bueno no soy ciega, el condenado está bien bueno, es alto apuesto, tiene unas piernas bien torneadas, un buen trasero, el estómago de lavadero, como dirían por ahí, esculpido por los dioses, por lo menos no tengo mal gusto.
—¿Te gusta lo que ves?—Dice levantado una ceja, yo me sonrojo.
—Eres un cochino, tápate—Le digo cubriendo los ojos con mis manos, Lo escucho reír, parece tan seguro, tan prepotente y despreocupado, me dejó caer en la cama mientras él está en el baño, me levanto enrollando mi cuerpo en la sabana.
Miro por toda la habitación y está no es la que nosotras teníamos cuando llegamos al hotel, pero ahora mi pregunta es ¿quién es este tipo?, y ¿por qué se casó conmigo?
Tocó la puerta del baño para qué sé de Prisa por qué no aguanto las ganas de hacer pipí.
—Te puedes apurar, necesito usar el baño—Le digo tocando suavemente a la puerta.
—Puedes entrar, somos esposos—Dice y se ríe.
Para él esto es un chiste para mí no lo es, mi cabeza aún me da vueltas, necesito dormir un poco más, para poder organizar mis recuerdos, vuelvo a tocar insistentemente.
—Ya señora Wilson puede usar el baño—Me dice saliendo de él solo con un paño atado a su cintura, las gotas de agua corren por su pecho desnudo, su cabello negro está mojado y también gotea, parpadeo varias veces antes de entrar al baño.
Dios, pero qué bueno está, eso está 3 veces mejor que el imbécil de Martín.
Entro a la ducha por un buen rato y un recuerdo llega a mi mente, es él con una sonrisa impecable cuando estábamos en el casino.
Joder que locura cometí y todo por despecho, después de un largo rato salgo del baño y lo consigo parado frente al espejo arreglando su cabello, se gira hacia mí que lo miro como tonta, con esa media sonrisa moja bragas, por eso me convenció para casarme.
—Disculpa Sabrina, pero lamento informarte que fuiste tú quien me pidió matrimonio, y casi me obligas—Dice divertido.
—¡Yo!... estarás loco seguramente, jamás haría algo como eso—Declaro con seguridad.
—Digamos que si entonces para no arruinar la imagen que tienes de ti misma.
Me doy el tiempo de mirarlo, está perfectamente vestido, un traje negro a la medida, camisa blanca, zapatos de diseñador a juego con su traje y un Rolex que seguro debe costar el valor de mi casa.
—Si quieres puedes seguir descansado —dice girando al espejo.
—Yo estaré en el casino, si me necesitas podrás conseguirme allí—Dice mientras se arregla la corbata.
—Estoy muy confundida—Le digo.
—Está bien entiendo anoche, tomaste mucho, es normal, solo descansa y verás que pronto te acuerdas de todo.—llega hasta a mí, coloca sus manos en mi cintura, y me quedo paralizada.
Se acerca y deja un beso en mis labios—Por cierto Logan Wilson, por si lo olvidaste—Me dice y me da un guiño.
Eso me hizo sonrojar, él sale de la habitación y yo corro a lanzarme en la cama, tratar de calmar las palpitaciones de mi corazón, ¿Pero qué locura es está?
Busco mi teléfono para llamar a Eleonor y cuando lo desbloqueo lo primero que aparece en la pantalla es una foto de Logan y yo de lo más sonriente.
¡Pero qué diablos! Vuelvo a decir, cuando ayer en mi teléfono había una foto de Marín y yo, suspiro al recordarlo, pero me concentro en lo que iba a hacer y es llamar a mi amiga.
Un timbre, dos timbres, tres timbres y nada vuelvo a insistir, hasta que toma la llamada.
—¿Se puede saber dónde estás, y por qué dejaste que cometiera una locura como esa?—Le digo nada más descuelga el teléfono.
La escucho suspirar.
