Capítulo 12

Su madre había sacado todos los espejos. Thiago se preguntó si era esto lo que había empezado hacer cuando volvía a casa a bañarse. Los espejos que había en el baño habían sido desmontados y el que solía estar en la entrada había dejado una marca en la pared. Se había tomado muy en serio la recomendación del médico.

Apenas llegó se fue a dormir despertando horas después. Se había despertado horas antes de que saliera el sol. Se quedó despierto incapaz de poder pegar un ojo envuelto en una bonita colcha floreada.

Su anterior cuarto estaba casi pelado. Normal, la gran mayoría de sus cosas aún estaban en el departamento que tenía con Mara. La cama, por ejemplo, había sido demasiado grande para el cuarto del departamento y el placard también, por lo que, aparte de eso, el lugar estaba casi limpio. Aún había algunas cajas que no se habían llevado.

Había dejado el bolso que traía consigo del hospital en el suelo.

Entre el silencio del cuarto, aprovechando que su madre permanecía durmiendo, con suavidad delineó los alrededores irregulares.

Mara lo miraba llorosa y aterrada.

Susurros que pedían ayuda entre sollozos de perdón y misericordia. Alguien rogaba que no lo maten. Había risas, no eran muchas, pero resultaban tétricas.

Un sonido húmedo de goteo, impactando contra una superficie.

Parpadeó sobresaltado ¿Eso había sido un sueño o un recuerdo? Respiraba agitado y se sentía perturbado, con un leve temblor de pánico. Sintiéndose ansioso se levantó de la cama y se dirigió a la sala.

Se preparó un café, se acomodó en el sillón y prendió el televisor. El canal era uno de noticias, supuso que fue lo último que estuvo viendo su madre.

No estaba seguro de cuál parte era más escabrosa; la desaparición de dos chicas o el asesinato de tres personas y la suerte de los supervivientes; uno estaba en estado crítico aún. Los medios parecían regodearse sobre los cadáveres mientras pasaban fotos de los difuntos.

Thiago se sintió enfermo cuando vio que le habían robado fotos de cuentas personales para ponerla en pantalla. Cambio de canal cuando vio la foto que le correspondía a él y Mara; había sido durante una salida al parque, en pleno invierno de hace dos años. Mara aún tenía el cabello largo y él lo tenía corto.

En canal al azar, dejó que llenará el ambiente con un sonido bajo. Mientras tomaba los últimos sorbos de café pudo oír a su madre en el cuarto yendo hacía el baño, luego ir hacia la sala donde estaba él

—Estás despierto.

Thiago sonrió, encontrando divertida la obviedad de su adormilada madre.

—Me desperté temprano —mostró su taza y le ofreció:— ¿Quieres café?

—Por favor —susurró Lydia.

Se levantó y fue a la cocina para preparar el café a su madre, está se sentó en el sillón con la vista perdida en algún punto del salón.

— ¿Tienes horario por la mañana? —preguntó entregando el café.

Lydia asintió un tanto ausente.

—Cambie mi horario —responde luego de un trago a su café. Había tenido que hacerlo en favor de coordinar sus horas con Thiago, cuando dormía profundamente en su estado comatoso y era atendido por la mañana por una enfermera.

El silencio que prosiguió no fue incómodo, era muy normal que por la mañana fueran como un par de entes que rondaban por la casa más que personas. Thiago se sentó al lado de su madre mientras veía el televisor, transmitían una caricatura y se hizo interesante.

—No pensé que aún te gustarán las caricaturas.

—Me liberan un poco de la realidad —admitió Thiago.

Lydia pareció querer decir algo pero terminó por guardarlo. Bebió los restos de su café y fue a dejarlo en la bacha de la cocina.

—Voy a ir a comprar algo para la tarde cuando vuelva del trabajo ¿Quieres que te traiga algo? —ofreció Lydia.

— ¿No quieres que vaya yo? Estoy un poco harto de estar encerrado y no voy hacer nada en todo el día. Me dejas ahí y a la vuelta voy en un coche —agregó como un medio para convencerla—. Por cierto ¿qué fue de mi teléfono? —preguntó recordando que no lo había visto en los días que estuvo consciente. Había pensado en sólo pedir un coche por alguna aplicación.

—Desapareció en el incidente. Te buscaré uno tan pronto pueda. Por ahora puedes usar el mío, no lo uso mucho.

Thiago negó haciendo un movimiento de su mano izquierda: —No es necesario. Después veré en comprar uno ¿Sabes algo de mis amigos?

— ¡Oh! —exclamó como si recordara algo—. Si, tu amigo grande que tiene pelo de púas vino un par de veces al hospital, me dejó su número cuando le dije que habías perdido el teléfono. Está anotado en la libreta al lado del teléfono de línea, también le pasé el número de la casa por si las dudas.

Thiago se río con la descripción tan acertada de Axel.

—Gracias, mamá —sonrió —. ¿Ya tienes que irte? Así voy a cambiarme.

Los ojos de Lydia se fueron silenciosos al cuello herido de su hijo y asintió. Thiago lo notó pero no mencionó nada. Él también se sentía incómodo con eso por lo que, para evitar llamar la atención, se puso una bufanda alrededor del cuello. Cómo venía vistiendo muy cómodo eligió una sudadera grande y unos pantalones deportivos.

Subiendo al vehículo de Lydia, se dirigieron hacía un supermercado cercano de la zona. Respiró profundamente mientras ingresaba al lugar con un carrito. Bajo la insistencia de su madre terminó por llevarse el teléfono de está junto al dinero para la compra.

