Capitulo 2

Su cabeza procesaba todo o muy lento o muy rápido. Si alguien le preguntara cómo o cuándo había salido de Hanging Gardens hubiera respondido que no sabía. No tenía recuerdo de cómo salió de allí. Todo era un recuerdo oscuro. Había aceptado la proporción de aquel extraño y este se le acercó con una sonrisa casi depredadora que, en vez de asustarlo, hizo que se excitara. Quería poner su boca sobre esa sonrisa y morderlo con ansias. Thiago sentía que era de esas sonrisas que te invitaban a un beso. Uno húmedo y casi salvaje.

Sintió que envolvía su figura con brazos fuertes y, pareciendo leer su mente, acercó sus labios hasta formar un beso. Ahí es cuando todo es confuso y algo oscuro. Thiago lo besó cerrando sus ojos de forma casi automática.

Primero fue simple, apenas un roce de labios, casi inocente. Un apéndice húmedo pidió permiso, no sabía quién fue primero, él o el extraño, pero no importaba. La lamida entre los labios buscó acceso cuando alguno exhaló aire en un gemido y de pronto se ahogó en algo intenso. El beso era abrazador, asfixiante. Las lenguas se enredaban en la boca de uno, retrocedía y el otro iba en su búsqueda. Casi una pelea de quién tentaba al otro a su territorio. Thiago se preguntó si estos besos eran normales, y se cuestionó todos los besos que había recibido antes.

Apoyó su mano derecha en la mejilla de su acompañante y la fue deslizando por entre su cabello, buscando tomar el control del beso. Un mordisco suave en su labio inferior hizo que abriera los ojos. Azules intensos, como un mar profundo puro y limpio. Thiago sonrío. Se sentía atontado y un poco ebrio por el beso, pero aún así fue descarado ¿Este hombre piensa que lo iba a dejar arriba sin pelear? ¿Ser el guía de un alma virginal? Un poco de picardía se entrevió en su expresión.

El extraño parecía desconcertado pero no molesto. Volvió a arremeter contra aquellos labios húmedos y enrojecidos por la fricción. Thiago podía sentir manos de dedos largos, frotar lo ancho de su espalda y desprenderse de su chaqueta de cuero. Parpadeó confundido, dejó el beso y levantó la cabeza, notando que no estaba en el patio de Hanging Gardens. Más bien parecía un ala de descanso, con sillones de cuero negro, luces tenues y paredes de colores grises.

— ¿Cómo…? ¡Ah! —gimió bajito cuando su acompañante mordisqueó su cuello.

—Estoy aquí —dijo en un tono exigente.

Thiago alzó una ceja, la comisura izquierda se levantó en una sonrisa que buscaba provocar. Tirando del pelo del extraño, levantó su cabeza y se acercó a su mentón.

—Sí, sé qué estás aquí —respondió y empezó un camino de mordiscos algo toscos y besos húmedos.

Si el tipo volvió a poner una expresión de consternación, Thiago lo ignoró en favor de atender una manzana más apetitosa en el cuello del desconocido.

Dedos largos y algo fríos habían escarbado debajo de su ropa y tenían contacto directo con la piel. Thiago soltó un suspiro profundamente de satisfacción contra el cuello de su víctima. Mordisqueando el lóbulo, dejó sus manos serpenteando por la espalda de su desconocido hasta encontrar piel. Acarició, con dedos suaves, relieves de heridas y siguió un camino invisible hacia el sur. Pasando una barrera de los pantalones tuvo acceso hasta una nalga firme. Sonrió cuando sintió un respingo de su compañero, quien se había entretenido dejando marcas por su cuello. Como respuesta recibió el mismo trató en sus nalgas con el agregado de que fueron apretadas y sintió un tirón que fue directo a su entrepierna.

Arremetió contra la boca del extraño, siendo recibido con entusiasmo.

Thiago pronto buscó retirar todo aquello que cubriera el torso de su acompañante, algo mutuo que terminó con las prendas perdidas en algún lugar de aquel salón. Thiago se rió entre dientes cuando pensó en la posibilidad de que alguien fuera a entrar y descubrirlos así. Ah, la idea dio otro latigazo de placer en su estómago bajo.

— ¿De qué te ríes? —Le susurró el extraño a su oído, mientras lo arrastraba consigo hasta uno de los sillones. Se sentó y arrastró a Thiago consigo.

