Capítulo 17

Revisó el teléfono, encontrando un mensaje con el remitente de "Amigo de Thiago". Al abrir el mensaje, solo tenía las palabras "Llamame". Marcó el número y esperó a que atendiera.

— ¿Hola? ¿Thiago? —la voz de Axel del otro lado sonaba estaba ronca, tenía un leve timbre de duda.

—Ey, Axel —saludó sonriendo a la nada.

— ¡Estás vivo! —chilló Axel.

—Casi, medio un pie dentro y otro fuera —comentó con un humor.

—Es bueno saber que al menos tú estás bien —murmuró —. Ese día no llegué a tiempo, me atrasé por unos minutos y cuando llegué...

El silencio fue momentáneo en la otra línea, Thiago tampoco quiso agregar nada. Él no podía decir nada porque tampoco sabía qué decir.

—No puedo recordar nada de ese día. Lo último que sé es que estaba yendo a almorzar con mi mamá —explicó a la vez que se dirigió hasta la ventana y las arrimó, luego fue hasta su cama y se acostó—. De ahí, es todo muy confuso. Los médicos dicen que perdí la memoria.

— ¡No importa si no te acuerdas! —exclamó Axel de pronto —. Lo importante es que estás bien y con nosotros. Mirá, tú aún recuperándote y yo haciéndote hablar estupideces, ni siquiera te pregunté si estás bien.

—Estoy bien, alguna que otra secuela pero bien.

— ¡Muy bien! Mantente bien, no dejes que nada pase —murmuró.

— ¿Toña dónde anda? Mamá me dijo que fuiste a verme, pero no la mencionó Toña.

—No te preocupes, anda un poco extraña pero creo que tiene que ver con su madre. Ya le dije que se venga para mí casa si pasa algo, ahora que no están.

—Yo... Axel, la vez pasada, cuando fuimos a Hanging Gardens.

—Sí ¿Qué sucede? ¡Por cierto nadie me contó qué pasó ese día!

—Solo digo que aquella vez, cuando volví no ví muy bien a Toña.

— ¿Qué tan no muy bien? Ese día estuvo un poco... Fuera de sí. En un momento se nos fue de la vista y cuando la encontramos estaba muy borracha, con… —se detuvo un segundo antes de seguir— Mara pensamos que también estuvo tomando algo por ahí porque andaba desvariando.

— ¿Crees que anduvo consumiendo?

—No sería extraño. La última vez que la vi fue en el almacén que está cerca del trabajo, yo iba saliendo y justo la vi, pero ni siquiera tuve tiempo de decirle nada que se subió a un coche y se fue. Solo la he podido contactar muy rara por teléfono ¡Ah, por cierto! El jefe dijo que estabas despedido.

—Me lo imaginé —murmuró en un suspiro—. Ni siquiera me molesté en preguntar.

—Aun tienes que ir a firmar la baja e ir por el dinero ¿Quieres que te pase el número?

—Me harías un gran favor si lo hicieras.

Al poco tiempo sintió el teléfono vibrar con un timbrado.

—Ahí te lo mandé —le avisó Axel. Luego, gritó, en un intento de cambiar de tema—. ¡Por cierto nunca me contaron qué pasó en Hanging Gardens! Cuando me levanté, las dos chusmas estaban hablando sobre eso, les pregunté ¡Y me dijeron que era muy virgen para saberlo!

—Te estaban molestando, pobrecito —dejó la llamada en altavoz y abrió el chat que tenía con Axel.

Haciendo click en el usuario, abrió conversación con su jefe. Suspiró, buscó las palabras que iba a decir antes de escribirlas y enviarle. Fue breve y respetuoso, pidiendo el sueldo del mes trabajado y el agregado que le correspondía.

—Y tu no estabas para defenderme, eres el peor mejor amigo que he tenido.

—No hay mucho que contar —respondió con algo de timidez—. Conocí a alguien y bueno, era lindo —agregó lo último sin saber cómo responder.

—La próxima vez que desaparezcas sin decir nada ya organizamos para poner una denuncia, así pasas vergüenza.

La imagen mental de la policía ingresando al cuarto de hotel mientras estaba en un momento íntimo con Ramsés se le hizo cómica además de embarazosa.