—Amiga lo siento mucho, pero me suplicaste que te dejará hacerlo, es más, lo tengo todo grabado por qué sabia que esto iba a pasar.—Suspira de nuevo.
—¿Dónde estás?, te necesito—Le digo bajito.
—Voy para allá, espérame—Dice suspirando de nuevo.
—Como si tuviera algo más importante que hacer—Le digo con flojera.
Ella ríe y termina la llamada, me quedo en paño por qué la verdad no tengo nada que ponerme, en un rato tocan a la puerta y entra mi amiga perfectamente como si nada hubiera pasado, me mira de pies a cabeza.
—¿Qué haces en paño? —Pregunta—mueve el culo que tengo hambre—Dice con fastidio.
—¿Estás molesta?—Le digo acercándome a ella.
—Eres una grosera, no debiste hablarme así—Me dice ofendida.
—En mi defensa estoy confundida, me duele la cabeza, despierto con un Dios griego en la cama, que de paso es mi esposo—Digo colocando mis manos en la cabeza.
—Ya, está bien, pero que conste que te quedaste con el mejor de los dos—Dice mordiendo sus labios.
—Eres una cochina Eleonor, así de desesperada estaba por casarme, que me deje casar por un desconocido —Bufo con pesadez—Me imagino que este matrimonio no es válido, ¿verdad?—Digo aquello para creer que es así.
—Amiga, soy abogada y ese matrimonio fue totalmente verdadero—Me dice mirando mis ojos.
—Y ahora, ¿qué le voy a decir a Martín?—Digo frustrada.
—Como que carajos te va a importar Martín después de lo que te hizo—Me dice molesta.
—Ya lo sé, pero él no sabe que yo lo sé—Digo en defensa. —Tienes un punto, pero igual es un desgraciado¿Qué vas a hacer? —Me voy a New York obvio, seguiré con el juego hasta el día de la boda, cuando esté en el altar le digo que no me puedo casar por qué estoy casada.
—Una sonrisa retorcida se dibuja en mis labios.
—Estás loca, pero sabes que cuántas conmigo para lo que sea—Dice dándome su meñique en símbolo de promesa yo uno el mío también.
—Eleonor tengo un problema.
—¿Cuál?
—No tengo ropa aquí—señalo la habitación—No es mía.
Ella sale rápidamente de la habitación para la nuestra y trae la maleta para que pueda vestirme, busque un vestido color turquesa muy bonito a decir verdad—No sé por qué no me puse este vestido para casarme—Digo y mi amiga rueda los ojos.
Termino de arreglarme y llevo la maleta de vuelta a nuestra habitación, y bajamos al restaurante del hotel para pedir algo de comida, no me había dado cuenta, pero moría de hambre.
Mientras comíamos se acercó un caballero y saludo con un beso en la mejilla a Eleonor, no tenía idea quien era así que le hago una seña.
—Hola, Sabrina— dice el recién llegado.
—¿Quién eres?—Digo con la mirada puesta en él.
—Es mi socio—Dice una voz fuete y varonil detrás de mí, que me hace sentir un escalofrío por mi espina dorsal.
Eleonor sonríe y yo me doy la vuelta para encontrarme directamente con la mirada oscura de Logan, tiene unos ojos realmente bellos, con su cabello oscuro y esa ropa le dan un aire de misterio.
Él se sienta a mi lado, solo mirando a mis ojos, como si en la mesa no hubiera nadie más que nosotros, eso me dio un poco de nervios.
— Pensé que estabas en la habitación descansado—Me dice con total seriedad.
—Tenía mucha hambre—Admito con nervios, su mirada tan intensa me enerva.
— Podías pedir servicio al cuarto—Dice con media sonrisa.
—Gracias, no quería molestar—Me disculpó.
El camarero llega para recibir nuestra orden—Por favor coloca todo lo que las señoras quieran a mi cuenta—Dice con total decisión. —No hace falta—Le digo con una sonrisa débil.