—Estaba pensando qué pasaría si alguien entrara justo ahora —admitió con diversión, ubicación sus piernas en cada lado, acomodó sus rodillas sobre el sillón y busco sentarse de tal forma que ambos miembros, aún bajo capas de tela, se frotaron con un movimiento de cadera.

El extraño lo miró con algo oscuro y le mordió la barbilla. Thiago se volvió a reír bajo y fue directo a su boca. Buscando jugar con su lengua otra vez.

La sensación de piel contra piel era agradable, Thiago se sentía todo caliente y la piel del desconocido era fría, fresca. Algo duro se restregaba contra el suyo y el imperioso deseo de darle un vistazo se hizo presente. Pero alguien se le adelantó. El desconocido había llevado sus manos hasta la profundidad entre sus nalgas y un dedo había ingresado sorpresivamente. Un gemido ahogado y una exhalación se mezclaron, tragados por una boca hambrienta y voraz. Fue al seco pero Thiago aún así sintió que sus pantalones se habían humedecido.

De forma voluntaria se apoyó contra su acompañante. Alzó las caderas permitiendo que el dedo tuviera mayor acceso. Los sillones eran grandes, de esos modernos que casi podías entrar acostado. Sin embargo, su extraño estaba con medio cuerpo en el respaldo y el asiento, la posición no debía ser cómoda pero no parecía importarle. Le importó menos cuando Thiago comenzó a frotarse contra él cada que el dedo se deslizaba en su interior.

—No me has dicho tu nombre —dijo Thiago mientras sus manos buscaban acceder al interior del pantalón de su acompañante.

El extraño se rió con aquella voz rica y grave. Capaz considerando gracioso que preguntará justo ahora su nombre, con las manos metidas en sus pantalones.

—Ramsés —contestó. Dejó que su otra mano baja por el pecho de Thiago hasta sus pantalones desabrochado los primeros botones—. ¿Y el tuyo?

Ramsés mordisqueó sus clavículas. Thiago pensó que le dejaría varias marcas en su cuello, parecía especialmente atraído a este.

—Thiago.

Encontrándose con el miembro de Ramsés, Thiago lo agarró con una mano y empezó a frotarlo. De arriba a abajo, dejando caer su mano más abajo, buscando acariciar las bolas y volver al tallo. Ramsés resopló y Thiago jadeó cuando pasó de ser un dedo paso a dos. Dos muy ansiosos y viciosos que apenas salían para arremeter y retorcerse en sus entrañas.

Entrecerrando los ojos con reto, espero un nuevo ingreso de los dos dedos y se fue a su encuentro, permitiendo que fueran un poco más profundos. Sentía el pene en su mano palpitar y el suyo también.

—Mierda… —murmuró Ramsés, la mano que quedó a medio camino de encontrarse con el miembro de Thiago fue hasta agarrar los mechones rubios y desordenados del chico y lo empujó a un beso hambriento.

Thiago sintió que su boca estaba siendo follada. No había otra forma de describirlo. La lengua de Ramsés entraba con mayor vigor, lamiendo su lengua tanteando el paladar, chupando con ansias. Thiago no pudo contrarrestar esta vez y aceptó humildemente su derrota dejándose devorar por aquella boca. El beso tenía un gusto metálico y adictivo. Su mano nunca dejó de trabajar sobre el pene de su compañero y los dedos del mismo habían pasado a ser tres tiranos que lo embestía con saña.

—Con… condones —susurró entre beso y beso, tratando de encontrar un poco de cordura.

Ojos azules, tan abrasadores y sofocantes. Thiago no pudo entender qué pasó, qué cortocircuito tuvo su cerebro. Cuando fue consciente de todo, estaba desnudo de la cintura para abajo. Su acompañante aún estaba con el miembro por fuera de los pantalones. No recordaba qué había preguntado ni que había recibido como respuesta, algo había dicho ¿Que era?

Ahogó un gemido. El miembro erecto del extraño se frotaba en su entrada y Thiago solo podía pensar por qué no estaba enterrado en lo profundo de su trasero en ese momento. Fue casi como si lo hubiera escuchado. La primera estocada sacó todo el aire en sus pulmones, miró fijamente la cara de su acompañante mientras jadeaba. Aún estaba y las manos frías en sus caderas lo habían empujado hacia abajo.