—Te juro que no fue planeado.

La respuesta de su jefe fue instantánea. Thiago alzó una ceja por la rapidez de la respuesta, fue un afirmativo y solo agregaba los días y horas en que se podría presentar en la oficina.

—Acabo de arreglar con el jefe, dice que mañana puedo ir a buscar mi recibo de sueldo y mi alta.

— ¿Así de rápido? —sonaba sorprendido y para no estarlo. Thiago también lo estaba.

Pensaron que Horacio sería más reticente en darle el pago, después de todo era un sueldo más comisiones y Thiago había tenido buenas ventas en los días previos. Aunque había sido siempre un buen vendedor y mantenía un buen ranking, siempre fue muy poco apreciado por Horacio. Siendo sincero, parecía odiar a cualquiera que podía ser un poco más feliz que él. Lo cual causaba que todos en las oficinas lo esquivaban como si tuviera apestado.

—No era muy de su agrado —respondió —. Probablemente sólo quiere deshacerse de mí pronto.

— ¡Nadie es de su agrado! —gritó por lo bajo, Thiago se lo podía imaginar haciendo puchero —. Ayer hizo llorar dos veces a una de las chicas, y solo porque le ofreció al cliente una oferta menor. Y antes de eso hizo un escándalo porque el baño de personal en nuestra sección está tapado ¡Pero nadie usa el baño de personal porque es horrible y siempre está tapado!

—Bueno, Horacio siempre fue...

— ¿Un imbécil? ¿Estúpido?

—Iba a decir antipático.

—Oh, bueno sí, también. Pero no negarás que también es un tipo patético y triste que solo sabe meterse con otros.

—Eso es indiscutible —aseguró riéndose. Después, dijo —. Ey, Axel ¿A qué hora entras a trabajar mañana?

— Tengo el turno de la tarde, tipo seis y media ¿Por qué?

— ¿Me haces el favor de venir por mi mañana? Dudo que mi madre quiera que vaya solo y si al menos voy a compañado...

— ¡No hay problema! Pásame la dirección y antes de las cinco estoy por tu casa.

— ¡Gracias, Axel!

Se pudo escuchar un ruido extraño del otro lado de la llamada. Thiago alcanzó a entender palabras sueltas entre la interferencia, identificando la voz de la madre de Axel de fondo, Axel se alejó un poco del teléfono para responder y luego, dirigiéndose a Thiago.

—Te voy a cortar, ya tengo la cena. Nos vemos mañana.

Una vez cortó comunicación con su amigo, se quedó en silencio en el cuarto mirando el techo.

Sintiendo que su vida se había ido demasiado por la banquina. Estaba perdido y no tenía mucha idea de qué le deparaba ahora el futuro. Hacia unas semanas atrás era mantener un trabajo horrible pero que le daba para vivir mientras decidía los próximos caminos de su vida. Estudiaría algo que le dé dinero y trabajaría hasta ser viejo y jubilarse. Capaz tendría un novio o alguien con quien pasar el rato, y de vez en cuando visitaría a su madre.

El fantasmal recuerdo de las últimas semanas lo agobió en silencio, el rostro de Mara ocasiona una presión en su pecho. Apretó los dientes, sintiendo tensión en su mandíbula mientras una angustia lo sofocaba. El desconocimiento y la incertidumbre de lo que era de ella... Se podía interpretar como una forma de tortura. El no saber si estaba bien o si estaba viva. En los momentos que estaba solo con su cabeza, los peores pensamientos lo atormentaba con la seguridad de poder incordiarlo hasta que buscará desesperado un poco de esperanza en cualquier otra cosa que lo hiciera cortar el hilo de pensamiento.

Había leído, hacía mucho tiempo, que aquellos que pierden un ser querido y nunca encuentran ni siquiera un rastro de cabello quedan con una espina en el pecho: El no saber. Un cruel juego entre la esperanza de que estaba bien o el desasosiego de lo peor.

A veces, en un deseo muy egoísta, quería que aunque fuera encontrarán un cuerpo. Le daría algo, no sabía si le daría alivio o la libertad de llorar, pero sabría que ella no estaba perdida, que estaba en casa y que ya nada malo podía pasarle.

El desconocimiento era la tortura más horrible.

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