Capítulo 9

Ramsés vió desde lejos a Thiago ser medicado y puesto a dormir nuevamente. Quedando laxo en una posición extraña, más por la tenacidad que había tenido por pelear con los enfermeros. Suspiró, confirmó que los médicos habían podido contenerlo y vuelto a poner en la cama, y se retiró.

Parpadeo lento, tomando control de su cuerpo. Su proyección no fue física, sino un rastro de su esencia que se desplazó hasta el cuarto de hospital. Había usado este método para vigilar al chico durante una semana. Sentado en una silla en un cuarto de hotel lujoso, tardó un rato en poder moverse.

— ¿Maestro? —la voz de Aleksis fue apenas un susurró, tratando de no ser demasiado brusco.

—El chico despertó —fue su respuesta.

Había estado demasiado tiempo en trance, con su conciencia dividida. Podía sentirse bajo los efectos del hechizo; mareado, adormecido.

—Entiendo, procuraré que nadie note algo atípico.

Ramsés asintió. Tomó el paquete de cigarrillos que estaba sobre la mesa al lado de su silla, sacó un cilindro poniéndolo entre sus labios y lo prendió con un chispero que estaba junto a la caja.

—Hay familia. Una madre por lo que vi —comentó mientras inhalaba y luego soltaba un suspiro gris fantasmal.

—Sí. Es hijo único, la madre es viuda.

La expresión de Ramsés se tornó melancólica.

—Nada más trágico que una madre enterrando a su hijo.

Aleksis acercó una carpeta de color café a Ramsés. Al abrirlo, una ficha con nombre y apellido fue lo primero que vio, lo componía con datos básicos: Thiago Gabriel Russo, nacido el 26 de junio estaba por cumplir 23 años. Hijo único y huérfano de padre a la edad de tres años. Estudiante de economía. Se rió pensando que no aparentaba ser un estudiante de economía en la imagen. Tenía el ceño fruncido, parecía estar fastidiado con quién estaba detrás del lente.

Se quedó un rato analizando la foto del chico, con el dedo pulgar acarició suavemente la base del cigarrillo.

—Es bastante joven —comentó Aleksis —. Fue al lugar en compañía de una amiga íntima, murió de camino al hospital y cobró conciencia al llegar. Muchos lo mencionan como un milagro —había cierto tono de gracia en su voz—. Tuvimos que llamar a Demir para que se hiciera cargo de una parte del personal, cuando llegamos había sido traslado a una sala de operaciones. Logramos que un equipo médico privado se encargue de él hasta que salga del lugar.

Ramsés asintió y pasó a la siguiente hoja, al mismo tiempo se volvió a llevar el cigarrillo a los labios: —¿Pudieron encontrar algo sobre lo sucedido?

—La policía tiene algunas cámaras de seguridad de la zona, también las tenemos nosotros. Las cámaras interiores no estaban en funcionamiento. Las imágenes muestran a tres personas huyendo del lugar en compañía de dos personas siendo retenidas. Las que se llevaron eran dos chicas, estaban vestidas con sus doboks, así que es fácil diferenciarlas.

Entre sus manos tenía imágenes de las grabaciones. Una intentó enfocar la cara de uno de los desconocidos pero fue imposible: solo era un borrón extraño.

— ¿Cómo se las llevaron?

—Un vehículo, se lo encontró tirado a unas calles de distancia más tarde. Estaban en los vestidores, una zona que tiene acceso por una entrada del estacionamiento. Fue en segundos. Algo curioso es que… nadie vio ni escuchó nada raro. Si bien, en ese momento se estaba llevando a cabo un enfrentamiento, nadie escuchó gritos o pedidos de auxilio, ni siquiera vieron a los tres llevándose a las chicas.

Ramsés arrugó el ceño.

—Bueno, eso… es extraño.