Le llamaba bastante la atención el olor del lugar; con fuerte combinación de aromas aplacados por un ambientador horrible que lo sentía picando en la parte trasera de su garganta. Llegando a un punto de estar incómodo, priorizo terminar rápidamente.

Con la nariz arrugada se acercó a la sección de carnes. Los olores eran un poco más agradables pero se sentían raros. Agarró una pieza de carne, y se giró.

Había un niño metido en su carrito de compras, estaba en cuclillas, mirándolo con grandes ojos azules.

— ¿Disculpa? ¿Qué haces metido dentro de mi carrito? —preguntó desconcertado, sonriendo levemente.

El niño estrecha la vista. Se sintió incómodo por lo intenso de la mirada y trató de desviar la atención hacia cualquier otra cosa.

— ¿Te perdiste? —volvió a cuestionar.

— ¡Eres un fastidio! —exclamó el niño, sobresaltado a Thiago. Saltó del carrito y se fue.

—Gracias —contestó con una sonrisa confusa y el trozo de carne aún en su mano. Negando con la cabeza guardó la pieza y se fue con dirección a la caja.

La garganta le empezó a molestar.

Se masajeó la zona que le irritaba, pero le seguía molestando. Se acercó a la caja que estaba vacía y la chica detrás del sonrió con un leve sonrojo.

Se dió cuenta que la chica tenía un olor fuerte y fragante, agradable y… apetitoso. Los dientes le dolían, quería morder algo con fuerza. Empezó a mordisquear la parte blanda del interior de la boca. Sonrió a la chica mientras pasaba los productos.

La chica hizo una mueca inconsciente con la boca. El olor fue más intenso. Thiago tenía un fuerte escalofrío por la parte posterior de la garganta. Sus sensibles oídos, de los cuales no había estado siendo consciente, empezaron a captar todo tipo de sonidos; el chirrido de un carrito; pasos; murmullos; miles de movimientos a la vez, entre ellos el tambor fuerte y rítmico parecía querer hipnotizarlo. Sus ojos fueron al cuello de la chica. Ninguno de los dos notó que había dejado de moverse y se estaban viendo fijamente, la chica se vio perdida en unos ojos llamativos y encantadores.

— ¡Te dije que eras un fastidio! —chilló la voz aguda y un tanto infantil.

Thiago parpadeó. Estaba perdido, en unos minutos había recordado dónde estaba. La chica también parecía despertar de una ensoñación y, tornándose de un fuerte rojo, comenzó a pasar rápidamente los productos.

— ¿Se–señor? ¿Efectivo o tarjeta? —susurró la chica con la mirada en cualquier otro lado.

—¡Ah–! —ni siquiera comenzó a hablar cuando se vio interrumpido.

— ¡Aquí! ¡Tarjeta! –exclamó el duende, dejando una tarjeta encima del mostrador junto a un carnet de identificación.

— ¿Niño, tú de dónde vienes? —preguntó ya un poco exaltado—: ¿Dónde están tus padres?

— ¡Están muertos! ¡Deja de molestarme!

— ¿Dónde está tu tutor entonces?

—Durmiendo en un ataúd seguramente.

— ¿Eres huérfano? —murmuró, analizando la frase por un segundo antes de volver y contestar—. ¡No puedes ir por ahí comprando las cosas de la gente!

— ¡Son mis actos de caridad para ganarme el cielo! —miró hacia la cajera con ojos brillantes—. Señorita, apúrese que me quiero ir.

La chica tomó la tarjeta y los datos procediendo a ingresarlos.

— ¡No es necesario! ¡Disculpe!

Quería tomar la tarjeta o la identificación pero sentía que sería demasiado y llamaría la atención de los de seguridad. Miró sobre su hombro y vió que ya habían llamado la atención de algunas personas.

Aunque intentó detener a la joven, ésta ingresó todos los datos y efectuó el pago.

— ¡Muchas gracias, vuelva pronto! —dijo la cajera sintiendo.

— ¡Perfecto! —exclamó el niño guardando su tarjeta e identificación. Se giró hacia Thiago —. ¡Ahora me debes dinero!

Thiago levantó una ceja y sacó de su bolsillo una billetera.

—Tengo efectivo.

En un rápido movimiento el duende le había robado la billetera.

—Ya no.

Silencio entre los dos. Thiago empezó a sonreír encontrando la situación un poco divertida.

—Bueno, como te has robado mi billetera solo me queda tomar mis cosas e irme a casa —dijo mientras agarraba sus bolsas e iba con dirección a la salida.

El niño pareció darse cuenta que había hecho algo completamente estúpido y empezó a seguirlo.

— ¡No! ¡Espera! ¡Debes de acompañarme! —en un acto desesperado se abrazó a la pierna del chico.

Tomando un respiro de paciencia, Thiago miró hacia abajo.

—Muy bien, niño, supongamos que sigo tu juego ¿Qué quieres?

El niño sonrió con todos los dientes, viéndose un tanto pícaro.

—Primero ¡No soy niño! —recalcó con fuerza —. Me llamo Demir.

...______________...

Nota de Autora:

...Gracias a ❤️Egao no Akuma❤️ por tu apoyo....

...(。・ω・。)ノ♡...

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Comments

☕Mochi☕

☕Mochi☕

Me encanta tu novela uwu <3
actualiza pronto ewe quiero saber mas del niño jsjs parece sospechoso :O

2021-05-24

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