Capítulo 19

Saltando el alambrado estaba un camino que era deducible que era para camiones de gran porte. El aserradero estaba abierto por un lado y una pared que lo rodeaba, la parte que era para el acceso de transporte estaba abierta, apenas cubierto por una reja que alcanzaba casi el techo. Del techo al suelo abría unos buenos tres metros y medio, y era una deducción al azar que había hecho Thiago.

Como había afirmado, el alambrado no estaba electrificado y pudieron escalar y saltar al otro lado. En el suelo de concreto algunas hierbas empezaron a florecer y en las zonas verdes dentro del predio había en abundancia. Buscaron una entrada, Demir planeaba forzar una para simplificar su trabajo.

— ¿No llamarás la atención? —susurró Thiago.

—Si hay algo aquí, ya nos debe estar escuchando llegar —aseguró —. No hay muchas personas por aquí, cuando llegué la policía ya nos hemos ido.

Encontraron una puerta, Demir tomó distancia y la abrió de una patada. La puerta se sacudió con fuerza. Entraron, todo estaba completamente oscuro y la única luz venía del exterior.

—Deja que pase un tiempo y tus ojos se van a acostumbrar a la falta de luz —dijo Demir entrando sin problemas.

Thiago le costó, solo podía ver aquello que recibía un poco de luz. Figuras apenas iluminadas y formas difuminadas. Siguiendo los pasos a Demir, poco a poco sus ojos comenzaron a definir mejor y pronto los objetos tenían mayores detalles.

El lugar era un depósito. Enormes estanterías estaban llenas de cajas y productos embalados, a Thiago le llamó la atención siendo que lo último que recordaba era enormes tablones pesados y macizos. Y ahí el hediondo olor era tan fuerte que producía náuseas.

Thiago sentía la bilis ácida en su garganta. Trató de no alejarse mucho de Demir, mientras su instinto volvía a alertarle como una alarma. Se movían cautelosos, Demir parecía listo para que cualquier cosa saliera de alguna esquina y se lanzará encima.

— ¿Qué es eso de un necrófago? ¿Es un vampiro como nosotros? —se animó a preguntar Thiago, necesitaba saber qué estaban buscando o al menos como se veía.

—Los necrófagos son un tipo de strigoi: humanos convertidos que se pierden por la adicción a la sangre. Pierden cualquier raciocinio y se entregan a sus instintos salvajes —contó mientras vigilaba su alrededor —. Son peligrosos, y no les importará comer cualquier cosa con tal de aliviar el hambre. Difícilmente se parece a cualquiera de nuestra especie, son horribles y huelen aún peor de lo que se ven.

— ¿Ese olor asqueroso es suyo entonces?

Demir asintió. —Entre más fuerte sea el olor, más cerca estamos —frunció el ceño—. No entiendo por qué estaría un necrófago por acá, siendo sincero.

— ¿Por qué? ¿No les gustan los lugares oscuros?

— ¡No, tonto! Los necrófagos comen carne humana.

Fue cuando escucharon un ronroneó bajo, un rugido contenido entre dientes y una respiración exaltada. Thiago pudo sentir como aquella molesta voz que lo había estado atormentando desde que sintió el olor estaba casi aullando el peligro.

Demir desplazaba la vista por todos lados, moviéndose hacia el frente mientras daba vueltas revisando cada punto posible. Alzó la vista y quedó frío.

Thiago no lo notó, estaba tratando de volver a escuchar el ronroneo, por lo que chocó contra Demir. Giró, capaz con la intención de reprenderlo o de reclamarle pero quedó en una intención. Demir estaba callado con los ojos mirando hacia un punto perdido en el largo pasillo. Alzó la vista, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

La criatura que reptaba sobre los estantes tenía una extraña forma que parecía humana. De piel oscura y ojos amarillos, la espalda estaba curvada delineando los huesos de su columna, sus patas traceras era cortas y sus brazos largos. Su cara era humana pero su boca, con dientes brillantes y similares a cuchillas, se abría y cerraba liberando suaves gorgoteos. Saliva espesa y de fuerte olor goteaba de las comisuras de sus labios.

