En una carroza común, un chico alto y guapo venía sentado mientras sostenía en la boca una rama de trigo. Recostado sobre la suave paja y mecido por el vaivén del transporte, el chico se habia quedado dormido. El conductor paró a las orillas de la ciudad y despertó al chico.
- Hey, ayúdame, sólo dos paradas más y llegamos al centro.
- Si señor -dijo con una sonrisa coqueta que deslumbra a las chicas.
Al medio día, el chico y el conductor llegaron a la ciudad. Cuando el hombre le iba a pagar por la ayuda al chico, este se negó, diciendo que el viaje era suficiente pago. Mientras caminaba por la ciudad, se detenía cortésmente para saludar a las jovencitas, quienes risueñas y sonrojadas contestaba el saludo del apuesto chico. Verdaderamente atractivo y con un caracter inclinado a la coquetería y la aventura, Matthew Rocher era un rompecorazones, estaba por cumplir los 14 años ese mismo año, pero parecía mayor: tenía un andar resuelto, sonrisa coqueta adornada por un oyuelo, cabello rubio y sedoso, así como ojos tan azules como zafiros. Las damas de la capital imperial temblarían ante la presencia de un joven como ese. Había pasado los últimos tres años estudiando en un internado, pero era tan brillante que había adelantado todos sus cursos y se había graduado con honores. No hubiera vuelto a casa tan rápido sino hubiera sabido por una carta de su abuela, que la bruja Loretta y su padre se habían divorciado. También le intrigaba la prescencia de un joven protegido de su padre, hijo de un amigo, y con él que su hermanita estaba especialmente apegada luego de salvarla de unos malhechores.
Ante noticias tan impactantes, el joven apresuró su regreso, sin avisarle a nadie. Quería llegar por su cuenta y sorprender a su familia luego de tan larga ausencia. Con una bolsa que apenas contenía un par de mudada de ropa y sus artículos de mayor valor sentimental, así como unas cuantas monedas, Matthew se dirigió a la mansión de su familia.
Cuando estuvo ante la gran verja, sintió un poco de temor. No había regresado en mucho tiempo, ni había querido ver a su padre. La muerte de su madre, y el repentino casamiento de su padre habían herido mucho al chico, que guardaba un rencor en su corazón, como una espina que se clavaba en su carne más y más con sólo recordarlo. La abuela le había dicho que se habían divorciado, y que su padre lo extrañaba mucho, por lo que estaba dispuesto a regresar y tratar de mejorar la relación con su padre.
Un joven que nunca había visto antes custodiaba la puerta. Así que le habló y dijo:
- Dile al marqués Rocher que su heredero a vuelto -el joven portero le dijo que el marqués no estába en casa, y que no tenían noticias de que volvería el joven amo ese día-. Entonces dile al viejo Lou o a la señora Potts que aquí estoy. Esperaré.
El portero mandó el mensaje, y al poco tiempo llegó la señora Potts.
- Joven amo, que bueno que haya llegado. Debió avisarnos, y así mandaríamos a alguien por usted.
- Si hubiera echo eso, no hubiera conocido a buenos amigos en el camino, ahora se que si me pierdo por los bosques de Vora, sólo tengo que seguir el cause del río para encontrar la salida -dijo el joven siguiendo a la ama de llaves-. Me dijeron que padre no está, que hay con la abuela y con Emma.
- Están en el comedor, joven amo. Estarán felices de verlo.
Cuando entró a la casa, un sirviente tomó su pequeño equipaje y lo llevó a su antigua habitación, luego se dirigió al comedor. Desde el corredor podía escuchar a una voz infantil discutiendo con la abuela.
- Considero una tontería que una mujer no pueda pasar su apellido a sus hijos naturales, una familia puede perder su gran historia sólo por no querér pasar el apellido de madre a hijos. Si una mujer tiene mejor historia familiar o mejores méritos que el varón, sería pausible que los hijos heredaran el apellido y títulos de ésta. Es una tontería también que no puedan ejercer su derecho de herencia para heredar los títulos de sus padres a excepción de que estén casadas. Tenemos el mismo cerebro, abuela -dijo Emma.
- Lo se cariño, ojalá los ministros y nobles que aprueben las leyes piensen igual que nosotras.
- Cuando sea ministro, sin duda apoyare esa clase de ideas. Mi abuela y madre han sido mujeres muy capaces que demuestran lo brillantes que pueden ser las damas, pero no sabía que mi joven hermana siguiera esos ideales.
Las aludidas siguieron el origen de la voz, para encontrar a un alto y apuesto chico. Joanna se levantó y abrazó a su nieto.
- ¿Porque no dijiste que vendrías? Hubiera organizado un banquete -dijo la abuela con algunas lágrimas amenazando con salir de sus ojos.
- No avisé porque no quería ningún banquete, además me hubiera perdido de estas lágrimas y del inspirador discurso de mi pequeña hermana. Dime ¿que crees que pensaría tu futuro esposo si te oyera decir eso?