—Yo estoy montando —susurró apretando un poco los dientes, mirando los ojos azules —. Estarás dentro, pero las correas son mías.

El extraño se rió.

—Entonces ven y montame —respondió divertido.

Los ojos azules parecían burlones, hermosos, y Thiago solo quería montarlo hasta que estuviera apunto de correrse y volver a montarlo hasta dejarlo seco. Parecía que un nivel de compresión habían conseguido entre los dos. Esos ojos zafiro no eran burlones, se habían oscurecido. Eran depredadores.

Thiago sonrío. Levantó su cadera, dejando solo la punta del pene de su desconocido dentro y embistió. Se permitió disfrutar de su propio placer, de la sensación del grueso miembro entrando y saliendo de forma rítmica a su completo gusto. Cuando uno tenía un amante ocasional no podía esperar que el otro lo supiera satisfacer porque hay un nivel de desconocimiento mutuo, no siempre uno encontraba un buen amante para acompañar la cama. Por lo que Thiago buscó un poco de su propio placer.

En un momento se sintió envuelto en un abrazo y notó que su compañero se había erguido y estaban cara a cara. Tenía una sonrisa salvaje que solo causó otro latigazo de placer en Thiago. Sus piernas fueron tomadas por debajo de las rodillas, y fue levantado unos centímetros antes de ser empalado.

Gimió. Volvió a ser levantado y empalado. Se repitió hasta que Thiago tuvo que aferrarse a los hombres del desconocido y dejarse penetrar a gusto. Sus dedos se clavaron en la carne dura y su boca devoró todo rastro de piel que estaba a su alcance mientras Thiago se daba el lujo de lloriquear.

—Más… ¡Ah!… ¡Más rápido! —susurraba mordiendo el lóbulo de su acompañante y jadeaba. Siseó cuando sintió una mordida en su cuello —. Más fuerte ¡No soy suave, puedes ser duro!

El tipo se levantó con su pene aún dentro de Thiago, agarrándole de la cintura para que no se caiga y lo aplastó contra una pared.

—Recuerda que me lo pediste —parecía estar enojado por la forma en que apretaba los dientes.

Lo volvió a tomar de las rodillas y Thiago se sintió muy expuesto, con esta posición le daba un mayor acceso a su interior. Se lamió los labios con anticipación, sintió como invadía con fuerza su interior, podía sentirlo apuñalando sus entrañas. Creía que, de poner una mano en su estómago, podría sentir el pene que lo estaba empalando. Cada embestida era hecha con saña, con ira y a Thiago le encantó. Sintió que, este tipo, comprendía al fin lo que estaba buscando. La sensación de humedad entre sus nalgas y las cosquillas de placer eran indicios de que estaba llegando.

Jadeó lloroso, las esquinas de sus ojos estaban cálidas y no podía evitar gemir cada que su cuerpo era embestido. El hormigueo de placer en su estómago era tan intenso, estaba seguro que estaba muy cerca de llegar. Contrajo los músculos de su interior y los relajó consiguiendo una exhalación. Sonrío con maldad, no iba a ser el único en correrse. Repitió hasta que ya no pudo más, las embestidas eran abrumadoras y sentía que la cabeza le pesaba. El extraño se entretenía en su cuello dejando mordiscos y una sensación de humedad.

Fueron embestidas continuas lo que desencadenó su placer, corriéndose con fuerza entre sus pechos. Los bombeos siguieron por un rato más para tortura de Thiago que estaba sensible por haberse corrido y le generaban agradables escalofríos. Los ojos azules habían abandonando su cuellos y ahora lo miraban mientras lo seguía torturando. Una gota de sangre estaba entre los labios del desconocido quien no dudó en lamerlo.

— ¿Qué…? —suspiró y jadeó cuando otra embestida dio en su punto dulce. Sintió que su pene podría volver a levantarse y ahogó una queja.

—Estaremos jugando un rato más —la voz grave susurró mientras apoyaba pecho contra pecho.

Thiago pensó que podría morir ahora mismo y no le importaría.

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Comments

Anonymous

Anonymous

, atrevido

2021-06-14

1

Anonymous

Anonymous

Ramses, me encanta ese nombre

2021-06-14

1

May

May

*entra la voz del niño del oxxo*
mmmmmmm

2021-04-30

7

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