Posó una de sus manos sobre el hombro de Demir y lo atrajo hacia él. La criatura levantó su nariz y volteó hacia ellos con tanta rapidez que causó un sobresalto en ambos, entonces soltó un chillido agudo.

— ¡Ah–! —Demir se soltó del agarre de Thiago y empujó a ambos a un costado, había actuado por instinto y había sido acertado porque la criatura se había lanzado hacia ellos.

Thiago giró un poco, procurando dejar a Demir lejos de la bestia.

— ¡Tenemos que arrancarle la cabeza! —exclamó Demir, mientras empujaba a Thiago para divisar a la criatura que se había estampado contra un estante.

— ¿Y cómo mierda pretendes arrancarle la cabeza? —gritó Thiago un poco exaltado.

—Me tienes que estar jodiendo —murmuró apretando los dientes.

La bestia volvió a soltar un chillido agudo, era casi un alarido, y se fue a su dirección con la mandíbula abierta, buscando darle un mordisco.

Demir tomó del brazo a Thiago y saltó dos veces, poniendo distancia entre ellos y la criatura.

Mirándolo furioso, dijo:— ¡Eres un dolor en el culo! ¿Es que no sabes nada?

— ¡Yo solo vine de curioso! —respondió Thiago, procurando no gritar y sin quitarle los ojos a la criatura.

— ¡Te vas a terminar muriendo por estúpido!

— ¡Ya me morí una vez!

— ¡Pues te vas a morir por segunda vez por idiota!

— ¡Abajo! —gritó Thiago tomando a Demir del cuello y empujándolo contra el suelo.

La bestia embestía contra todo lo que podía encontrar. Repitió varios golpes contra lo que encontraba, sacudiendo un trozo de lo que su boca alcanzaba a mordiscos y luego lo dejaba caer en algún lugar.

Levantó la cabeza hacia el techo, una lengua larga y bífida se contoneaba derramando hilos de fluidos espesos. Las aletas de las fosas nasales se contraen antes de moverse lanzando un gruñido bajo. Saltó perdiéndose entre los pasillos.

Thiago parpadeó confundido. Hasta que una revelación lo iluminó, su boca se abrió en compresión. Hizo un gesto de silencio que causó el ceño fruncido de Demir. Movió sus labios, tratando de gesticular lo que quería decir. La cara de desconcierto de Demir era una clara indicación de que no entendía qué quería decir.

— ¿Qué–? —Thiago estampó la palma de su mano contra la boca de Demir.

Volvió a extender un dedo contra sus labios. Un chillido agudo vino de alguna parte del depósito. El silencio de la noche sensibiliza cualquier sonido y ponía de los nervios a Thiago, podía escuchar los suaves movimientos de la bestia contra el suelo, casi como si se arrastrará. Se preguntó qué tanto escucharía la bestia de ellos.

Se quedaron quietos mientras escuchaban las acciones del necrófago en el depósito. Ronroneando por lo bajo.

"La criatura era ciega" quiso decir con la boca, moviendo sólo los labios. Pero ni Demir sabía leer los labios y Thiago era muy malo en ello. Intentó otra forma de comunicarse gesticulando con las manos pero la cara de Demir seguía diciendo que pensaba que estaba loco. Thiago quería golpearlo por ser tan denso.

Conteniendo un suspiro dramático y algo exasperado, se le ocurrió una idea. Tomó la mano derecha de Demir y, usando su dedo, escribió la palabra "ciego". Lo repitió hasta que la comprensión se hizo visible en la cara del niño.

Thiago entonces le mostró la pequeña piedra que Ramsés le había dado, Demir negó con la cabeza e hizo que lo guardará. No tenían ni la menor idea de qué pretendía Ramsés al dejarlos así, Demir cuestionaba el por qué lo había dejado solo con alguien que ni siquiera podía tener el título de novato.

Demir suspiró y trató de idea un plan.

Los necrófagos y strigoi compartían ciertas similitudes a sus antiguas condiciones humanas. Aunque con mayor fuerza y agilidad, Demir sabía que si cortaban su cabeza o mutilan sus miembros difícilmente podría hacer algo al respecto. Sin embargo, los necrófagos eran más difíciles de matar por su resistencia: con todo y sus miembros mutilados aún podría buscar pelea. La situación era difícil.

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