- No necesito un esposo. Viajaré por el mundo y buscaré a mi verdadero amor. Seré activa social y políticamente, incluso es posible que escriba un par de libros.
- Te pareces mucho a madre -dijo Matthew acercandose a Emma-, eres igual de hermosa e inteligente que ella -abrazó fuertemente a la niña-. Has crecido mucho estos años. A partir de ahora me quedaré en casa y yo mismo pateare el trasero de tus pretendientes si pretenden que seas una dama común.
- Gracias Mat -Emma abrazó con fuerza a su hermano-. Hueles a paja, es un olor muy agradable.
- Si, un repartidor me trajo desde el pueblo vecino hasta la ciudad a cambio de que le ayudara a bajar la paja de la carroza hasta los establos.
- ¿Como una aventura? -pregunto expectante Emma.
- Si, he vivido muchas aventuras como esa en mi viaje, incluso me perdí en un bosque, me caí a un río, y me robaron -decía Matthew con orgullo en su voz
- Increíble. Hermano, tienes que contarme todas tus aventuras. -Emma tenía admiración por su joven y aventurero hermano.
- ¿Te robaron? No me digas que estas herido -Joanna estaba preocupado por su travieso nieto.
- Ve a bañarte, estás muy sucio. Tu padre llegará en menos de una hora -decía preocupada Joanna- tu habitación aún no está lista.
- Abuela. Deja que se bañe en mi habitación, además tiene la complexión de Máx, el le puede prestar una muda de ropa
- Esta bien, le diré a Máx que lleve la ropa a tu habitación y a los sirvientes que lleven agua caliente.
En su anterior vida, Emma no había tenido hermanos ni primos, por lo que el amor fraternal era algo muy novedoso para ella. En el libro, Matthew había muerto por aquella época, había regresado a casa por su graduación, pero Loretta lo mandó matar, lo que sumió en depresión a su padre, y ella fue mandada a un internado del que sólo volvía cada año por un par de semanas. Este hermano, se parecía mucho a su padre, y tenía un carácter alegre, esperaba que se llevaran bien. En su cuarto, Emma le hizo entrega de su obsequio a Mat.
- Hace no mucho fui a la ciudad, y compré estos obsequios para ti. No sabía que llegarías tan pronto y planeaba enviártelo mediante la abuela. Espero que te gusten -dijo Emma apenada, esperando la aprobación de su hermano.
- Vaya, es una navaja excelente, me gusta mucho. Además casi no se nota que la llevas, a excepción qué alguien se quede viendo fijamente las botas. Y el pañuelo es precioso, combina con mis ojos, las doncellas pelearán por el, pero nadie lo tendrá -dijo el chico tocando la nariz de Emma, quien reía alegremente por la actitud de su hermano-. Tu si que sabes que regalarle a un chico, si le das esto a alguien más, seguro se enamorará -Emma se sonrojó pensando en Máx, pues ella no lo hizo con esa intención y luego pareció asustada-. Así que no soy el único al que le compras regalos, ¿quien es ese patán?
Alguien tocó la puerta y Emma lo hizo pasar. Era Máx que llevaba la ropa que se pondría Matthew. Este último se fijo en la bota derecha del chico y vio una navaja muy parecida a la suya y entrecerro los ojos.
- Máx, te presento a Maty, mi hermano -dijo Emma-. Maximiliano LeBlanc y Matthew Rocher -dijo señalando a cada uno.
- Mucho gusto -dijo Máx extendiendo la mano, pero Matthew lo ignoró, luego Máx se dirigió hacia Emma-. Tu abuela me pidió una muda de ropa para tu hermano, si no le queda, pueden entrar a mi habitación y buscar algo de su agrado. Me iré a entrenar, nos vemos en la comida, Emma -y salió de la habitación con el rostro frío.
- Maty, ¿por que has sido tan grosero con Max? , el siempre ha sido agradable y bueno conmigo. Hasta trajo la ropa personalmente para ti. Fuiste muy malo, seguro se debe sentir mal.
- A ese patán le diste la otra navaja, ya lo vi.
- Si, fue su cumpleaños el día que nos conocimos, hace poco nos enteramos, así que le compre un obsequio.
- ¿Te gusta? Me enteré que son muy cercanos. -Emma estaba roja de la vergüenza- No importa si te gusta o no. Yo soy tu hermano mayor, y si alguien quiere pedir tu mano, primero me tiene que vencer.
Después de decir eso, Matthew se fue a bañar y se puso la ropa llevada por Max. Durante la comida, el marqués aún no había llegado, por lo que solamente comieron Joanna, Emma, Matthew y Max, pero estos dos tenían una mirada sutil, que denotaba que no se agradaban. El primero desconfiaba de porqué la amabilidad con su pequeña hermana, y el segundo no comprendía la grosería del recien llagado. Pronto tenían que arreglar sus diferencias.
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Comments
yrasy (Omega )
jajajajajajaja está genial (ノ◕ヮ◕)ノ*.✧ más porfis (✯ᴗ✯)✧◝(⁰▿⁰)◜✧(。•̀ᴗ-)✧
2021-03-08
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