Todo el marco resultaba extraño. Si fueran solo neófitos funcionando por sí mismos en un estado de locura por la sangre, entonces nada hubiera pasado desapercibido. Aquel incidente sería totalmente una carnicería y los implicados y muertos serían numerosos. Pero solo habían ocho personas; tres muertos; tres sobrevivientes; y dos desaparecidos. Demasiado… extraño. Los dos sobrevivientes estaban en un estado crítico, presentaban marcas de heridas graves y uno había sido canibalizado en un brazo, eso podía ser un acto típico de un strigoi que cae en el hambre.

Incluso, su chico nuevo venía con una herida en el cuello que pretendía ser como una canilla: un flujo continuo de sangre. Habían intentado alimentarse con él estando aún vivo como un acto tortuoso y agónico. Torturarlo mientras moría.

Los datos recolectados por Aleksis del incidente eran aterradores. El estado de los otros tres cuerpos eran una aberración. Uno que fue encontrado en la zona de las duchas de los vestidores, tuvieron que hacerle un test de ADN para confirmar su identidad por estado irreconocible de su cara. Gran parte de su cara y cuello, cerca de la zona de las clavículas, habían sido arrancadas.

— ¿Cuál es la teoría de la policía hasta ahora?

—La situación es extraña, están bastantes perdidos. Pero con los arreglos suficientes podemos hacerlo pasar por drogadictos. El problema son los secuestros de ambas chicas.

—Que sigue siendo extraño si solo son strigois que se están convirtiendo en necrófagos —murmuró Ramsés mirando por encima los archivos médicos.

—Maestro, eso también me genera una duda; ¿No se las podrían haber llevado como alimento?

— ¿Dices cómo conserva? —negó con la cabeza—. Entendería si fuera una sola. Están en transición por lo que vemos y pueden buscar una fuente de alimento viva. Pero se llevaron a dos.

Aunque no lo menciono ambos lo pensaron; habían sobrevivientes. Que uno se hubiera convertido en un strigoi era plenamente culpa de Ramsés, las circunstancias fueron convenientes para que se convirtiera, era un error que nadie pudo prever. Sin embargo, seguían siendo comida para un strigoi en transición ¿Por qué dejarlos a medio comer? Hasta su nuevo integrante venía bastante entero.

Ramsés suspiró. Sentía que esto sería el inicio de un horrible dolor de cabeza.

—Encárgate de nuestro nuevo miembro —ordenó —. Actúa con cuidado y vigilalo.

—Sí, maestro.

— ¿Siguen vigilando las salidas de la ciudad?

—Sí, aunque la policía está por abandonar la vigilancia en unos días. Están manejando la teoría de que ya están fuera de la ciudad.

—Refuerzalo cuando den la orden.

— ¿Cree que aún están por Santa Atanasia?

—Es una posibilidad —respondió en un suspiro—. No estoy del todo seguro.

— ¿Deberíamos avisarles a las brujas? —preguntó Aleksis—. Sucedió cerca de su territorio.

—No les concierne. Ya les dijimos que los neófitos no eran nuestros, es más que suficiente —miró al cigarrillo entre sus dedos que ya estaba por extinguirse—. Harán su propio trabajo, si es que no lo hicieron ya.

—Esta bien, me retiro —dijo mientras hacía un pequeño movimiento de cabeza.

Se había dado la vuelta con dirección a la salida cuando la voz de su maestro lo llamó. Se detuvo lanzando una mirada sobre su hombro.

—Tráeme más de estos —y le lanzó algo que Aleksis logró atrapar en el aire.

Cuando fijó la vista en el paquete pequeño que había recibido, notó que era una caja de cigarrillos. El paquete era negro con dos franjas rojas finas y el nombre en dorado "Jockey Doll".

—No sabía que le gustaba esta marca.

—No lo hace —respondió sonriendo divertido, como una broma que solo él podía entender.

Aleksis quiso preguntar pero algo en su cabeza le recomendó que no lo hiciera. Estaba por salir cuando la voz de su maestro dijo:

— ¡Pero deja el paquete!

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